Las mujeres afganas exigen su nombre

 

Una calle cerca del mercado para mujeres en Lashkar Gah, provincia de Helmand, Afganistán Credit Adam Ferguson para The New York Times

KABUL, Afganistán – En este país, compartir en público el nombre de las esposas se considera una deshonra grave que puede ocasionar reacciones violentas. Por ello, los hombres utilizan otros términos o palabras para referirse a sus cónyuges: la madre de mis hijos, la ocupante de mi casa, mi debilucha o, en algunos rincones alejados del país, mi cabra o mi gallina.

Sin embargo, hace algunas semanas por iniciativa de mujeres jóvenes comenzó una campaña en redes sociales para cambiar esta costumbre. La campaña utiliza una etiqueta que se puede traducir como #DóndeEstáMiNombre.



El objetivo de las activistas es incitar a las mujeres a que reclamen su identidad más fundamental y para romper el tabú tan enraizado que evita que los hombres digan los nombres de sus familiares mujeres en público.

“Esto solo es un chispazo: se trata de plantearles a las mujeres afganas la pregunta de por qué se les niega su identidad”, dijo Bahar Sohaili, una de las partidarias de la campaña.

Como casi todos los movimientos, este comenzó a pequeña escala. Desde entonces, más activistas han tratado de convertirlo en un tema de conversación al desafiar a celebridades y funcionarios del gobierno para que digan el nombre de sus esposas y madres.

La campaña también tiene detractores. El líder de una organización juvenil, Modaser Islami, escribió en su página de Facebook: “Los nombres de mi madre, hermana y esposa son sagrados como su velo y son un símbolo de su honor”.

Un póster de la campaña #DóndeEstáMiNombre en redes sociales en Afganistán

Hassan Rizayee, sociólogo afgano, dijo que la costumbre tiene sus orígenes en el modo de vida tribal.

“Según la lógica tribal, lo importante es ser el dueño del cuerpo de una mujer”, dijo Rizayee. “El cuerpo femenino le pertenece al hombre, y otras personas no pueden utilizar su cuerpo ni siquiera de manera indirecta, como con la mirada. Con base en esa lógica, el cuerpo, la cara y el nombre de la mujer le pertenecen al hombre”. Revertir estas tradiciones tan arraigadas tomará mucho tiempo, dijo, lo que incluye cambiar la educación que reciben los niños.

“Al debilitar la cultura tribal y aumentar la toma de conciencia en las redes sociales, este tipo de percepción sobre la mujer podría cambiar”, dijo Rizayee.

POR MUJIB MASHALFuente: nytimes.com