Brigitte Macron, de presidenta del club de Fans a Primera Dama de Francia

Retrato de la mujer que siempre aparece en la foto.

Brigitte Macron

Los franceses también eligieron anoche, por primera vez, a su primera dama: Brigitte Macron, de 63 años, 24 más que su marido, el nuevo el presidente electo, Emmanuel Macron. Históricamente, la mujer del presidente de la República se ha mantenido al margen de la vida pública de sus maridos. Pero la historia está para cambiarla, y Emmanuel Macron, que a sus 39 años se ha convertido en el presidente francés más joven de la democracia francesa, ya había anunciado expresamente que no piensa respetar esa tradición: “Hacemos como si los o las que se presentan a las elecciones no compartieran su vida con nadie… Si soy elegido, o mejor, cuando seamos elegidos, desde ese momento ella tendrá ese papel, ese lugar, esa exigencia… No se ocultará, ni detrás de un tuit ni se esconderá ni ninguna otra cosa”, dijo durante un mitin en un teatro parisino el pasado 8 de marzo y recogieron nuestro colegas de la edición francesa de Vanity Fair. Macron ha obtenido el 66,06% de los votos, frente al 33,94% de Marine Le Pen.

“Brigitte, siempre presente, más ahora incluso, y sin quien yo no sería yo”, dijo un emocionado Macron, que invitó a su mujer a subir al escenario para celebrar la victoria en la explanada del Museo del Louvre. Por eso, en parte, había sorprendido su entrada en escena minutos antes. Entró en la explanada solo, con abrigo, traje (azul) y corbata oscuros, bordeó la Piramide con un paseo que se hizo eterno y durante el cual los comentaristas del canal internacional France 24 subrayaban con sorpresa la solemnidad de la escena –“sin su mujer”, repitieron en un par de ocasiones–

Fue como si el candidato joven, alegre y transgresor que había logrado expulsar de la segunda vuelta a los dos principales partidos de la V República, hubiera sufrido un proceso de centrifugación repentino y perdido por el camino la audacia que simboliza la Pirámide y que él mismo se esforzó en citar y subrayar en su discurso. Solo la Oda a la Alegría, el himno de la Unión Europea, que sonó mientras se dirigía al escenario, resultó nueva en esa escenografía.Mme. Macron, con su media melena y su flequillo y casi siempre con gafas de sol, ha tenido una presencia notable en la carrera de su marido hacia el Elíseo. A finales de agosto pasado grabaron en vídeo la despedida de su apartamento del Quay de Bercy, la sede del ministerio de Economía que dirigió Macron durante dos años. Durante los meses de campaña. Bibi, como la llaman sus allegados, ha llevado su agenda, editados sus discursos y supervisado su forma de mostrarse sobre los escenarios, según Reuters. “Es el trabajo ficticio más fotografiado de Francia”, ironizó una presentadora en febrero pasado cuando la cadena entrevistó a Emmanuel Macron. Por aquellos días, otro de los candidatos en liza, François Fillon, empezaba a hundirse en las encuestas después de que se publicara que había contratado a su mujer e hijos, por una cifra que sumaba en total alrededor del millón de euros, para trabajos que no hicieron.“A ella no le pagan los contribuyentes”, dijo en alguna ocasión Emmanuel Macron, siendo todavía ministro de Economía y muy lejos todavía del escándalo de Penelope Fillon. Pero sus diferencias van mucho más allá de un desliz corrupto, y por eso nada más conocerse que el muy católico Fillon había vencido en las primarias del partido conservador, Les Républicans, en noviembre de 2016, Macron declaró: “Yo estoy a favor de las familias”. En plural. Porque la suya, de hecho, es también una victoria de un modelo de familia abierto y tolerante. “De todas maneras, yo soy la presidenta de su club de fans”, dijo al respecto Brigitte.Ella era profesora de literatura, pero fue durante las clases de teatro extraescolares en un colegio de jesuitas en Amiens, ciudad natal de Macron, donde se conocieron. Él tenía 15 años y ella, 39. Un año y medio después, el bachiller tuvo que mudarse a París para cursar el último año de liceo en el elitista Henry IV, en parte porque era el paso natural dada su brillantez, y en parte también porque así su familia lo alejaba del “avispero sentimental” de su pequeña ciudad de provincias. Pero el joven Macron dejó clara su determinación: “Volveré y me casaré contigo”.Tras unos años de relación “clandestina”, ambos se casaron el 20 de octubre de 2007, ella con un vestido blanco, corto y sin mangas, él con corbata rosa. Durante la ceremonia Macron agradeció expresamente a los hijos de Brigitte que lo hubieran aceptado. “Una pareja no del todo normal”, como él mismo la define mostránsose elegantemente orgulloso, “pero una pareja que existe”. “La consagración oficial de un amor que antes de imponerse a todos empezó siendo clandestino, a menudo escondido, incomprendido”, escribe el propio Macron en Révolution, su libro de campaña.Veinticuatro años es también la diferencia de edad entre Donald Trump y su esposa, Melania, aunque ese caso -dado que es el mayor es el hombre- no haya suscitado las mismas burlas y bromas que en el de los Macron. Una de las imágenes que ha circulado por las redes sociales últimamente mostraba a una mujer rubia, de la mano de un bebé en pañales en una playa y la siguiente leyenda: “Abril 1980, primeras vacaciones de los Macron en Saint Tropez”.

Brigitte Macron es la pequeña de seis hermanos, en una familia de chocolateros y reposteros de Amiens. Se casó por primera vez a los 20 años y tiene tres hijos de su primer matrimonio, alguno, de la edad Macron. De hecho, cuando le hablaron por primera vez al padre de Macron de que su hijo Emmanuel tenía una relación con Mme. Auzière (el primer apellido de casada de Brigitte), Jean-Michel Macron pensó que le hablaban de la hija mayor de Brigitte. “Jamás hemos tenido esa sensación de que mi madre tuviera cuatro hijos; ella y él son los que mandan en la familia”, cuenta la hija pequeña de Brigitte en Les Macrons, una biografía de la pareja publicada recientemente en Francia.Sin embargo, el interés de los franceses por la vida privada de sus figuras políticas, hombres públicos por definición, no es del todo nuevo. La doble vida de François Mitterrand, que durante sus 14 años en el Elíseo se las arregló para mantener más o menos en secreto la existencia de su segunda familia, es objeto del deseo público desde hace años, lo que ha incluido la publicación de la correspondencia íntima con su amante más fiel durante décadas. El ex presidente Nicolas Sarkozy, que en 2008 anunció su relación con la cantante y ex modelo Carla Bruni; y la imagen del presidente saliente François Hollande en la portada de Closer, subido a una scooter, con casco y abandonando de madrugada el apartamento de la joven actriz, Julie Gayet, en 2014, dinamitaron definitivamente ese pretendido derecho a la vida privada de los hombres públicos. Solo en eso, Francia se parece desde anoche un poco más a Estados Unidos.Fuente: revistavanityfair.es