Auguste Rodin, el «mal alumno» al que sus padres enviaron a la escuela de arte

A cien años de la muerte del artista francés que revolucionó la escultura, un repaso por su trayectoria. Cómo fue que parte de su obra se destruyó en el atentado contra las Torres Gemelas. Y una muestra homenaje en Buenos Aires

A Auguste Rodin no le iba bien en la escuela común y por eso sus padres decidieron enviarlo a aprender dibujo. Así nació una pasión inagotable por la escultura que dejó como legado más de 7 mil obras dispersas en todo el mundo, incluida la Argentina, que le hizo al ya célebre artista francés el encargo del monumento a Sarmiento ubicado en el barrio de Palermo. El estilo de Auguste Rodin, que hizo escuela e influyó fuertemente en muchos otros artistas, rompe con el neoclasicismo, con la búsqueda de la belleza pura y perfecta, para privilegiar en cambio la expresión de las pasiones humanas.

Auguste Rodin nació el 12 de noviembre de 1840 en el seno de una familia modesta: su padre era empleado administrativo en la jefatura de la policía en París. Su madre trabajaba en un almacén.



Auguste Rodin (1840-1917)
Auguste Rodin (1840-1917)

Como no era un alumno brillante, la solución encontrada por su familia fue enviarlo, a los 14 años, a la «École impériale Spéciale de Dessin et de Mathématiques» (Escuela Imperial Especial de Dibujo y Matemática), conocida como Petite Ecole, siendo la «grande Ecole», la de Bellas Artes, más inaccesible y cara.

La primera vez que vi la arcilla, me pareció que subía al cielo. Quedé fascinado

El dibujo le gusta a Rodin, pero su verdadera vocación surge cuando descubre el taller de modelado de la escuela. «La primera vez que vi la arcilla, me pareció que subía al cielo. Quedé fascinado», contará él mismo.

 

La eterna primavera (1884)

La eterna primavera (1884)

Tres veces el jurado de admisión le negó el ingreso a la Academia de Bellas Artes, rechazando sus obras. Los trabajos de Rodin no encajaban en los moldes clasicistas  de la época.

En 1862, una profunda crisis personal le hace dejar el arte e ingresar a la Orden de los Agustinos. Pero el padre Eymard, su superior, percibe que el monasterio no es el sitio para el joven Auguste y lo incita a dejar el noviciado y volver a la escultura.

Los comienzos fueron duros para el artista. Rechazado por el establishment artístico de la época, se vio obligado a instalarse y trabajar por su cuenta. Más tarde, recordaba con emoción uno de sus primeros talleres. «Allí pasé momentos duros. Mis recursos no me permitían encontrar algo mejor, alquilaba cerca de los Gobelinos, en la calle Lebrun, por 120 francos al año, un establo, que me pareció lo suficientemente iluminado (…). El aire se filtraba por todas partes, por las ventanas mal cerradas, por la puerta cuya madera se había deformado; las pizarras del techo, gastadas por la vetustez o desplazadas por el viento, creaban una corriente de aire permanente. Hacía un frío glacial (….) Aún hoy, no entiendo como pude resistirlo… Fue allí que hice mi ‘Hombre con la nariz rota’. Como obstinación en el estudio, como sinceridad en la ejecución del modelo, nunca hice nada más grande ni mejor; trabajaba todo lo que podía, no pensaba en otra cosa; los esbozos, las figuras, las partes terminadas, cubrían las paredes; todo el taller estaba repleto de obras en proceso; pero, como no tenía dinero para moldear todo lo que hacía, perdía cada día un tiempo precioso cubriendo mis tierras con trapos mojados: a pesar de eso, a cada rato tenía accidentes por acción de la helada o del calor; se desprendían bloques enteros, cabezas, brazos, rodillas, caían partes de torsos; los encontraba hechos pedazos sobre las baldosas del piso».

El artista en su atelier

El artista en su atelier

En 1863, conoce a Rosa, una costurera, que por 53 años será su compañera devota, modelo y asistente, que le da un hijo al que no reconoce -por temor a herir a su devota madre- y con la que sólo se casará al final de sus días.

Para sobrevivir, Rodin se emplea con Carrier-Belleuse, escultor consagrado y empieza a hacer trabajos por encargo, como algunas de las estaturas que adornan el frente de la Opera Garnier, en París.

Rose Beuret, la compañera de Rodin

Rose Beuret, la compañera de Rodin

Pero esculpir bustos para que los firme su maestro no es lo suyo. En sus ratos libres, hace el «Hombre con la nariz rota». Pero la escultura resulta demasiado realista para el gusto de la época y no puede exponerla. Deja a Carrier-Belleuse por Van Rasbourg, un jefe menos exigente.

Viaja a Florencia para ver con sus propios ojos la obra de Miguel Angel y vuelve decidido a participar de la Exposición de artistas franceses en París, en el año 1877. Pero la escultura que presenta, «L’Age d’airain» (La edad de bronce) es tan realista que lo acusan de haber tomado el molde sobre el cuerpo de su modelo. No logra convencer al jurado de la falsedad de las acusaciones y lejos de la consagración este episodio le genera una mala fama que lo perseguirá por mucho tiempo.

La edad de bronce, escultura de 1877

La edad de bronce, escultura de 1877

Al acercarse la Exposición Universal, decide entonces presentar una estatua de un tamaño superior al de un individuo de carne y hueso para evitar acusaciones. La estatua, San Juan Bautista, será adquirida para el Museo del Luxemburgo por Edmond Turquet, subsecretario de Estado de Bellas Artes, quien le abrirá las puertas del éxito encargándole un gran proyecto: escenas de la Divina Comedia del Dante.

Rodin se muda a un taller más grande, en la calle de L’Université, para iniciar esta obra monumental que no llegará a ver terminada.

 

Entretanto recibe numerosos encargos de bustos. Intenta ser aceptado por la alta sociedad y por otras celebridades. Pero Rodin es tímido y carece de modales refinados.

El célebre escritor Víctor Hugo lo recibe pero no acepta posar para él. «Ni siquiera me miraba, pero tenía la bondad de no apartarme; me toleraba. Hice varios dibujos. Y me las arreglé como pude» (para realizar la estatua del autor que es otro encargo), recuerda el propio Rodin.

Cuando en 1880 el Estado le encarga una puerta monumental de más de 6 metros de altura para un futuro museo de Artes Decorativas, decide abrevar en la misma Divina Comedia de Dante la representación del infierno. Para  esa obra, pone en escena cerca de 300 personajes de unos 40 centímetros. «Hice una pila de pequeñas figuras; así no me acusarían de haberlas moldeado al natural!», explica.

 

La Puerta del Infierno, de Rodin (detalle)

La Puerta del Infierno, de Rodin (detalle)

La obra no se llegará a completar, pero en 1917, poco antes de morir, el artista aceptó que se hiciera una versión en bronce. Su amigo, el poeta Rainer Maria Rilke dirá sobre la Puerta del Infierno: «(Rodin) hizo portar a cientos de figuras apenas más grandes que sus manos la vida de todas las pasiones, el florecimiento de todos los placeres y el peso de todos los vicios. Creó cuerpos que se tocaban y se mantenían juntos como animales que se muerden entre sí, y caen como un objeto al abismo; cuerpos que escuchaban como rostros y que tomaban su impulso como brazos, para lanzar; cadenas de cuerpos, guirnaldas y sarmientos, y pesados racimos de formas humanas por las cuales subía la salvia azucarada del pecado, fuera de las raíces del dolor».

«El pensador», tal vez la obra más famosa de Rodin, fue inicialmente concebida como una de esas pequeñas estatuas de la puerta del infierno y estaba inspirada en el mismísimo Dante Alighieri.

 

Camille Claudel trabajando en el atelier de Auguste Rodin

Camille Claudel trabajando en el atelier de Auguste Rodin

En torno al escultor empiezan a agruparse alumnos, aprendices, discípulos. Hacen pequeñas tareas, preparan el mármol, reproducen en yeso las obras del artista. 

Y aparece entonces Camille Claudel. Rodin la conoce en uno de sus cursos. Es una muchacha de fuerte personalidad que ha debido enfrentar a su familia para poder seguir su vocación, impensada entonces para una mujer.

«Yo le mostré dónde encontrar oro, pero el oro que encuentra es bien de ella», dice Rodin. Se convierten en amantes y cada uno en el modelo del otro. Él le lleva 24 años.

Luego de varios años de romance apasionado, se separan. Ella esculpe entonces «L’mplorante» (La Implorante, 1894), una obra que representa el amor desesperado, cuando al fin comprende que él no dejará a su esposa.

 

Camille Claudel, L’Implorante

Camille Claudel, L’Implorante

Camille se instala en su propio taller, se encierra en sí misma, durante años no frecuenta a nadie, y poco a poco empieza a caer en el delirio. Acusa a su ex amante de robarle sus mármoles. En 1913, su hermano, el escritor Paul Claudel, decide internarla en un hospital psiquiátrico, donde morirá 30 años después, en 1943.

El pintor Eugène Blot le había escrito una vez a Camille: «En el mundo de tejemanejes de la escultura, Rodin, usted y tal vez tres o cuatro más introdujeron la autenticidad, eso no se olvida. (…) Con ustedes, íbamos a dejar el mundo de las falsas apariencias por el del pensamiento. ¡Qué genio! La palabra no es demasiado fuerte. ¿Cómo puede usted privarnos de tanta belleza? Un día que Rodin me visitó, lo vi de pronto detenerse frente a ese retrato, contemplarlo, acariciar suavemente el metal y llorar. Sí, llorar. Como un niño. En realidad, sólo la amó a usted, Camille, lo puedo decir hoy. Todo lo demás -sus patéticas aventuras, su ridícula vida mundana, él, que en el fondo seguía siendo siendo un hombre de pueblo- era desahogo de una naturaleza exuberante. Ay, yo sé bien, Camille, que él la abandonó a usted, no trato de justificarlo. Usted ha sufrido demasiado por él. Pero no retiro nada de lo que acabo de escribir. El tiempo pondrá todo en su lugar. ¿Puedo hacer algo por usted, querida Camille Claudel? Escríbame, tome la mano que le tiendo. No he dejado de ser su amigo» (Carta de Eugène Blot a Camille Claudel, 1932).

 

Escultura de Camille Claudel

Escultura de Camille Claudel

En la década de 1880, Auguste Rodin ya es un artista consagrado; pese a las polémicas, ya no debe rendir examen y acumula los encargos: Los Burgueses de Calais, Balzac…  

En 1889 participa de una gran exposición junto con el pintor Claude Monet. Es una consagración. Pero vuelven las críticas cuando un par de años después le encargan una estatua del gran escritor francés Honoré de Balzac, fallecido en 1850, porque el resultado es muy criticado.

 

Monumento a Balzac

Monumento a Balzac

Lo representará de cuerpo entero, envuelto en su levita. La crítica es implacable: «¿Es Balzac?, vamos, parece un muñeco de nieve»; «es Balzac en una bolsa»; «Una colosal marioneta»; etcétera… Le llevará tiempo a la estatua hacerse aceptar.

Algo similar sucederá con el «Monumento a Víctor Hugo»: otro encargo que será mal recibido. Le encargan un Víctor Hugo de pie, pero él lo esculpe sentado y… desnudo…

 

El Monumento a Víctor Hugo, de Auguste Rodin

El Monumento a Víctor Hugo, de Auguste Rodin

De todos modos, el prestigio del escultor ya está instalado y ha trascendido las fronteras de Francia. Lo convocan desde distintos países y continente, Argentina incluida; el artista vendrá a Buenos Aires a comienzos de siglo. Los famosos, las personalidades del momento, desfilan por su casa de Meudon, en los alrededores de París, para que el artista los inmortalice en un busto.

En 1911, decide donar toda su obra al Estado, a cambio de que éste conserve el palacete en el cual se ha instalado en París -el Hotel Biron, donde quiere residir hasta el fin de sus días- y que más tarde lo convierta en museo para albergar sus colecciones.

 

El Museo Rodin (Hotel Biron), en París, cerca de Los Inválidos

El Museo Rodin (Hotel Biron), en París, cerca de Los Inválidos

Actualmente el Hotel Biron es más conocido como Museo Rodin. Las obras del escultor, y las de Camille Claudel, están expuestas tanto al interior del edificio -recientemente restaurado- como en el jardín que rodea la mansión parisina, ubicada a poca distancia de Los Inválidos. 

En 1916, Auguste Rodin se casa con su fiel Rosa, que muere sólo 15 días después de la boda. Rodin fallece muy poco después, el 10 de noviembre de 1917.

 

Los funerales de Auguste Rodin. Una multitud rodea su más célebre escultura: El Pensador

Los funerales de Auguste Rodin. Una multitud rodea su más célebre escultura: El Pensador

Edmond de Goncourt lo calificará como «escultor impresionista». Su material preferido era la arcilla que trabajaba directamente con las manos y que le permitía combinar lo liso y lo rugoso, una característica de su obra. Así como las esculturas inacabadas, partes de un cuerpo, o bien ensambladas, mezclando partes de sus obras para formar una nueva.

Hacía que sus discípulos tomasen moldes en yeso de sus creaciones para luego reproducirlas, generalmente en bronce. Es así que en la plaza de los dos Congresos tenemos un Pensador de Rodin. Y a Los burgueses de Calais en el Jardín Botánico.

 

Los burgueses de Calais, de Auguste Rodin

Los burgueses de Calais, de Auguste Rodin

En 1915, el actor y dramaturgo francés Sacha Guitry (1885-1957) tuvo la feliz idea de filmar a Auguste Rodin en su taller de Meudon. El video que abre esta nota es un pequeño extracto de esa filmación en la que puede verse al artista en pleno trabajo.

La obra de Rodin, víctima del 11/9

El 11 de septiembre de 2001, el avión estrellado contra la torre Norte del World Trade Center impactó un piso más arriba del que ocupaban las oficinas del corredor de Bolsa, B. Gerard Cantor. Allí murieron 658 empleados de esa compañía. Pero entre las toneladas de escombros que dejó la torre al derrumbarse también se perdieron unas 700 obras de Rodin que estaban expuestas en el llamado «Museo en el cielo», porque Cantor era también un coleccionista de arte y fanático del escultor francés. Cuando los bomberos retiraron los escombros, recuperaron los pies de una de las estatuas.

 

Fragmento de “La Grand Sombra” (1886) hallado entre los escombros del World Trade Center.

Fragmento de “La Grand Sombra” (1886) hallado entre los escombros del World Trade Center.

Exposición en la Argentina

En estos días, y como homenaje a este artista singular, a cien años de su muerte, Buenos Aires, una ciudad honrada con varias esculturas de Rodin, presenta una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes, en homenaje al escultor francés.

La exposición–con curaduría de la directora artística del Museo, Mariana Marchesi– reúne 19 esculturas y tres dibujos de Auguste Rodin, pertenecientes a la colección del Bellas Artes, en la sala 10 de la planta baja.

A Rodin, los habitantes y visitantes de la Capital argentina pueden verlo también en las calles. Además de El Pensador (plaza de los dos Congresos) y Los Burgueses de Calais (Jardín Botánico), el gobierno argentino de entonces le encargó un monumento a Sarmiento (ubicado en Palermo).

 

Monumento a Sarmiento, en Palermo

Monumento a Sarmiento, en Palermo

La réplica de «El pensador» ubicada en la plaza del Congreso fue encargada por Enrique Schiaffino, fundador del Museo Nacional de Bellas Artes, para la ciudad de Buenos Aires. Llegó a la capital en 1909.

«La exposición permite apreciar en toda su potencia las derivas de las obras de Rodin pertenecientes al patrimonio nacional. Son en sí mismas una invitación a reflexionar, puesto que su presencia en el espacio público –El pensador, el Sarmiento–, junto a las piezas que integran el acervo del Museo, hacen del escultor un punto de referencia para el arte de nuestro país, que ha tenido en el diálogo con el modelo francés una de sus postas históricas», dice el director del Bellas Artes, Andrés Duprat.

La exposición también incluye una selección de esculturas que muestran la influencia del artista francés en América. Son trabajos de Pedro Zonza Briano, Alberto Lagos, Rogelio Yrurtia y Arturo Dresco, entre otros.

La muestra Rodin. Centenario en Bellas Artes puede visitarse en las salas 10 y 20 de la planta baja, hasta el 25 de febrero de 2018, de martes a viernes, de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20, entrada libre y gratuita.

Fuente: infobae.com