El peligro a la vista en las grandes ciudades: por qué los rascacielos no son seguros

Foto: El horizonte de Dubái, con el Burj Khalifa destacando por encima del resto de edificios. (iStock)El horizonte de Dubái, con el Burj Khalifa destacando por encima del resto de edificios. (iStock)

El incendio de la torre Grenfell de Londres, que ha causado al menos 79 muertos, ha provocado que vuelvan a realizarse pertinentes preguntas sobre la seguridad de los edificios en los que vivimos. ¿Cómo es posible que las medidas de un inmueble de dicho tamaño fallasen una tras otra hasta provocar la muerte de decenas de personas? ¿De qué manera podría haberse evitado? Pero, sobre todo, ¿cuántos edificios, ya no solo en Reino Unido (sino también en España o en otros rincones del mundo), a pesar de las leyes y la inspección, pueden estar en una situación parecida, algo que solo sabremos si ocurre una tragedia? El número de construcciones londinenses con un revestimiento semejante, que en cualquier momento podrían haber ardido, asciende a 75.



La situación empeorará durante las próximas décadas, ya que cada vez más habrá más rascacielos en muchos más países, especialmente en el este de Asia, Europa y EEUU. La ONU calcula que en el año 2050, 2.500 millones de personas vivirán en ciudades, un vertiginoso movimiento migratorio que obligará a realizar construcciones en los que no siempre se alcanzarán los estándares de seguridad. Como señalaba la organización, hasta un 70% de estos ciudadanos no tendrá acceso a agua limpia, transporte asequible… o vivienda decente, en lo que está incluido este concepto.

Estrategias tradicionales como utilizar irrigadores y puertas cortafuegos son inútiles en el caso de los rascacielos

¿Es posible evitar por completo los fuegos accidentales en un momento en el que la vivienda se extiende hacia arriba y no a lo largo del territorio, con la dificultad añadida de que no pueden ser apagados con la simple intervención de los bomberos? Los incendios en rascacielos y altos edificios son excepcionales, pero muy dañinos. Este año, 21 personas murieron en uno en Teherán (Irán). Hace dos años, otras 16 perdieron la vida en Baku (Azerbaiyán) y en 2010, en Shanghai, 58 personas murieron en un bloque de apartamentos. Muchos de ellos no tienen víctimas, como el de la Torre Windsor de Madrid, pero otros tantos sí. El gran peligro es que, cuando algo falla, lo hace a lo grande, como en la torre Grenfell.

[Cómo actuar si hay un incendio en tu edificio para salvar la vida]

En 1992, por ejemplo, 12 personas murieron en Móstoles en un incendio semejante: los edificios de Villafontana II estaban recubiertos con paneles de un material plástico altamente inflamable que no cumplía con las medidas de seguridad estipuladas. En Grenfell, los bomberos culparon rápidamente a los constructores por añadir paneles termales con poliestireno en su exterior. Su sustitución impidió que volviese a ocurrir algo semejante, pero el caso planteaba la duda de cuántas construcciones podían encontrarse en una situación semejante y si de verdad las inspecciones resultan útiles. También, qué falló para que la evacuación no permitirse salvar la vida de más personas.

Qué puede pasar y cómo

La gran pregunta es cómo es posible que en Grenfell ocurriese exactamente aquello para lo que los edificios modernos están preparados. Es decir, cómo puede ser que no funcionasen ninguno de los tres pilares que componen la seguridad de los edificios, la compartimentación, la supresión y la evacuación. Los dos primeros pueden fallar por errores de construcción, pero el tercero es un tanto más complicado… Especialmente en los edificios de más de 100 metros de altura que pronto se convertirán en la regla en todo el mundo, como recuerda un reportaje publicado en ‘Wired‘.

Los restos de la torre Grenfell, en North Kensington. (Reuters / Hannah McKay)
Los restos de la torre Grenfell, en North Kensington. (Reuters / Hannah McKay)

Si los principios de seguridad se cumplen, no tiene por qué haber ningún problema, ha recordado a ‘The Economist‘ uno de los grandes expertos en seguridad anti incendios, el profesor Daniel Nilsson de la Universidad de Lund. Sin embargo, una revisión de estudios publicada en 2013 en ‘Procedia Engineering‘ ponía en duda la utilidad de los métodos vigentes de prevención y evacuación a partir del ejemplo del World Trade Center y la proliferación de rascacielos de brutal tamaño (los 10 edificios más grandes del mundo superan las 100 plantas) en los que resulta imposible escalar lo que funciona en pequeños edificios. El texto sugería que estrategias tradicionales como utilizar irrigadores y puertas cortafuegos son inútiles en dichos casos.

La primera estrategia es la supresión, que suele pasar, como recuerda el reportaje de ‘The Economist’, por la compartimentación. Es decir, construir gruesos muros y revestimientos resistentes al fuego de forma que se ralentice su expansión. Es una estrategia que suele dar resultado. En los grandes bloques de viviendas estadounidenses, por ejemplo, tan solo el 4% de los fuegos llega a salir de la habitación en la que se iniciaron. Entre las amenazas a este sistema de protección se encuentran las “renovaciones chapuceras” de los sistemas de calefacción o las tuberías, que también deben ser ignífugas. Como recuerda Carl Baldassara, director de la sección anti incendios de una firma de ingeniería, en la mayor parte de casos, la mejor defensa pasa por quedarse donde uno está (la conocida como ‘defend in place’).

En los rascacielos con decenas de plantas, esta puede llegar a durar una hora, la cantidad máxima de tiempo que pueden retener el fuego

En caso de que eso no sea posible, es donde entra en juego la evacuación que, como todos los que han tenido que vivir una (o un simulacro) no es precisamente sencilla. Especialmente porque, a medida que se suman plantas a los edificios, la dificultad se multiplica. Es una cuestión de matemática elemental: cada nivel suma unos minutos de oro a la evacuación. En los rascacielos con decenas de plantas, esta puede llegar a durar una hora, la cantidad máxima de tiempo que pueden retener el fuego. Además, una vez más, los errores de diseño pueden ser letales. Los grandes edificios deben tener dos escaleras de evacuación separadas entre sí, pero Grenfell, como tantos edificios de apartamentos, tan solo tiene una.

El futuro de la evacuación

Ante los retos que plantea el futuro, son muchos los ingenieros que están intentando buscar soluciones alternativas. Por ejemplo, recurriendo a los ascensores. Sí, esos que no debemos coger bajo ningún concepto en caso de incendio. ¿Y si se diseñasen nuevos ascensores ignífugos que no dejasen penetrar el fuego, que se desplazasen a una velocidad mucho más rápida y que se alimentasen de forma autónoma? El Burj Khalifa de Dubái, el edificio más alto del mundo con 163 plantas, ya dispone de este sistema. Como recuerda ‘Wired’, aunque su funcionalidad no está clara, resulta más fácil que otras alternativas que han valorado como construir helipuertos, rampas deslizantes, puentes entre edificios o proveer con paracaídas a los vecinos de los rascacielos. Sobre todo porque no son de especial ayuda a las personas con problemas de movilidad.

El miedo de los vecinos aumenta a medida que pasa el tiempo, por lo que medidas como los ascensores son difíciles de implantar

Para ellas se han pensado otras alternativas, como las plantas refugio. Se trata de grandes estancias inhabitadas y diseñadas de forma expresa con el fin de aguantar el fuego mucho más tiempo que el resto del edificio, y que suelen tener una abertura al exterior. Como recuerda ‘The Economist’, países asiáticos como India, Singapur o Corea del Sur obligan a su construcción en los edificios que superen un cierto número de pisos, y en ellos se deben reunir no solo aquellos vecinos con problemas de movilidad, sino también los que viven más lejos del foco del fuego y cuya evacuación, por lo tanto, es menos urgente.

El gran hándicap de todos sistemas sigue siendo, no obstante, el psicológico. Por mucho que la evacuación funcione sobre el papel, no siempre es fácil introducir el factor humano en la ecuación. Lo sugería una investigación publicada en ‘Fire Science Reviews‘, que señalaba que el diseño de los sistemas de evacuación no suele tener en cuenta el comportamiento de los habitantes, que está determinado por un miedo que aumenta a medida que el tiempo pasa sin encontrar una solución, lo que provoca que soluciones como los ascensores (que requieren esperar durante mucho tiempo, incluso aunque sean más eficientes) no resulten fáciles de implantar. Por el momento, el mejor sistema anti incendios es incluir todos los protocolos de seguridad razonablemente posibles para intentar que cada uno compense las debilidades de los demás y, por lo tanto, el fallo en uno no provoque una tragedia.

Fuente: elconfidencial.com