Educar para conservar el legado cultural: Crean un jardín de infantes flotante en el Titicaca

Esta institución educativa de la comunidad uro se ha convertido en ejemplo de enseñanza intercultural para mantener vivas costumbres ancestrales, sin ignorar los desafíos de la modernidad.

Un jardín de infantes creado en una de las islas flotantes usadas en el lago Titicaca por la comunidad de los uros intenta reparar la indiferencia de años del sistema educativo formal con los pueblos originarios. Allí, desde el nivel inicial, los niños aprenden interculturalmente, mezclando los contenidos del plan de estudios de cualquier escuela de Perú con las particularidades de las costumbres ancestrales de su pueblo.

El futuro para la comunidad



Una isla flotante del pueblo uro en el lago Titicaca, Perú, el 5 de noviembre de 2014./ Enrique Castro-Mendivil/ Reuters

María tiene solo cinco años y es la hija menor de su familia, que vive en una isla flotante en el Titicaca. A diferencia de sus mayores, ella y otros niños de su edad cuentan con educación desde el nivel inicial. Un privilegio que sus padres valoran orgullosamente.»Gracias a la educación, nosotros tendremos un futuro para nuestra comunidad. Nuestros hijos serán mejores profesionales, o autoridades que algún día van a gobernar en nuestra comunidad», apunta Nelson Coila, padre de María.Con ese ideal de un futuro superador, padres y madres llevan en lancha a sus niños hasta el Sumita Corazón, el primer jardín de infantes flotante, especialmente orientado para la enseñanza de esta comunidad originaria.

Intercambio mutuo

Una isla flotante del pueblo uro en el lago Titicaca, Perú, el 13 de mayo de 2014./ www.globallookpress.com

Yaneth Lima reside en la ciudad de Puno. No es miembro directa del pueblo uro, pero comparte plenamente los objetivos de la iniciativa. Ella es maestra y directora del jardín al que actualmente acuden unos 30 niños, y se esfuerza todos los días por reafirmar sus tradiciones en el ámbito educativo.»Yo tengo que estar al nivel de mis niños. Tengo que habituarme a ellos, a sus necesidades, a sus costumbres«, recalca Yaneth, agregando que lo más importante es «valorar sus tradiciones».El intercambio mutuo es una constante en este vínculo de aprendizaje que incluye la interacción con el medio ambiente, la flora y la fauna local.

Afirmación cultural

Los docentes también piden ayuda con sus carencias. Como la falta de un mayor espacio al aire libre donde los niños puedan jugar en los recreos sin riesgo de caer al agua. Necesidades que deberían ser atendidas cuanto antes, en un jardín que nació como una iniciativa de la propia comunidad y hoy es reconocido por las autoridades gracias a sus logros.De esa manera, según indica Edgardo Quispe Chambi, coordinador de educación intercultural de Puno, «los estudiantes sienten que su institución educativa les acoge». Asimismo, el jardín de infantes, de acuerdo con el funcionario, «conversa con sus formas de ser y les permite tener una visión más de afirmación cultural».»Se afirman como pueblo uro y también se abren para conocer el mundo intercultural», señala Quispe Chambi.

Tender puentes

Mujeres en una isla flotante del pueblo uro en el lago Titicaca, Perú, el 13 de mayo de 2014./ www.globallookpress.com

El cultivo y la utilización de la tradicional totora se mezclan con las sumas y restas. La escritura básica en castellano se complementa con el aimara, idioma adoptado por este pueblo tras la desaparición de su lengua original hace casi cinco siglos. Una formación dinámica desde el inicio que busca tender puentes de igualdad y brindar nuevas oportunidadesLa supervivencia está en el ADN de este pueblo, que supo resistir imperios y conquistas y llegar a la modernidad con gran parte de su cultura viva. Hoy, la educación es una de las mejores herramientas para evitar que ese legado se pierda en los nuevos tiempos.Fuente: actualidad.rt.com