Ser representante de EEUU y vivir en la Bolivia de Evo

El encargado de negocios de la Embajada de EEUU en Bolivia regresó a su país, luego de tres años y medio de intensa actividad en todos los ámbitos.Ser representante de EEUU y vivir en la Bolivia de EvoA decir de Evo Morales, Peter Brennan es la fuente y origen de todos los males de su gobierno. El caso Zapata, la corrupción, las narcofotos y, por supuesto, todas las conspiraciones fueron atribuidas al imperio que, en el caso boliviano, está personalizado en el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos.Brennan fue nombrado en ese cargo en junio de 2014. En el primer tramo de su gestión, llegó a reunirse con el presidente Evo Morales y propició encuentros de alto nivel para la restitución de embajadores. Finalmente se impuso la altisonante retórica del Gobierno en contra de Brennan, a quien Morales amenazó con expulsar varias veces.El diplomático, en vez de alistar sus maletas para irse en cualquier momento, hizo su trabajo. Se reunió con autoridades del Gobierno, pero también con muchos opositores. Acudió a la Cancillería a cuantas consultas fue llamado en protesta por sus supuestos actos injerencistas y, de paso, se dejó cautivar por el parque nacional Toro Toro, al que califica como “el Machu Picchu boliviano”; por la chura Tarija, donde disfrutó del estilo de vida, incluidas las guitarreadas; y vistió la camiseta verde en cada uno de los partidos por las eliminatorias mundialistas.Ironías de la vida, tanto Brennan como Evo alentaron a la misma selección, pero obviamente desde palcos diferentes.Hoy, tres años y medio después de su nombramiento, Brennan aborda un avión para regresar a Washington. Deja atrás la dura confrontación y también una larga lista de amigos con quienes compartió un chancho a la cruz en Tarija, un trancapecho en Cochabamba, y alguna que otra ch’alla en las embajadas, donde aprendió a decir una palabra en aymara: “Jallalla”.Cuentan quienes lo conocen que, de todas las veces que fue amenazado con la expulsión, la única en que él y su entorno realmente creyeron que lo peor podría ocurrir fue días antes del referendo del 21 de febrero de 2016. Eran los días en los que la vida privada del Presidente había quedado al descubierto.La exnovia Gabriela Zapata, el hijo muerto que luego dejó de existir incluso en el cementerio, los contratos con la china CAMC; en fin, todo eso calentaba el ambiente electoral y al Gobierno no se le ocurrió otra cosa que culpar del asunto a Brennan, a quien amenazó con echarlo del país, tal como había hecho con el embajador Philip Goldberg el año 2008.  El oficialismo lo acusó de haberse reunido con el periodista Carlos Valverde y de haberle entregado un folder fulminante sobre el caso Zapata.Obviamente Brennan no revela el contenido de sus reuniones con opositores y periodistas, y asegura que no conspiró contra el Gobierno en ningún momento. Mientras no aparezcan  cables de WikiLeaks que digan lo contrario, quedan para la historia su versión y la del Gobierno.Dicen las fuentes que luego de una encuesta flash, el Gobierno desistió de su idea de expulsarlo en febrero de 2016 porque el efecto hubiera sido contrario.Las otras amenazas eran parte de la rutina, igual que las respuestas desde la Embajada de EEUU, en las que básicamente se negaba la injerencia.La última amenaza llegó en noviembre de este año, apenas unas horas antes de que el Departamento de Estado anunciara el nombre del reemplazante de Brennan. El Gobierno quiso mostrar que con esa advertencia había logrado el cambio del diplomático, pero quedó claro que un nombramiento así no ocurre de la noche a la mañana y, por otro lado, la misión de Brennan ya había concluido meses antes.Pese al hostigamiento verbal de altos cargos oficialistas, sobre todo del exministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, y del propio Morales, Brennan dice no haber sentido “ninguna animosidad de la gente” hacia él, aunque no deja de expresar una inquietud. “Si algo me preocupa es la seguridad del personal de la Embajada y sus familias. Hablo del personal boliviano, que sí ha sentido discriminación y en algún momento ha sido acusado, sin razón, ni fundamento, por trabajar en la Embajada de EEUU”.Brennan es dueño de un humor muy fino y de un paladar muy gustoso; por eso no deja de destacar los nuevos emprendimientos gastronómicos como Gustu y Ali Pacha. Entre sus aprendizajes en esta materia, dice haber comprobado que un trancapecho, realmente tranca el pecho, y que “un silpancho es muy bueno para aumentar el colesterol”. Pero, no por eso dejó de gustarle.En cambio, indica  que no le gusta el sabor del mate de coca, lo que no podría ser de otra manera, pues EEUU se la pasa descertificando a Bolivia por el crecimiento de sus plantaciones ilegales de coca. “Lo he probado, pero no me gusta el sabor. Soy más cafetero”, afirma.Brennan está casado con Elizabeth Ann Brennan, más conocida como Lizanne, con quien tiene tres hijos, dos mujeres y un hombre. Los jóvenes llegaron a Bolivia al menos en cuatro ocasiones para visitar a sus padres y aprovecharon para escalar el Huayna Potosí e ir al fútbol.Brennan empezó su carrera en el área de asuntos públicos y culturales, por lo que los temas de la libertad de expresión, los medios y las corrientes de opinión son de especial interés para él. Durante su discurso de despedida, mientras enumeraba sus aprendizajes sobre Bolivia,  dijo haber comprendido que “un cártel de la mentira puede estar conformado por los que dicen la verdad”.  Y a propósito del acoso gubernamental contra los medios, expresó su esperanza de que los “valientes amigos de la prensa libre e independiente sigan luchando contra las amenazas, porque sin una prensa libre e independiente, no hay democracia”.Sin embargo, sus mayores sobresaltos no tuvieron que ver con los  periodistas, sino con los líderes opositores, a quienes Brennan visitaba como parte de su misión. Tras saber que sostuvo un encuentro con el expresidente Carlos Mesa, Morales lo acusó de estar tramando una estrategia para evitar su candidatura y de brindar apoyo a otro eventual candidato. Al final, Morales pasó de acusador a acusado,  porque Mesa le hizo notar que el suyo era un acto de espionaje.Y, para ir más lejos, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, mostró una foto de Brennan rodeado de periodistas y analistas, como prueba de una supuesta conspiración. La citada imagen fue tomada en la despedida de Erick Foronda, encargado de comunicación de la embajada, que dejó esas funciones.Fotografías del mismo evento habían sido difundidas  mucho antes incluso en la página social del periódico La Razón por lo que la acusación de Romero terminó convertida en el hazmerreír de los usuarios de las redes sociales.Brennan expresó, también en su discurso de despedida, su esperanza de que “en lugar de satanizar y caracterizar a otros actores políticos como ‘el enemigo’, estos sean aceptados y admitidos como lo que son: otras opciones políticas en un sistema democrático plenamente pluralista, y plurinacional”.En broma, Brennan dijo que llegó a Bolivia confundido y que ahora se marcha “más confundido que nunca”. Y, ya en serio, sugirió a los bolivianos que no abandonen su país, como lo hicieron los venezolanos o nicaragüenses que, en medio de la crisis de sus países, buscaron otros destinos.Página Siete / Mery Vaca / La Paz