Santa Cruz de la Sierra en tiempos de coronavirus

El panorama ha cambiado desde que empezó la cuarentena, los militares salieron a las calles, la ciudad guarda silencio en la medida de lo posible, las autoridades actualizan cifras cada día y el temor está en el aire y en los grupos de WhatsApp.

Santa Cruz en época de covid-19

Santa Cruz en época de covid-19. Fotos: Jorge Ibáñez

Silvana Vincenti

 Suena bonito decir que no se mueve un cepe, pero no. En época de cuarentena hay gente que trabaja al amanecer y al anochecer, guardias de seguridad, personal municipal de limpieza de calles y recojo de basura, policías y militares, periodistas, etc. Parar por completo no esuna realidad en Santa Cruz. Y sin embargo, por lo menos hasta el cuarto anillo podría decirse que la cuarentena empieza a ser más disciplinada que el primer día.A lo largo de esta jornada, los sitios donde se aglutina la gente son los mercados, los supermercados, farmacias, bancos, Tránsito con riesgoso tumulto de personas por los permisos de circulación. Y pare de contar.Siguen transportándose los ciclistas, las motos de entregas a domicilio, los vehículos de empresas privadas de primera necesidad; continúan atendiendo las ventas de barrio y las ‘pensiones’, algunas a puertas cerradas, fuera del horario permitido, para que la Policía no los encuentre y los sancione.



Sudorosos y estresados, los uniformados no abastecen para atender tanta llamada que pide ‘alzar’ a los infractores. Entre sus muchas ocupaciones, también les toca atender accidentes de Tránsito en una ciudad vacía: violar semáforos en rojo parece ser ‘patrimonio’ cultural, con ayuda de la falta de visibilidad que ocasiona una de las paradas del BRT en construcción, en la intersección de la calle Cochabamba y avenida Irala.La novedad del panorama urbano: los carritos de supermercados empujados por ayudantes a lo largo de cuadras y cuadras, hasta llegar a alguno de los anillos cruceños, a la espera de una propina más jugosa que de costumbre. Los militares revisando permisos de circulación, las misas por redes sociales pidiendo que Dios proteja a Bolivia, la prolongada escasez de desinfectantes en los ‘super’, la sobreoferta de alcohol en gel y barbijos en Market Place (en Facebook), que en tiempos de paro cívico se llenó de bicicletas. Los semáforos despejados de familias que piden dinero o venden dulces. Las filas de motos de ‘delivery’ sin aglomeración de conductores, obedientes a las recomendaciones.Nuevos personajes se rebelan a la cuarentena. Sereres que agarran confianza por el silencio y se asientan sobre el segundo anillo antes del atardecer, pájaros cardenales se acercan a mercados a mediodía, el agua que fluye por los canales se escucha mejor, como si se tratara de ríos.

La naturaleza visita el asfalto, como cuando el fuego arrasó la Chiquitania. Paralelamente, el miedo visita hogares –pobres o ricos- y grupos de WhatsApp. Es Santa Cruz de la Sierra en tiempos de coronavirus.Foto: Los carritos de supermercado van más lejos que de costumbreLos ‘delivery’ hacen las compras completas y las llevan a casaMuchas motos y pocos conductores aglomerados, como medida de protecciónLos supermercados extreman medidas para cuidar a su personalLos ciudadanos resuelven apuros, incluso veterinarios, con bicicletaAfuera de Tránsito se incumplen las medidas de distanciamiento de la cuarentenaNi con la ciudad vacía desaparecen los accidentes de tránsitoLa indisciplina ciudadana de los primeros días demandó presencia militarLas familias temen por sus ancianosLas imágenes que parecían surrealistas de Asia y Europa hoy son parte del escenario nacional