21 de febrero: Una expresión de libertad

Ignacio Vera Rada

Bolivia tiene un significado otorgado por quien dio la última estocada en el pecho del opresor: un desenfrenado amor por la libertad. No hay pueblo comparable a éste, al menos no en América. Habría que buscarlo en Europa. El más bello capítulo de la historia latinoamericana está escrito en lírica por la filosofía jurídica de los revolucionarios de Charcas, y La Paz es la bayoneta que derribó a más de un insensato que quiso mantener a la fuerza y con pataleos su nombre en el Ejecutivo.

El gobierno de Morales, con sus portavoces mendaces, dice que antes había una democracia de pactos y concesiones, de arreglos mañosos y de perfidias, y que nunca más volverá a haber una así de falsa y mentirosa porque ellos lo impedirán; que ahora se elige a los presidentes con el 50 por ciento de los votos, o con el 60, o todavía con más; que no se le debe tener miedo al pueblo cuando éste decide; que la candidatura irrestricta y absoluta de un hombre es en esencia un Derecho Humano. Todo eso está diciendo el gobierno de turno que está aguzando garras para las elecciones de diciembre del siguiente año.



Es muy probable que la corrupción de ayer haya sido tan grave como la que corroe hoy la moral boliviana; es posible que la democracia de otrora haya podido ser tan mala como dicen (lo cual dudo un poco, porque la democracia pactada frenaba el avasallamiento de la democracia de mayorías absolutas, próxima a ser demagogia y que sufrimos hoy con consecuencias lamentables; esto es un asunto de las falencias innatas de la democracia en sí misma), pero el asunto es el siguiente: no está en debate qué fue mejor o peor, sino el respeto de una voluntad expresada en un plebiscito que ese mismo gobierno quiso ejecutar; el asunto central es lo que es legal y lo que no lo es. Aunque todo lo de ayer fuese la peor escoria de la clase política, ¿no debería respetarse la voluntad del pueblo, expresada en voto democrático, de querer volver a esa inmundicia en la que estaba?El gobierno afirma que las movilizaciones convocadas por motivo del 21 de febrero son manifestaciones que están bajo el padrinazgo soberbio de los partidos tradicionales de oposición. Nada más falso o alejado de lo real. O quieren hacer creer algo o son demasiado ingenuos para ver la realidad. Porque ¿podrían Unidad Nacional (UN), o el Partido Demócrata Cristiano (PDC), o Soberanía y Libertad (SOL) tener capacidad de convocatoria a una marcha que sea solamente la mitad de masiva de lo que es hoy una marcha convocada por el Movimiento Al Socialismo? No podrían tener esa capacidad, ciertamente, porque UN tiene a su frente a un hombre políticamente decrépito y derruido, el PDC tiene una historia cuestionable que hace que no se pueda levantar de las cenizas y SOL tiene a un hombre sin mucha claridad ni horizonte intelectuales. Entonces se tiene que las muchedumbres, y la fuerza que ellas tienen, no emergen sino de los colectivos ciudadanos que están hartos ya de un gobierno que está muy cerca de ser totalitario, porque injusto ya lo es.Se ha legitimado a la fuerza y con obstinada necedad una candidatura que ante la consciencia de un pueblo ignorante en ciencias jurídicas era ya un crimen; pero no se podrá jamás legalizar esa candidatura ante las consideraciones de la historia, que es infalible en los juicios que imparte en el curso del desenvolvimiento de los hechos relativos a la construcción de la civilización de los Estados.El 21 de febrero es una expresión del amor por la libertad que tienen los bolivianos, solo una expresión de las muchas que ha habido.