Solidaridad y memoria no guardan relación alguna

José Luis Bolívar Aparicio* 

Vivir en un edificio justo al lado del Colegio Israelita para mi mamá tenía un efecto  muy especial y no hablo del molestoso redoble de tambores de su desafinada banda de guerra que mortificaba 3 horas al día durante meses, sino porque los días lunes después de interpretar el Himno Nacional de Bolivia, por sus parlantes se escuchaban las notas de la Hatkiba (Himno Nacional de Israel), que le daban un toque bastante melancólico a las matinales de inicio de semana.

A mi madre se le ponía la piel de gallina y venían a su mente recuerdos de su infancia, pues su mejor profesor don Jacobo Termens también cantaba esas melodías, con mucho sentimiento y casi siempre sollozando. Él le contaba historias de su vida en su natal Polonia, su permanencia y sobrevivencia en el Gueto de Varsovia, de cómo pudo fugar hacia América con la ayuda de partisanos cosacos y la difícil vida de su pueblo judío a través de la historia.



Eran los últimos años de la década del 40, para entonces Israel todavía no existía como Estado independiente y buscaba culminar su nómada existir. A través de los siglos, el pueblo judío ha estado acechado por la desgracia y la ignominia por doquier, asirios, babilonios, bizantinos, egipcios, griegos, persas, romanos, sasánidos, bizantinos, omeyas, abásidos, cruzados, mamelucos, otómanos, franceses e ingleses hicieron lo que quisieron con ellos, desde esclavizarlos, pasando por expulsarlos de diferentes tierras por considerarlos indeseables, hasta atravesar los dinteles del exterminio cuando la Alemania Nazi propuso la “solución final” como una medida para librar a la humanidad del autodenominado “Pueblo de Dios”.

Mi mamá atendía las narraciones de don Jacobo embelezada y sentía en el fondo de su alma el dolor de su gente que a lo largo de tanto tiempo no recibió del mundo más que maltrato y desprecio. Aquello lógicamente, para una niña de escasos 10 años, sonaba a lo peor que uno pudiera imaginar.Fue tal el impacto que dejó este personaje en el corazón y la memoria de mi madre que cuando yo trataba de explicarle lo que hoy por hoy (estas charlas tenían lugar hace unos 10 años) es el Estado Sionista de Israel y lo mucho que ha cambiado desde que pudo ejercer dominio sobre el Canal de Suez y someter a Palestina. De aquel pueblo errante y sufrido no queda nada, hoy en día domina la geopolítica y economía mundial, es una potencia atómica y en muchos casos sigue generando tanta antipatía como hace 30 siglos.Largas discusiones munidas en muchas oportunidades de una terquedad ilimitada de mi madre que no quería por nada de este mundo entender que pese a todas sus travesías y tanta experiencia, en lugar de ser un pueblo comprometido con la paz y la solidaridad, su tendencia en la actualidad es la imposición de su voluntad a través de la fuerza bélica y que en muchos casos, hace con el pueblo palestino lo mismo que los nazis hicieron con ellos durante el Holocausto.Como el judío no responde a una nacionalidad optada por el lugar de nacimiento sino más bien por su origen y formación religiosa, además de la importancia que le dan a su apellido si tiene origen semita, su presencia es universal y por lo general están en puestos de decisión política y económica en las instituciones de mayor peso en el orbe, de tal forma que la influencia de su pensamiento y juicios tienen un peso específico imposible de ignorar.Pero ¿cómo es posible que la historia que los ha marcado a fuego con la experiencia del dolor, no le permita a la cúpula política judía tener un pensamiento progresista, solidario y sensato?Y es que la reflexión al parecer no tiene memoria y ese no es un problema de la comunidad hebrea exclusivamente, sino es al parecer un problema del humano en general.Los “pueblos del mundo” aparentemente son incapaces de ver su pasado con el análisis debido para poder lograr un acto de conciencia noble que se llama agradecimiento, ya que este a lo que convoca es a dar lo que se recibió en algún momento.Así como los judíos salieron de Europa escapando de la barbarie nazi, junto a ellos millones de otras nacionalidades también se subieron a un barco buscando en América no precisamente un sueño, sino la tabla de salvación. Cuando tanos, eslavos, gitanos, flamencos, vascos, gallegos, galos y cientos de otras nacionalidades sufrían las atrocidades provocadas por la Segunda Guerra Mundial, los tres subcontinentes les dieron la bienvenida.Occidente les abrió sus brazos generosos y fue tanto así que los americanos somos mestizos en carne y apellido. Muchos se hicieron las américas en base a trabajo fecundo y sus descendientes hoy gozan en estas tierras bendiciones que probablemente sus familias nunca hubieran logrado en su país de origen.Sin embargo, hoy en día, los europeos a nuestros migrantes humillan, denigran, expulsan y cierran el paso como si no tuvieran con nosotros una deuda económica y moral que no sólo data de lo acontecido en el Siglo XX sino de casi cuatro siglos en los que nos colonizaron y robaron lo que quisieron, y si acordarse de que América mantuvo la economía de un continente europeo condenado al hambre y la miseria de no haber sido nuestro descubrimiento.Ni qué decir con lo que acontece con Venezuela. “La Caraqueña” del gran Nilo Soruco  o “Caminando por Caracas” del argentino Piero, son hermosas piezas musicales inspiradas en la capital llanera que durante las décadas de los 60’s, 70’s y 80’s fue el destino de miles de exiliados por los gobiernos militares del cono sur.En Venezuela encontraron no sólo refugio, sino una mano solidaria, trabajo, educación y salud gratuita sin otro requisito que pedir el auxilio en ese hermoso país, sin embargo, ahora que la patria de Bolívar ha caído en desgracia por la gracia de dos tiranos y sus hijos salen en éxodo masivo fugando del hambre y la tiranía política, los otros “países hermanos” les están cerrando la puerta a quienes piden el refugio solidario.Por casa no estamos mejor, luego de la Revolución Nacional, los ojos del progreso pusieron la mirada en el oriente boliviano. Santa Cruz pintaba claramente como el foco del progreso al que la nación debía apuntar para afincar su desarrollo. Desde hacer la carretera, pasando por una vía férrea y el fomento que se le dio a la industrialización con fondos del erario nacional, el departamento oriental debe su enorme crecimiento a la pujanza de sus hombres y mujeres que han hecho posible que en menos de dos décadas hagan lo que otros departamentos no han podido hacer por sí mismos durante dos centenarios, pero también al aporte de todos los bolivianos.De igual manera, es claro que la migración de mano de obra calificada ha hecho bastante por ese progreso, el espíritu comercial de quienes llegaron desde occidente han movido una economía que se ha vuelto pujante y altamente consumista.Pero Santa Cruz no puede desconocer que todo el país y en especial los departamentos mineros han puesto la riqueza de sus entrañas y el trabajo de sus hijos para que todo ello sea una realidad.No voy a incidir en un análisis estéril sobre el tema de los límites y la que parece inexistente función del Instituto Geográfico Militar, sino en la actitud de la dirigencia cruceña que cuando se refiere a las regalías de Incahuasi se la ve tan poco solidaria y tan afirmativa sobre la ubicación del yacimiento gasífero que da la impresión que fueron ellos los que metieron “su gas” bajo la tierra, sin acordarse de que esos reservorios siguen en Bolivia gracias a la sangre y sudor de todos los bolivianos de los 9 departamentos del país que a bala y fuego defendieron la Patria y su riqueza en Villamontes.Olvidar nuestro pasado o hacernos de la vista gorda por los intereses de actualidad coyuntural nos quita nuestro sentido de humanidad, pero lo que es peor, nos olvidamos que el mundo da vueltas y que el día de mañana, podemos estar al otro lado de la vía una vez más. *Es paceño, stronguista y liberal