Por qué Goldman Sachs tiene tanto poder

Lloyd Blankfein, CEO de la empresa de inversión, dijo de Trump que es un tipo listo. La confianza debe ser mutua, porque hay varios ex de la firma en su gobierno. Como en otros

Foto: Gary Cohn, presidente de Goldman Sachs y miembro del gabinete de Trump. (Lucas Jackson / Reuters)

En cuanto Trump fue elegido presidente, las acciones de Goldman Sachs subieron más de un 30%. Lloyd C. Blankfein, el CEO de la firma, decía del magnate estadounidense que era una persona lista, que confiaba en él, que era un hombre de negocios. La confianza debe ser mutua, porque Trump eligió al presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, para dirigir el Consejo Económico Nacional, el encargado de coordinar la política económica estadounidense. «Como mi principal asesor económico, Cohn va a poner todo su talento como un exitoso hombre de negocios para trabajar por la gente de este país», aseguró el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Además, ha nombrado a Steven Mnuchin secretario del Tesoro, asesor a Steve Bannon, especialista en fusiones bancarias, y figura también en su equipo de transición Anthony Scaramucci, todos ellos ex Goldman Sachs.



La sorpresa no es que GS esté presente en un gobierno estadounidense, sino la cantidad de ellos que rodean al presidente en esta ocasión. Personas de la firma han sido secretarios del Tesoro estadounidense durante los mandatos de Clinton y George W. Bush, y GS fue el mayor donante de la campaña de Obama, además de contar con una relación estrecha con Hillary Clinton, a la que pagaron generosísimas sumas a cambio de sus conferencias.

Su red de influencia es más poderosa que la de sus competidores y sus dirigentes, más brillantes. GS sabe muy bien cómo practicar el entrismo, como los trotskistas

La presencia de Goldman es una constante en aquellos ámbitos donde el poder ha de tomar decisiones, sea político o económico. En la UE también ocurre: Durao Barroso ha sido contratado por la firma, donde es presidente no ejecutivo, y Mario Monti y Romano Prodi son otros nombres con pasado en el banco de inversión y que han tomado o toman importantes decisiones políticas, como lo es Mark Carney, actual gobernador del banco de Inglaterra. GS es, además, una firma habitual en los pasillos de Bruselas.

Puertas giratorias a la inversa

Esta es una de las claves del triunfo de la firma. Como asegura Marc Roche, ex corresponsal de Le Monde en Londres, y autor de ‘El banco. Cómo Goldman Sachs dirige el mundo’ (Editorial Deusto), su éxito puede explicarse por “su red de influencia, que es más poderosa que la de sus competidores, y por sus dirigentes, que son más brillantes. GS sabe muy bien cómo practicar el entrismo, como hicieron los troskistas”.

Esa imbricación con los poderes públicos, que Goldman define de una manera peculiar (“nos congratula que gente que ha estado en nuestra empresa y ha hecho dinero aquí pueda devolver algo a la sociedad”), ofrece una suerte de puertas giratorias a la inversa que permite a la firma asegurarse de que las instituciones, a la hora de tomar decisiones o de regular, tengan una manera de enfocar los problemas cercana al banco de inversión.

Uno debe matarse por el bien de la entidad y por el bonus propio. La filosofía es o nadas o te ahogas, como demuestra el continuo caudal de gente que es invitada a marcharse

La segunda clave está en su ansia de ganar. Lloyd C. Blankfein ya había explicitado que no son una empresa como las demás cuando declaró que “hacemos el trabajo de Dios” o que, a pesar de la crisis, “nuestros profesionales tienen que seguir haciendo lo que hacen. No estoy dispuesto a poner límites a su ambición”. Los empleados de Goldman viven en un ambiente de continua presión, a medio camino entre el estajanovismo y el estalinismo, en el que están vigilados por sus pares, y en el que siempre deben demostrar su hambre de alcanzar mayores metas y de hacerse más ricos.

Se trata de una cultura, explica Roche, “que se parece a la de un equipo deportivo, salvo que allí no hay estrellas. Uno debe matarse por el bien de la entidad y por el bonus propio. La filosofía es o nadas o te ahogas, como demuestra el continuo caudal de gente que es invitada a marcharse, al menos un 10% anual, y la retirada a los 40 años de sus directivos”.

La gestión de la información

La tercera está en la relación privilegiada con la información con la que cuenta Goldman Sachs. Dispone de asesores que conocen muy bien los engranajes del Estado, en particular ex comisarios europeos y ex gobernadores de bancos centrales, “lo que les permite anticipar las decisiones de los poderes públicos de ambos lados del Atlántico, consiguiendo datos fiables tanto para sus operaciones de trading como para su gestión del patrimonio”. Goldman no es sólo un banco de inversión; también, asegura Roche, “es una importante agencia de obtención de información en cuyo seno esta circula fácilmente, al revés de lo que ocurre en las casas de sus competidores”.

Fracasan cuando se establecen por su cuenta porque ya no tienen la ventaja de ver las cartas de todo el mundo. Se les acaba la información asimétrica

Esto tiene consecuencias obvias. Como subraya Greg Smith, otro exGS, en ‘Por qué dejé Goldman Sachs’ (Ed. Deusto) hay agentes muy bien valorados de bancos como GS, Morgan Stanley y JP Morgan que se establecen por su cuenta, fundan sus propios hedge funds pero no triunfan. El motivo es obvio: “Porque ya no tienen la ventaja de poder ver las cartas de todo el mundo. Se les acaba la información asimétrica, ya no hay más seguridad al ciento por ciento cuando estás solo y sin poder aprovecharte de esa ventaja”.

Las cartas de la baraja

Las tres claves son esenciales a la hora de funcionar en el mundo actual. Si tienes relaciones políticas y puedes influir en las decisiones de los gobiernos, cuentas con la suficiente información como para anticipar los movimientos del mercado, y por tanto con un margen notable de seguridad en las inversiones que realices, y además tus filas están integradas por un montón de soldados hambrientos de gloria(económica) tienes casi todas las cartas de la baraja en tu poder.

Con los opacos derivados extrabursátiles, que no son transparentes, existe la máxima tentación de intentar explotar a los clientes

Es cierto que tanto poder genera problemas a los demás, y esto es muy típico de nuestro tiempo. En la medida en que quienes están en las posiciones de privilegio siguen aumentando su diferencial de poder, la historia se convierte en un juego de suma cero. Ocurre con las consecuencias sociales que generan esas decisiones que llevan a ganar mucho dinero a la firma, pero no tanto a sus clientes: en la medida en que la empresa se hace más grande, comienza a pensar en sus clientes como proveedores de beneficios y no como personas a las que tiene que prestar un servicio: no en vano, en Goldman Sachs a los clientes les llamaban marionetas.

Codicia y avaricia

Es lógico que ocurra así en un contexto que lo favorece, señala Greg Smith, porque el intermediario tiene todas las de ganar: “Con los opacos derivados extrabursátiles, que no son transparentes, existe la máxima tentación de intentar explotar a los clientes”. Si el mediador saca más partido con un producto que con otro, es normal que oriente hacia ellos a quienes quieren invertir. En cierta medida, asegura Smith, los bancos de inversión, y GS entre ellos, son el croupier y el casino a la vez, con lo que no te puedes fiar demasiado de lo que el croupier te diga. Este hecho es también lo que provoca, como señala un exbanquero de Wall Street, William D. Cohan y autor de ‘Money and Power: How Goldman Sachs Came to Rule the World’, que “GS sea visto como el referente perfecto de codicia y avaricia”.

¿Son los culpables de que Wall Street esté acabando con Main Street los gestores adecuados de la economía de todo un país?

Según Smith, que dice de sí mismo ser un creyente capitalista («estoy a favor de que la gente se haga rica y de que las empresas ganen todo el dinero posible”), este tipo de economía, la que instigan empresas como Goldman, no tiene un modelo de negocio basado en el largo plazo, ni contiene una responsabilidad fiduciaria de tratar bien los clientes. “Si se hiciera esto se podría ganar el mismo dinero, sólo con más lentitud y transparencia. Hoy se está en un modelo de ‘toma el dinero y corre’, y eso no es bueno para nadie”.

La pregunta es: si no es bueno para los negocios, si tiene los riesgos evidentes de concentrar más el poder, y de tomar cada vez más decisiones que benefician a muy pocos y perjudican a muchos, ¿qué significa este aumento de la presencia de Goldman en el gobierno de Trump? ¿Es positivo, como dicen, que personas exitosas en las empresas acaben dirigiendo las instituciones públicas? ¿Son los culpables de que Wall Street esté acabando con Main Street los mejores gestores para la economía de una nación? ¿Son este el tipo de dirigentes que los Estados necesitan? Probablemente no, pero lo están haciendo. Y el triunfo de Trump no hace más acelerar esa dirección.

Fuente: www.elconfidencial.com