Evo y «Timochenko», los secretos de La Habana

Arturo Murillo Prijic Sin Anestesia

Como ya casi no existe periodismo libre, por las redes sociales nos enteramos que el 1 de marzo, Evo Morales y “Timochenko”, el comandante del grupo guerrillero las FARC, se enfermaron al mismo tiempo y volaron hacia Cuba. Ese día también llegó a La Habana el ministro de Defensa de El Salvador, David Munguía Payes. tres grandes personalidades de lo último que queda de la izquierda latinoamericana juntos en la tierra de Fidel Castro: ¿Qué hacían?

  1. El viaje de Evo Morales ha sido muy controvertido. En primer lugar, no se informó anticipadamente que el presidente estaba enfermo. De manera imprevista, como si fuera un caso de extrema gravedad, voló a Cuba. Y luego, algunas autoridades del gobierno dieron versiones vagas. Que lo habían visto cinco médicos y no lo pudieron curar, que le dolía el abdomen, la garganta, que estaba ronco, etc.
  2. En el caso del jefe de las FARC el “parte médico” fue más breve y más directo. Dijeron: “Timochenko” sufrió “un quebranto de su salud y se fue a Cuba”.
  3. En el caso del ministro de El Salvador, se trató de una visita más protocolar, fue con un grupo de funcionarios a La Habana.

El presidente Evo Morales está muy presionado por los momentos históricos que le toca vivir. La ola populista está en retirada, y prácticamente, se está quedando solo. Necesita aliados en la región y ya no quedan. Muchos países ya salieron del izquierdismo y los únicos bastiones de la izquierda que quedan precisamente son las FARC en Colombia, que ya son legales y están autorizadas a hacer política.



Otro posible aliado regional es El Salvador. Evo Morales y su gobierno ya han tendido puentes a ese país de una manera escandalosa, incluso causando daño económico a Bolivia. Los primeros días de diciembre, la prensa de El Salvador informó que el gobierno de Evo Morales iba a comprar Letras del Tesoro (LETES) de ese país, que técnicamente estaba en quiebra y necesitaba dinero urgente para pagar los sueldos de los funcionarios del gobierno. Por supuesto que al ser un país en quiebra, nadie quería comprar esas letras y Bolivia se inscribió para hacer esa operación de salvataje por 200 millones dólares. Una operación financieramente sospechosa y desastrosa para el país. El Senador Óscar Ortiz lo denunció públicamente, pero ni el Banco Central, ni el Ministro Luis Arce dieron explicaciones.

Por otra parte, uno de los temas pendientes para la guerrilla de las FARC, es el tema económico. El primer Acuerdo de Paz, que fue sometido al voto y perdió, les otorgaba a los  guerrilleros muchas ventajas y, la más escandalosa, era la posibilidad de seguir contando con la fortuna que habían amasado, la cual se denuncia que está hecha en base de secuestros y narcotráfico. Los medios internacionales hablan de mucho dinero, de miles de millones, pero ni las FARC, ni el gobierno colombiano han precisado una cifra.

Después de que los colombianos votaron en contra del primer acuerdo, en el segundo documento se decidió que una parte de ese dinero sea entregado para reparar a las víctimas. La pregunta es clara, ¿devolverán las FARC todo el dinero amasado? ¿Se quedarán con parte del dinero? Como no les es posible esconderlo en Venezuela, ni en Cuba (que está siendo observada de cerca por la comunidad internacional en esta etapa de aperturas) es muy probable que las FARC estén buscando gobiernos de países gobernados por populistas de izquierda y más cercanos a Colombia, para tratar de resguardar ahí su fortuna, hecha desde el tráfico de drogas y el crimen.

Muy sospechoso ambiente. Bolivia, que al verse acorralada, necesita aliados de izquierda. El Salvador, país quebrado que precisa plata para pagar sueldos de sus funcionarios. Las FARC, que necesitan con urgencia un país para llevar el dinero que acumularon, antes que se lo quite el gobierno colombiano.

Y, cabalmente, los líderes de Bolivia, las Farc y El Salvador coinciden en La Habana. Mucha casualidad. Senador de la República