Así perdió esta mujer 50 kilos. Y después logró cumplir su sueño

Su vida no le gustaba, y la muerte de su madre le hizo cambiar drásticamente: consiguió ser monitora de gimnasio y adelgazar
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A Denita Banks se le quedó grabada una frase que ella misma se dijo cuando quiso acudir al gimnasio: «Estoy demasiado gorda como para ir«. En aquel momento, pesaba 117 kilos, pero se apuntó igualmente a las clases del mencionado local. Adelgazó hasta los 68 kilos y no solo eso: se convirtió en motinora del mencionado centro.Como suele ocurrir con las personas que de adultas tienen sobrepeso, Banks siempre había tenido kilos de más desde la infancia. «En la universidad, perdí algo de peso, pero no fue de forma saludable. Siempre me obligaba a hacer entrenamientos que odiaba. En mi opinión, entrenar era un castigo», cuenta ella misma en ‘Well and good‘. Además, su peso volvió a subir una vez que se graduó y comenzó a trabajar en la restauración.Empecé a leer sitios web saludables, a buscar entrenamientos en casa en YouTube y a ver documentales de salud en NetflixMás tarde, en 2013, su madre murió y tuvo una profunda depresión de la que no sabía cómo salir. «Fue un momento realmente dramático. Un día, estaba sentada en el sofá, y me sentía realmente triste. Fue entonces cuando decidí cambiar y centrarme en mejorar mi salud. Sabía que podría cambiar tanto por mí como por mi estado de ánimo, la autoestima y la forma en que me sentía. Fue al menos un punto de partida», confiesa.

Spinning dos veces por semana

Entonces, compró una báscula y se pesó. ¿Total? Casi 118 kilos. «Esa fue mi motivación. Empecé a leer sitios web saludables, a buscar entrenamientos en casa en YouTube y a ver documentales de salud en Netflix». En esta temporada, además, decidió dejar Michigan y mudarse a la ciudad de Nueva York. «No tenía un trabajo fijo, pero como trabajaba en la industria de los restaurantes pensé que encontraría algo, y lo hice. En una semana tuve un apartamento y un trabajo como gerente de un local».Fue entonces cuando uno de sus amigos de la universidad le recomendó ir a una clase de SoulCycle con él. «De ninguna manera», le dijo. «He escuchado cosas sobre ese sitio. Además, tengo demasiado sobrepeso para ir allí». Sabía que solo se ponía excusas, pero finalmente, tras varias negativas, accedió a ir. Se trata de un sitio donde se practica spinning.

Se levantó a las 6 de la mañana para su primera clase. Estaba nerviosa pero no se sintió juzgada en ningún momento. Al revés, al final le cogió el gusto y comenzó a servirle de terapia para descargar la ira que acumulaba hacia su nuevo trabajo en el restaurante. «Empecé a canalizar esa energía en mis entrenamientos. Iba a spinning unos dos días a la semana y cuando no podía asistir a una clase iba a otro gimnasio a hacer máquinas».Una de sus instructoras realmente se convirtió en una mentora para ella. «Solía ​​esconderme en su clase en la última fila, pero ella me animó a avanzar adelante. Después de la clase, era realmente alentadora. Ella era como una madre para mí, lo que significaba mucho, ya que había perdido a la mía».Dar mi primera clase de monitora de gym fue tan estresante… pero después de algunas más me encantóLa peor parte del plan de régimen es que, como trabajaba en un restaurante, no siempre fue fácil comer sano, pero asegura que intentó todo lo que estuvo en su mano. «Empecé a cocinar más comidas en casa y a tomar más verduras, pero no me privé de nada. Si quería una porción de pizza o una hamburguesa, me la comía».



De tener sobrepeso a ser monitora

Con el tiempo, el restaurante para el que trabajaba cerró. Y de pronto se acordó de que ella siempre había querido ser instructora de fitness. «Nunca se lo dije a nadie porque me daba vergüenza». Pero después de algunos meses, decidió contestar a una oferta para trabajar en el servicio de limpieza de los gimnasios a los que acudía a spinning.»Después de algunos meses de estar en el personal de limpieza, fui promocionada a trabajar en la recepción, y luego a administración. Comencé a contarles a mis compañeros de trabajo y amigos mi sueño de ser monitora. En este momento, habían pasado un par de años desde que entré al gym, y ya había perdido alrededor de 40 kilos. Fue una pérdida de peso muy gradual. Quería contarle a la gente cómo había adelgazado e inspirarlos a lograr sus objetivos. Todos mis colegas me apoyaron, pero yo estaba muerta de miedo».

Pero, pasado un tiempo, buscaban a alguien, así que ella se apuntó a las pruebas. Y la cogieron. «Dar mi primera clase fue tan estresante… pero después de algunas más me encantó. La clave fue recordar lo que me gustaba en primer lugar y cómo quería ser una inspiración para otras personas».Ahora trabaja como monitora. Sin duda, el que la sigue, la consigue (casi siempre).

Fuente: elconfidencial.com