Drogas, brujería y dictadura

Álvaro Riveros Tejada 

Tras la nítida victoria del partido del presidente Mauricio Macri en las elecciones legislativas de este último domingo, sobre la ex presidenta Cristina Kirchner, representando un  kirchnerismo residual que reflejaba un interminable peronismo que dominó por décadas la vida política argentina, se vislumbra una era muy diferente a la que se ha vivido hasta hoy, apuntando a la lucha contra la corrupción, el ataque frontal contra el narcotráfico y un viraje radical de la política implantada en la Argentina por el Foro de Sao Paulo a través del castrochavismo.

Dicho triunfo electoral se dio, pese a los intentos mafiosos de empañar la campaña, mediante el uso de las más ominosas argucias contra el gobierno macrista, como ser el bloqueo de carreteras, para inducir al trillado argumento de una represión racista en contra de una etnia Mapuche, casi inexistente en ese país, pero con un derecho de apropiación abusiva de miles de hectáreas de tierra, dizque extranjera, y donde se produjo la desaparición de Santiago Maldonado, un joven trotamundos, cuyo cadáver fue hallado después de dos meses y a sólo dos días de los comicios, en un recodo del rio donde, según algunos extremistas, se habría producido su captura  por fuerzas de la gendarmería.



De nada valieron dichas patrañas, al final se impuso el deseo por el cambio, dando al partido oficialista el chance de materializarlo, desterrando definitivamente de la Argentina esas prácticas corruptas que la llevaron a al borde del desastre.Como una muestra palmaria de cómo se manejó los intereses de ese gran país, baste citar a Roberto Baratta, un ex taxista argentino que, como su apellido lo indica, sin invertir mucho esfuerzo y, gracias a los azares del destino y a su casual amistad con el ex presidente Ernesto Kirchner, ascendió en forma meteórica a subsecretario del Ministerio de Planificación de la Argentina donde, como epígono de Julio De Vido, a la sazón ministro de esa alta cartera de Estado, manejó miles de millones de dólares en los negocios de la energía.Casualmente, a  horas de que se inicie el debate en el Congreso sobre el desafuero de De Vido por la malversación de fondos en los Yacimientos Carboníferos de Rio Turbio, por la insignificante suma de 26.000 millones de dólares y la compra de buques de gas natural por otros 6.900 millones, la condena a prisión está en puerta y, no ha pasado desapercibida para la justicia bonaerense la construcción más grande del país, planeada para llevar gas desde Bolivia a la Argentina que, según la presidenta y el propio De Vido, debió ser inaugurado a fines del 2015, a un costo de 1,280 millones de dólares, de los cuales la firma adjudicataria ya cobró $USD 733 millones, antes de abandonar la obra y después de iniciar incipientes trabajos.Del resto del dinero desembolsado no se tiene noticia alguna, siendo muy posible que sea hallado en las bóvedas de un banco en Batallas o entregado en fideicomiso para drogas, brujería y posicionamiento de una dictadura.