La Familia Manson (V): la sangrienta noche que lo cambió todo

El 9 de agosto de 1969 fueron asesinados Frykowski, Sharon Tate, Steven Parent, Jay Sebring y Abigail Folger. El 9 de agosto de 1969 fue la noche del Helter Skelter.

Charles Manson sobre el retrato de las cinco víctimas del gran asesinato de su Familia: Frykowski, Sharon Tate, Steve Parent, Jay Sebring y Abigail Folger.

Es la noche del 9 de agosto de 1969. Inspirados por Charlie, estamos con Tex Watson, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel vengándonos del rechazo de la sociedad  en el 10050 de Cielo Drive. Los hechos de ese fin de semana aún reverberan en nuestros días.Una prueba clara de que los primeros instantes de los intrusos en la mansión de Cielo Drive fueron realmente confusos la da el hecho de que Abigail Folger al ver pasar a Susan Atkins desde su cama la saludase con un sencillo “Hola”. Los miembros de la familia ya habían asesinado a tiros a Steve Parent, que sólo venía de visita convirtiéndose el ejemplo más claro de “estar en el lugar equivocado en el momento equivocado”, pero los invitados de Sharon Tate todavía no sabían nada de lo que se le venía encima. Abigail estaba acostumbrada a que la casa, siempre abierta, recibiese a gente de todo tipo a cada cual más peculiar, así que no le extrañó ver a una desconocida deambulando por allí de madrugada. Aquel espíritu estaba a punto de desvanecerse para siempre.

En la habitación de al lado, Susan encontró a Sharon y Jay Sebring charlando sobre la cama. Amenazándolos con un cuchillo, recogieron a Abigail, condujo a los tres al salón donde Tex y Patricia tenían a Voytek Frkyoswski y les ordenó tumbarse en el suelo boca abajo. Jay protestó preocupado por su exnovia, “¿Es que no veis que está embarazada?”. Como respuesta recibió un balazo, patadas y cuchilladas en las piernas que le dejaron malherido. Asustados y desconcertados, Abigail Folger alegó que había dinero en la habitación. Volvió allí con Susan y les entregó los 70 dólares que tenía, pero Tex se enfureció al ver que era tan poco dinero. Sharon imploró prometiendo que si les daban tiempo podrían conseguir más. Pero no era eso lo que los intrusos buscaban. Ataron una de las cuerdas que habían traído a los cuellos del moribundo Jay, Sharon y Abigail y la prendieron a una viga en el techo. Las mujeres tuvieron que incorporarse para no ahogarse. “¿Pero qué queréis de nosotros?”, preguntaron los prisioneros. “Vais a morir todos”, respondió Tex. En ese momento se desencadenó el caos. Frykowski empezó a pelear y salió huyendo al exterior; Tex le persiguió y acabó con él ante la mirada atónita de Linda Kasabian, no sin antes tener que dispararle dos veces, darle 51 puñaladas y golpearle en la cabeza 13 veces con la culata del revólver. Una carnicería. Susan salió de casa para pedirle a Linda su cuchillo, momento que ella aprovechó para implorarle que parase la masacre porque estaba llegando gente (cosa que no era cierta). “Es demasiado tarde”, contestó Susan encogiéndose de hombros. “No hay nada que pueda hacer”. Abigail Folger también consiguió revolverse de sus captores y escapar por la parte trasera. En el jardín, Patricia Krenwinkel la alcanzó y le asestó 18 puñaladas con la ayuda de Tex. Sus últimas palabras fueron “Me rindo. No hace falta que sigáis, ya estoy muerta”.De nuevo dentro de casa, remataron al inconsciente Sebring con siete puñaladas. Quedaba, atada y aterrorizada, Sharon, rodeada de los tres asesinos que formaban un círculo a su alrededor. La actriz suplicó hasta el último momento por la vida de su hijo nonato, ofreciéndose permanecer con ellos como rehén al menos hasta que el bebé naciera. Susan contaría después que se lo pensó durante unos instantes, incluso consideró la posibilidad de sacar al niño de su vientre y llevárselo a Charlie, pero que cuánto más lloraba e imploraba clemencia su prisionera, más se hartaba ella de sus llantos. “Mira, zorra, vas a morir. No tengo ninguna piedad de ti”, contestó Susan. Se abalanzó sobre ella y la acuchilló 16 veces. “Madre, madre”, susurró Sharon Tate al morir.Al abandonar el lugar, los asesinos escribieron con una toalla mojada en la sangre de Sharon “Cerdo” en la puerta de la casa, como el “Cerdo político” en la escena del crimen de Gary Hinman. Susan Atkins confesaría que probó el sabor de la sangre de su víctima antes de hacerlo.

Peter Hurkos, pintor holandés y autoproclamado vidente, en el salón donde asesinaron a Sharon Tate y a Jay Sebring.

En el coche de vuelta al rancho Spahn, Patricia se quejaba de que le dolía la mano de acuchillar a Abigail hasta dar con el hueso. En algún recodo del camino, arrojaron el revólver y los cuchillos, aunque Susan se había dejado el suyo en el lugar. Charlie les recibió despierto, pero no quedó satisfecho con lo que le contaron. Los 70 dólares le parecieron una minucia y no se fio del relato de sus secuaces, hasta el punto de que decidió volver, él solo y en mitad de la noche, al 10050 de Cielo Drive. Entró en la casa y contempló la obra que su familia había hecho. Recorrió las habitaciones, toqueteó figuras, desplazó algunos muebles, tapó la cabeza del cadáver de Sebring con una toalla y extendió una bandera americana en el sofá para que tuviese mayor presencia en la escena. Cuando quedó satisfecho, regresó al rancho.Horas después, la mañana del 9 de agosto, la asistenta Winifred Chapman llegó a la dirección para descubrir horrorizada que había sangre por todas partes. Salió danto alaridos del lugar y todo estalló. La primera sorpresa fue que William Garretson, el guardés de la finca de solo 19 años, había sobrevivido a la masacre –que había acabado entre otros con su amigo Steve Parent– encerrado en la casa de invitados, y decía no haberse enterado de nada. Años después reconocería que sí había escuchado los disparos y los alaridos de socorro, e incluso que se había asomado para ver a una mujer corriendo perseguida por una figura vestida de negro, pero se encerró en su vivienda y permaneció aterrado y en estado de shock durante el resto de la noche.El resto de los habitantes del rancho Spahn se enteraron de todo, como media América, por la tele. “La primera cosa que salió en las noticias fue la historia de que Sharon Tate había sido asesinada”, relataría Barbara Hoyt, miembro de la familia. “Recuerdo pensar que estaba contenta de no ser parte de un mundo en el que ocurrían esas cosas. Los otros reaccionaron de forma diferente. Uno de ellos dijo “Desde luego El Alma eligió una buena pieza”. Así llamaban a Charlie a veces, “el Alma”. Entonces empezaron a reírse. Me sentí inferior, como si no me hubiese involucrado tanto como ellos. No había expandido mi mente como ellos sí habían hecho. No creía que fuese divertido”.Charlie seguía sin estar satisfecho con lo ocurrido, al considerar que los asesinatos habían sido “demasiado descuidados”. Así que la noche siguiente, sábado del 9 al 10 de agosto, procedió a ir con los suyos y enseñarles “cómo se hacían bien las cosas”. Además de los que habían sido reclutados la víspera, llamó a Leslie Van Houten y a Steve “Clem” Grogan. No había duda posible sobre lo que iba a ocurrir. “Yo sabía que moriría gente. Sabía que habría asesinatos”, reconocería Leslie Van Houten.Comenzaron un itinerario en automóvil absolutamente al azar por diferentes lugares de Los Ángeles hasta acabar frente al 3301 de Waverly Drive, en Los Feliz. La familia conocía la zona porque había estado el año anterior en una fiesta en la casa de al lado que entonces pertenecía a Harold True, un conocido de la familia, habitual de sus fiestas de LSD, pero eligieron esa dirección porque parecía fácil entrar. Era el hogar de los LaBianca, descritos así por la Rolling Stone en un perfil publicado el año siguiente: “Leno LaBianca, propietario de una cadena de supermercados, y su esposa Rosemary eran una pareja normal de clase media alta que disfrutaba de los placeres tranquilos como navegar, el esquí acuático y ver la televisión nocturna en pijama. No sabían nada de Sharon Tate y sus amigos, de los que vivían a kilómetros de distancia en barrios diferentes y mundos diferentes”.Manson y Tex Watson entraron sin dificultad en la vivienda y ataron a un adormilado Leno LaBianca, que reposaba en el salón, y a su esposa Rosemary, que estaba en el dormitorio. Charlie salió de la casa y ordenó a Patricia y a Leslie que entrasen, mientras él continuaba su periplo en automóvil junto a Linda, Susan y Clem.Fue otro deambular nocturno sin un sentido muy directo. Charlie le había quitado a Rosemary la cartera, y planeaba dejarla en un barrio de mayoría afroamericana para implicar a los Panteras Negras en los asesinatos. Se la entregó a Linda, que la dejó en los lavabos de una gasolinera, aunque pasaron varios meses antes de que la encontrasen. También dieron un paseo y Linda le contó a Charlie que estaba embarazada. Acabaron en Venice ante el edificio de apartamentos en el que vivía el actor Saladin Nader. Poco antes Nader había recogido a las autoestopistas Kasabian y Sandra Good, las había llevado a su apartamento y mientras Sandra se echaba una siesta, Linda y él se habían acostado. Ahora Charlie le entregaba un cuchillo a Linda con la orden de llamar a la puerta del actor y asesinarle. Dejó a Susan y a Clem con ella y él se marchó en el coche. Una atemorizada Linda fingió no acordarse de cuál era el apartamento de Nader, llamó a otra puerta y se fue de allí sin matar a nadie. Los tres jóvenes volvieron a casa haciendo autoestop.Mientras, la segunda edición del Helter Skelter tenía lugar en Waverly Drive. Tex apuñaló doce veces a Leno con un cuchillo y catorce con un tenedor de trinchar. “Estoy muerto, estoy muerto”, gemía el hombre. Sobre su vientre, trazaron con un cuchillo la palabra “guerra”. Rosemary recibió 41 puñaladas, primero propinadas por Patricia y luego por Leslie, a la que Tex se dirigió ordenándole que hiciese algo después de la bronca que se había llevado la noche anterior por permitir que Linda saliese de Cielo Drive “sin participar”. Leslie acuchilló a Rosemary en la base de la columna 16 veces, varias de ellas cuando la mujer ya estaba muerta.Con la sangre de los fallecidos, Patricia escribió en las paredes “Rise” (alzaos), “Death to pigs” (muerte a los cerdos) y “Healter Skelter” en la puerta de la nevera, así, mal escrito, porque la joven no era muy buena en ortografía. Al terminar, se ducharon, se cambiaron de ropa con prendas de los armarios de sus víctimas, comieron sandía cogida de la nevera y regresaron al rancho también haciendo autoestop.Lo increíble es que la policía no relacionó los crímenes de Tate y LaBianca hasta meses después. Para que esto sucediera tendrían que ocurrir varios acontecimientos y, una vez más, que hiciese su presencia en esta historia la –mala- suerte, el destino o la casualidad.Fuente: revistavanityfair.es