Un conjunto de torres fúnebres precolombinas luce restaurado en Bolivia

UMALA |

Un conjunto de once chullpares o torres fúnebres luce ya restaurado en el altiplano de Bolivia para rescatar este legado de la cultura aimara, que sobrevive al paso de los siglos y a los saqueos.



Las autoridades bolivianas presentaron hoy la restauración estos recintos fúnebres andinos propios de la cultura aimara del primer milenio después de Cristo, que articulan la historia y la espiritualidad de tres comunidades del altiplano del país.

«Es uno de los reservorios más importantes que tenemos en Bolivia», aseguró la directora general de Patrimonio Cultural del Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia, Leonor Cuevas, en el acto de entrega de la restauración.

El gran espacio que ocupan estos recintos fúnebres de entre el 1000 y el 1470 está ubicado en el altiplano norte de Bolivia, a unos 130 kilómetros al sur de La Paz, en el municipio de Umala.

La ceremonia comenzó con una gran procesión de autoridades locales, diplomáticos y representantes de comunidades nativas, que llegaron al son de ritmos andinos interpretados por tambores e instrumentos de viento.

El epicentro es el yacimiento arqueológico Huayllani-Cóndor Amaya, que en aimara significa sitio de paja en el que el cóndor ha muerto.

En la extensión del recorrido son visibles una enormes estructuras de barro y piedra, generalmente cuadrangulares, dentro de las que existe una bóveda en la que antiguamente se colocaban encogidos los restos humanos.

La técnica de edificación de estas tumbas tiene variantes, puesto que algunas son solo de arena mientras en otras está mezclada con algo de paja y piedra.

Las chullpas, cuyo concepto se asemeja a las pirámides egipcias, son la «materialización de la espiritualidad que existía en el inicio del pueblo aimara», aseguró a Efe la especialista en conservación patrimonial y encargada del proyecto, la griega Irene Delaveris.

El trabajo que se realizó entre julio y noviembre de 2018 consiguió salvar la estructura de once chullpas de un total de 28 que hay en el lugar y que tienen distintas características.

Algunos habitáculos son muy grandes y pueden tener hasta unos diez metros de alto, mientras que otros solo dos, generalmente aquellos que se han derruido por el paso del tiempo.

Delaveris indicó que en el altiplano boliviano, donde abundan estos monumentos, está afincada la creencia de que las chullpas «te pueden entrar en el cuerpo y te puedes morir», lo que ello incidió indirectamente en su conservación ya que la gente evitaba acercarse.

Sin embargo, estos recintos sagrados de la cultura aimara han sido objeto de «saqueos» de momias y restos humanos que en ellos se depositaban, algo «muy preocupante» porque se pierde información histórica de relevancia, advirtió.

El mito en torno a las chullpas relata que era el nombre de un pueblo que vivía de noche, con la luna, y que las puertas de sus casas debían ubicarse al este para evitar los rayos del sol que, creían, iba salir por el lado opuesto. La leyenda cuenta que cuando el sol salió por el este quemaron a las chullpas y murieron.

En el acto se entregó documentación a las autoridades indígenas de Umala, que incorpora la información histórica de los chullpares.

Sin embargo, quedan algunas dudas que los especialistas deben despejar, como la razón del tamaño de cada espacio, si el depósito de cadáveres implicaba un rango jerárquico o por qué algunos son de base circular y otros cúbica.

La reconstrucción de chullpares es la tercera etapa de un proyecto que contó con la colaboración de la Embajada de Suiza en Bolivia, en coordinación con el ministerio, que anteriormente se realizó en los sitios arqueológicos de Culli Culli y Qiwaya, del departamento de La Paz.

Fuente: lostiempos.com