La gran estafa

Manfredo Kempff Suárez

Pese a que nada tiene que ver el título de la nota con la taquillera película norteamericana protagonizada por George Clooney, Brad Pitt y la bella Julia Roberts, después de leer el libro de mi amigo Juan Carlos Urenda, “Las autonomías centralizadas”, presentado en nuestro emblemático espacio “Melchor Pinto Parada”, no se me ha ocurrido algo más elocuente. Porque estafa más grande que la montada por el masismo contra las autonomías no se puede concebir.

Reconozco que no soy un experto en materia de autonomías como existen tantos y tan buenos en Santa Cruz, pero debo afirmar que sabiendo que los cuatro departamentos autonomistas (que no autonómicos todavía) habían sido burlados en su anhelo, no había llegado a  entender el extremo de la mofa que el centralismo digitó contra Beni, Pando, Tarija y nosotros los cruceños.



Era necesario leer un libro claro y preciso como el de Juan Carlos Urenda, pero además haber escuchado las voces de algunas de las personalidades asistentes a la presentación, para comprender cómo la gran estafa se fue armando cuidadosamente, tal como se instala una trampa de barrotes de fierro para una presa grande, cuya reja cae de golpe y encierra al incauto. La jaula que aprisionó al confiado proceso autonómico fue la Constitución Política del Estado, tan lírica, inservible y penosamente escrita.

El MAS nunca quiso la autonomía y mucho menos S.E., hasta que se dio cuenta de que era un deseo muy grande en más de la mitad del territorio nacional. Entonces, como siempre, hábil para ganar posiciones políticas, se embanderó con la idea y se declaró el autonomista más grande del país.Observar los resultados de los referendos de cuatro departamentos los años 2006 y 2008, abrumadoramente favorables a las autonomías, no podía permitirle a S.E. otra cosa que aceptar con aparente entusiasmo la situación, sabiendo que eso tendría que incluirse en la nueva Carta Magna que se estaba redactando mañosamente y donde el resultado de ambos referendos quedaría reducido a su mínima expresión, es decir donde él quería que estuviera.La secuela, lo sabemos, ha sido un Estado tan centralizado como los anteriores, un fiasco donde se les ha dado competencias a las regiones presuntamente autonómicas, pero restándoles recursos, lo que significa obligaciones imposibles de cumplir, que por tanto desacredita lo que debe ser un régimen de autonomías, pese a las protestas de la Gobernación cruceña. Urenda comenta cómo, en el colmo de la chanza, se creó hasta un Ministerio de Autonomías, que, al resultar totalmente inútil por carecer de funciones, se lo rebajó a Viceministerio, tan inservible como el anterior.No es por tanto una novedad que esté tan centralizada la educación y la salud, pero además el régimen fiscal, y hasta la planificación. Es decir que los departamentos ni siquiera tienen autoridad ni para planificar su desarrollo porque eso es “privativo” del Estado, “y los gobiernos departamentales autónomos deben planificar su desarrollo en concordancia con la planificación nacional”.¿Algo más? Sí, algo más. El Gobierno ha ignorado la voluntad popular en los referendos del 2006 y del 2008, como tampoco quiere respetar el NO del 21-F. Y otro acápite: a los autonomistas se los trató como separatistas y a algunos se los sigue manteniendo presos de forma abusiva.