Admitamos que la naturaleza a veces nos muestra su peor cara. Solo hay que mirarla para pensar «pero qué fea» o «¡qué estúpida!». Lo que probablemente no se nos pase por la cabeza es que estamos siendo engañados vilmente. Porque la biología puede ser de todo, pero de tonta no tiene un pelo. Aquí hay algunos buenos ejemplos de ello.

El pájaro con el pico al revés

¿Para qué querría un pájaro un pico que está del revés? Bueno, la respuesta es «insectos». El nombre común del Clytoctantes alixii, el hormiguero piquicurvo, lo dice todo. Este pájaro habitante de Colombia y Venezuela utiliza el pico para descascarillar los tallo secos, como si fuera una hoz. La forma y el endurecimiento de este apéndice lo hacen perfecto para la tarea. El pico es tan fuerte que puede, incluso, romper el bambú en busca de algunos insectos y larvas en su interior. Por desgracia, este pájaro con la «cara invertida» está en peligro de extinción, así que será difícil de ver. Y aún más si no lo protegemos adecuadamente.

El topo de nariz estrellada

¿Por qué ese bicho parece un demogorgon? Tranquilos, es solo un topo con nariz estrellada. ¿Y para qué querría un animal que excava túneles (o cualquier animal) una nariz semejante? ¿No le entorpece en su tarea? Condylura cristata es en realidad un gran depredador para estar sumido en las profundidades del suelo. Esto es gracias, precisamente, a sus tentáculos nasales, cuya función consiste en detectar a los animales de presa (lombrices e insectos) de su entorno. Esto lo hace gracias a las ligerísimas señales eléctricas que transmiten el el suelo húmedo que detecta con dichos apéndices. O al menos eso creemos, aunque no estamos del todo seguros. En definitiva, parecerá estúpido, pero es lo más parecido a un tiburón de tierra de lo que jamás llegaríamos a pensar.



El ‘Tyrannosaurus rex’

Venga, admite que tú también has hecho bromas sobre los pequeños brazos del tiranosaurio. Para el enorme cuerpo que tenía, es increíble que pudiera sobrevivir con semejantes extremidades, ¿verdad? Pues la naturaleza se está riendo de ti, de nuevo. Los «bracitos» del rex eran pequeños solo en apariencia, relativamente hablando. En realidad medían casi un metro de largo y podían ejercer, al menos, unos 180 Kg de presión. Su forma tenía un propósito: permitirles un movimiento más equilibrado, acorde con la enorme mandíbula y sus tácticas predatorias. También servían, probablemente, para agarrar a la hembra en el apareamiento o levantarse cuando caían. Al contrario que otros dinosaurios no avianos, los tiranosaurios no requerían de las extremidades superiores más que en momentos concretos, así es que, ¿para qué llevarlos estúpidamente colgados a los lados?

El Pepino de mar

Probablemente los has visto por el mar y has salido huyendo. No por miedo, sino por repulsión. Los pepinos de mar, u holoturias, son francamente desagradables. Pero lo son aún más cuando sabes que su método de defensa principal es «disparar» sus propios intestinos hacia su atacante. ¿Y para qué demonios querría nadie lanzar sus entrañas? Bueno, ya lo hemos dicho. El mejunje tiene dos intenciones: según la especie puede resultar urticante y nocivo, espantando al posible depredador. En otras ocasiones, sirve para entretener al atacante, dándole algo que comer. El intestino de los pepinos de mar se regenerará luego, sin problema, remitiendo el aparente daño que ha sufrido.

El armadillo rosa

El pichiciego menor más se parece a un pokemon que a un animal real. Este es el más pequeño de los armadillos y su estructura es extraordinaria incluso para los armadillos. Así, Chlamyphorus truncatus puede encontrarse en el centro de Argentina, entre pastos, arena y cactus. Como sus primos, las placas dorsales sirven para protegerlo de los depredadores, mientras que sus enormes garras son empleadas para escarbar hormigueros y madrigueras. ¿Y qué hay del resto del cuerpo? El armadillo rosa, en vez de protegerse al completo con las placas, cuando se siente amenazado excava a su alrededor, creando una «tapadera» con su espalda. Y puede parecer la peor de las decisiones. Pero parece que a la especie le ha ido bastante bien, sino fuera por la destrucción de su hábitat, lo que está llevando a estos animales al borde de la extinción.

La topo-rata desnuda

Para terminar, la Heterocephalus glaber, o topillos desnudos, muestran una especial predisposición a parecer estúpidos. Pero nada más lejos de la realidad. A pesar de su increíble y extraña apariencia, estos animales están increíblemente bien adaptados: sus enormes incisivos son una herramienta excepcional para excavar los túneles donde habitan. Estos animales son una de las poquísimas especies conocidas por ser eusociales, es decir, que tienen una casta especial (la reina) dedicad a la reproducción, mientras el resto son estériles. Además, sus genes esconden muchos secretos sobre el cáncer y el envejecimiento. Así que cuando mires a estas ratas-topo recuerda: puede que no sean tan estúpidas como aparentan.Fuente: https://hipertextual.com