¿(Pasó el paro, pasará el carnaval) Qué sigue?

La imagen puede contener: una o varias personas, multitud, cielo y exteriorChristian Andrés Aramayo A.

Seamos claros: nuestro objetivo es la recuperación de la democracia, por lo que nuestra delimitación conceptual poco o nada tiene que ver con modificar aspectos culturales, mucho menos pretender anularlos en un período tan corto (la cultura es una variable de largo aliento). En este sentido y como North nos lo advierte: las instituciones informales supeditan a las formales; es decir que la carga cultural está por encima de lo que pueda dictar el Estado; la historia lo ha demostrado en cada intento de prohibición de actitudes culturales propias a la dinámica social.

Hechas las aclaraciones al respecto, volvamos a lo inmediato. La agenda mediática continuará con el carnaval en febrero, el mar en marzo, las discusiones del salario mínimo en abril y mayo, y así sucesivamente… Al igual que los escenarios mencionados, surgirán otros y estos no son fines en sí mismos tomando en cuenta nuestro objetivo planteado; son solo escenarios y nuestra habilidad debe ser aprovechar inteligentemente estos escenarios, tal cual lo hizo Leonardo Martínez: él no necesitó llevar una pancarta o dedicarle meses al asunto, bastó utilizar inteligentemente el escenario que tuvo al frente, lo hizo de manera impecable.



Tomando en cuenta lo anterior, el debate de la realización o no del carnaval es un falso debate por la imposibilidad objetiva de la propuesta de prohibirlo o cancelarlo y es más, insistir con la misma tiene la chance de generar puntos de desconfianza entre los proponentes más apasionados: no nos olvidemos que el camino elegido no es breve ni se resolverá en un par de meses. Tenemos que aclarar nuestra ruta crítica y en ese marco, aprovechar o no del carnaval para protestar creo que parte de una decisión económica: ¿qué tan costosa será incorporar en todos los días de carnaval una causa tan importante? ¿qué tan probable es que el símbolo de la lucha y la causa sea malutilizado en una fiesta tan descontrolada? ¿vale la pena asumir ese riesgo? ¿qué otras alternativas tenemos en vez de realizar una actividad u otra? Cabe advertir que no es lo mismo que una manifestación temática en una preca, no son un par de horas de control, son 3 a 5 días de control ininterrumpido para que el discurso no vaya a desvirtuarse y que en cambio, se potencie.

Se ha demostrado -una vez más- que unidos funcionamos bastante bien: el #12E se alcanzó parar a la capital económica del país sin violencia (salvo un par de casos aislados minúsculos). En esto pierde quien pierde el control y nuestro objetivo es la recuperación de la democracia en el escenario llamado #Bolivia con todos sus componentes institucionales -formales e informales- que conlleva. Este loable fin nos demanda serle fiel y no hay fidelidad sin memoria.

Por último, no podemos serle fiel a lo que no se conoce y si es así, ¿nuestra prioridad lógica, en el marco de la ruta crítica, no debiera ser comunicar y retransmitir el mensaje a quienes no tienen conocimiento del mismo, hasta que evidencien por sí mismos que sus intereses están siendo afectados directamente?