Del narcotráfico a la educación medioambiental

En recuerdo de siete mujeres que murieron en una patera intentando alcanzar la costa de Melilla, se lanzaron siete chalecos salvavidas al mar desde el velero En recuerdo de siete mujeres que murieron en una patera intentando alcanzar la costa de Melilla, se lanzaron siete chalecos salvavidas al mar desde el velero ‘Diosa Maat’. ECOLOGISTAS EN ACCIÓNEl velero ‘Diosa Maat’ fue incautado con 2.700 kilos de cocaína. Ecologistas en Acción lo ha reciclado para sensibilizar sobre los problemas medioambientales del planeta

El velero Diosa Maat descansa hasta la próxima temporada. Han sido un largo camino y muchas historias que ha dejado atrás en cada escala. Esta embarcación de Ecologistas en Acción es una de las herramientas que la ONG, que este año celebra su vigésimo aniversario, usa para sensibilizar y mostrar los problemas medioambientales que afectan al planeta. Considerada un símbolo, Maat es una deidad egipcia que representa el equilibrio, la justicia universal y el orden. “Es un nombre más que adecuado para un barco de bandera ecologista”, opinan desde la organización.La embarcación ha recorrido más de 30.000 millas náuticas y ha llevado a cabo una docena de campañas de concienciación, educación, voluntariado, acciones de denuncia e investigación científica. No obstante, guarda un pasado oscuro por el uso que le dieron sus antiguos propietarios. En 2004, el barco fue incautado en las aguas de Cabo Verde con 2.700 kilos de cocaína gracias a una operación coordinada de las unidades de vigilancia aduanera de Las Palmas de Gran Canaria y Huelva. Su suerte cambió en 2007, cuando la Audiencia Nacional la cedió con fines educativos a Ecologistas en Acción.Aprovechando la masificación en ciertos puntos de la costa española durante el verano, los activistas se plantearon disponer de un barco “como punto de atracción”, cuenta Theo Oberhuber, coordinadora de campañas de la ONG. De esta manera, se podrían llevar a cabo actividades dirigidas “no solo a los residentes, sino también a los turistas” y disponer de un espacio físico para ello.Ese objetivo coincidía con el trabajo sobre biodiversidad marina y conservación de la costa desarrollado desde hace años por el colectivo ecologista que, desde 2000, inició la búsqueda de una embarcación que les permitiera aunar todos esos objetivos. “Fue lento identificar el que queríamos y, hasta que lo conseguimos, no lo tuvimos claro”, recuerda Oberhuber. Tardaron cuatro años. “En la página web de embarcaciones de diferentes autoridades había algunas decomisadas y allí se encontraba un velero que coincidía con las características que queríamos: que no fuera muy grande y que fuera accesible”, comenta.

Una nueva vida para la Diosa

La embarcación presentaba numerosos agujeros en los compartimentos debido a la búsqueda de estupefacientes. A pesar de ello, y teniendo en cuenta que disponía de un motor “más potente de lo habitual”, la ONG se la quedó. Sin embargo, no pudieron comenzar a navegar de inmediato; primero hizo falta un año para lograr la concesión del barco. Luego, hubo que acondicionarlo. “El trabajo de restauración fue lento: arreglar la cubierta, hacer trabajos en el interior de la cabina… Lo mejor que tenía era el motor”, subraya Oberhuber, que en ese momento era coordinadora estatal de la organización y se encargó de hacer el seguimiento.Una quincena de voluntarios de Canarias y de la Península, coordinados por el gaditano Jorge Sáiz, se encargaron de adecuarlo durante casi un año. Instalaron una placa solar y un generador para producir energía eléctrica en el interior de la nave.



Surcando los mares

A finales de 2016, la embarcación llevó a cabo su primera campaña de concienciación sobre las agresiones al Mediterráneo desde el puerto de Cádiz. Este fue el inicio de un proyecto de educación ambiental durante julio, agosto y septiembre de 2017. «Hemos recorrido todos los tramos costeros de España, un poco de Marruecos y el Norte de África desde entonces», asegura Oberhuber.Un comité de seguimiento valora cada año las dificultades y amenazas sobre la embarcación que se producen, mayoritariamente, en el Mediterráneo, y determina la temática de las acciones en función de la actualidad. Así, se han llevado a cabo campañas sobre la protección de los tiburones y del atún rojo, la contaminación por plástico, el desarrollo urbanístico del litoral canario, la política pesquera en Cantabria, los impactos del cambio climático y la biodiversidad del Mediterráneo, entre otras. Para este verano se prevé que la pesca y la costa atlántica concentren la atención de la próxima campaña, avanza la coordinadora.Además, el velero también ha albergado cursos de formación en navegación y buceo deportivo, tareas de investigación y conservación en el parque Nacional de Cabrera, la identificación de biotopos y especies marinas en el parque de Alhucemas o la documentación del estado de salud de la posidónea mediterránea. «En 2013, convertimos el barco en un laboratorio flotante. Dos tandas de siete voluntarios realizaron inmersiones en las islas Cíes, dentro del Parque Nacional del Atlántico, para analizar especies de algas invasoras”, recuerda Oberhuber.El estudio consistió en el cartografiado de tres especies de algas alóctonas —Asparagopsis armata, Undaria pinnatifida y Sargasum muticum— y en la evaluación del efecto que tienen sobre el medio. Asimismo, los voluntarios colaboraron en los muestreos que llevaron a cabo técnicos del CSIC en aguas de las Islas Cíes con los cefalópodos Octopus vulgaris, Sepia officinalis y Loligo vulgaris

El mejor altavoz local

Para Paco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción, la embarcación juega un importante papel de visibilización en entornos y situaciones poco convencionales. “La tarea de sensibilización que se realiza desde el velero supone un complemento importante a la que se desarrolla con otras herramientas”, asegura.En Melilla lo saben bien. La Diosa visitó por tercera vez la ciudad autónoma el verano de 2017 y se quedó tres semanas. “Los problemas locales ocupan casi totalmente la atención de los ciudadanos”, asegura Manuel Tapia, portavoz de Guelaya-Ecologistas en Acción Melilla, la sección local de la ONG. No obstante, “ocasiones especiales como la llegada del Diosa Maat logran captar la atención de los melillenses hacia cuestiones ambientales que, en principio, les parecen lejanas”.Tapia apunta al vertido de residuos plásticos al mar como uno de los problemas más graves de la ciudad autónoma. “Está provocando la destrucción de los ecosistemas marinos y están pasando a la cadena trófica, y, por tanto, a los peces con los que nos alimentamos”, alerta. Por este motivo, además de una recogida simbólica de plásticos en una zona de difícil acceso del litoral, se llevó a cabo una conferencia sobre los efectos de los residuos marinos en el ecosistema con la experta Sara Acuña.La participación de expertos de la organización es clave para dar soporte a las campañas de los grupos locales. “Somos una ONG relativamente pequeña y la llegada del velero y su apoyo a nuestra reivindicación, con la organización de una conferencia sobre infraestructuras impartida por un especialista como Paco Segura, supuso un salto cualitativo muy importante para nuestra causa”, asegura Tapia.El melillense se refiere al proyecto de ampliación del puerto de la ciudad que «ha sufrido un montón de modificaciones para intentar justificar los millones de euros necesarios para llevarlo a cabo», critica. El portavoz del grupo ecologista argumenta que se trata de una obra más «en la línea de la política de mega-infraestructuras ruinosas económica y ambientalmente para nuestro país». Igualmente, asegura que a raíz de un censo de Patella ferruginea, se constató la presencia de otras especies marinas protegidas, como Astroides calycularis y Dendropoma petraeum en la escollera norte del puerto. «Es una de las razones que esgrimimos contra la realización de la ampliación del puerto», completa.El colectivo también aprovechó la visita de Samuel Sosa, responsable del área de Internacional la organización, para visibilizar la tarea que lleva a cabo la Asociación Pro-Derechos de la Infancia (Prodein), liderada por José Palazón, que protege los derechos de los menores migrantes, y reivindicar que la Unión Europea acepte el estatuto de refugiado climático. «Muchos melillenses ven a estos inmigrantes como una amenaza. Un objetivo prioritario es explicar las razones por las que estas personas huyen de sus países de origen, y cómo las desigualdades sociales que provocan estos desplazamientos tienen un trasfondo ambiental, cuando no son los desastres ambientales la causa directa de las migraciones», explica.Durante la escala de la embarcación en la ciudad autónoma, siete mujeres murieron ahogadas en una patera que intentaba alcanzar la costa. Por este motivo, y para denunciar «la tragedia que estamos viviendo en la actualidad con la crisis de los naufragios en el Mediterráneo», el velero les dedicó un sentido homenaje lanzando siete salvavidas al mar.Fuente: elpais.com