Marcial Fabricano y su hijo vencen a la Covid-19: “Hay que matar al virus, no buscar culpables”

Marcial volvió a su hogar el miércoles, sólo faltaba él, después de que su primogénito Ronald venciera primero al coronavirus. El líder de la marcha indígena de 1990 fue recibido con globos, un coro de niños y esperanza.

Ivone Juárez  / La Paz 

Ramilletes de globos con la palabra “bienvenido” adornaban las paredes del dormitorio que hace más de 30 años comparte con Ruth, su esposa. Afuera sus nietos y sobrinonietos, más de una decena de niños, sostenían pancartas  y globos y comenzaron cantar un himno cristiano apenas  lo vieron atravesar  la verja de madera de su casa en Trinidad,  después de que la ambulancia lo dejara en la puerta y un grupo de periodistas lo entrevistara por unos segundos.



Protegido con un barbijo y unos guantes de látex blancos, Marcial Fabricano, el líder histórico de los indígenas, entró a su casa,  levantó las manos hacia el cielo  y bajó la cabeza en señal de oración, mientras las personas adultas de su familia se sumaban al coro de los niños.

Fotos familia Fabricano

El dirigente indígena de 64 años se mantenía a distancia de sus familiares. No hubo abrazos,  ni besos, pero estaba de nuevo en su hogar, después de 18 días de una lucha cuerpo a cuerpo con el coronavirus, en una sala de terapia intensiva: él, Fabricano, ganó la batalla.

A unos dos o tres metros  del grupo familiar estaba su hijo mayor,  Ronald Fabricano,  cubierto con un barbijo: él también había vencido a la Covid-19, unos 10 días antes. Estuvieron  internados juntos, pero Ronald no llegó a terapia intensiva;  se mantuvo 18 días aislado en un centro Covid -19 en Trinidad, bajo cuidados médicos que le ayudaron a salvar la vida.

Los Fabricano estuvieron entre los cientos de casos de coronavirus que explotaron en Beni hace   más de tres semanas, cuando, abruptamente, se rompió el silencio epidemiológico que  según las autoridades de salud  se mantenía en el departamento; mientras en el resto del país, la pandemia sumaba cada día más y más pacientes.

En medio del azote  de la enfermedad, que llevó a los benianos a una crisis sanitaria en la que  no cuentan con la capacidad hospitalaria ni el personal médico necesario para atender a los casos positivos, Marcial Fabricano y su primogénito que sobrevivieron al virus  tienen un mensaje: asumir la enfermedad y resistirla sin buscar culpables.

“He enfrentado lo que había sido el acecho de un bicho que nadie conoce, que nadie lo hizo, que nadie lo importó, nadie contrató, pero nos llegó y nos tocó vivirlo. Por eso, si es que sabemos que lo tenemos en el cuerpo, tenemos que aceptar la realidad y  buscar cómo atacarlo, cómo matarlo, porque se lo mata. Eso es lo que nos toca a los bolivianos en lugar de buscar  culpables”, afirma contundente Marcial Fabricano en un  breve contacto telefónico con Página Siete desde su casa en Trinidad, Beni.

Marcial añade que lo fundamental es la fe en Dios y “dejar la vida en manos de Él”.

Su hijo Ronald, que tiene 34 años,  se suma al mensaje.  “Los Fabricano hemos ganado a la enfermedad con la fuerza de nuestro Creador. Les pido a los benianos que seamos pacientes, no podemos culpar a nadie; los benianos somos muy valientes y en el Señor y con la familia venceremos a esta enfermedad”, dice.

El joven, que es dirigente de los motocar de Trinidad, llama también a la población beniana a  guardar la cuarentena ,  las medidas de bioseguridad y el distanciamiento físico para cortar la cadena de contagios.

Sin embargo, los dos indígenas lamentan las precarias condiciones en la que se encuentra el sistema de salud en Beni;  ellos sintieron en carne propia los efectos de esa situación, pero están agradecidos por la atención y ayuda que recibieron de médicos, enfermeras y el resto del personal de salud de la región.

En su calidad de líder, Marcial Fabricano, con la voz  pausada que lo caracteriza,  pide permiso para referirse al sistema de salud, pero no sólo al de Beni, sino al de Bolivia,  sobre todo ahora ante la prueba que le  pone el coronavirus.

“El sistema de Estado que vivimos históricamente en Bolivia nunca estuvo preparado para ser responsable de sus altas funciones: la salud y la educación, más allá de la economía, que es determinante. La salud y la educación son sus altas funciones porque en ellas se basa el desarrollo humano”, afirma.

Al recordar los días que pasó bajo control médico, dice: “No sé cómo los médicos, enfermeras y los trabajadores se las batieron para trabajar día y noche, con las limitaciones que tienen, atendiendo a la gente que llega y llega en busca de auxilio. En ese momento cuesta no pensar en quiénes son los responsables, pero tenemos que aceptar que no es el momento de buscar culpables”.

Su hijo Ronald añade que la muestra de esa debilidad en el sistema de salud  él la sintió cuando enfermó.  “Al principio las autoridades fallaron, la infraestructura hospitalaria en Beni es insuficiente; al principio, cuando se presentaron los primeros casos, llamábamos para pedir una  ambulancia pero nadie venía”, relata.

Ronald estuvo entre los primeros 50 benianos que dieron positivo al virus, después de más de un mes del silencio epidemiológico que supuestamente se mantenía en la región.  No entendía cómo contrajo la enfermedad porque había guardado celosamente la cuarentena y sólo se había brindado para repartir alimentos entre sus vecinos, para ayudarlos a soportar el aislamiento.

“Aguantamos tanto tiempo, 40 días, cumpliendo la cuarentena, comiendo lo que teníamos para no romper el aislamiento; comimos arroz con huevo, todos los días; ¡Algunos vecinos estuvieron sólo con arroz!”, contó decepcionado a  esta periodista el 24 de abril, mientras esperaba  en un centro Covid-19 los resultados de la prueba para saber si tenía  o no la enfermedad.

Pese al fuerte dolor de cabeza y en el pecho que soportaba y la desesperante  dificultad para respirar, se mantenía firme. “Resistimos tanto tiempo con la cuarentena,  no nos podemos dar por vencidos ahora …Yo voy a salir de ésta”, dijo a sus paisanos.

Pero un sentimiento de preocupación no lo dejaba: haber contagiado a su familia.  Unos días después su padre, Marcial Fabricano, dio  también positivo a la Covid -19.

Marcial cuenta que cuando comenzó a sentir los síntomas de la enfermedad se quedó en su domicilio por casi dos semanas, combatiendo, pero su cuerpo no pudo resistir solo y tuvo que buscar ayuda médica.

“Combatí una semana íntegra en mi domicilio, con medicinas naturales,  luego de eso, con consejos médicos, aplicamos medicamentos que me sujetaron en algo y con eso aguanté cinco días más; pero ya no pude soportar más y tuvimos que buscar el auxilio del sistema de salud, con el que hasta hoy me siento muy agradecido, reconozco el esfuerzo sobrehumano que realizaron médicos y enfermeras en medio de tantas limitaciones”, relata.

Mientras se encontraba en terapia intensiva, Beni contenía el aliento ante la posibilidad de que la pandemia pudiera arrebatarle a su símbolo de la lucha por los derechos indígenas. Docmar Fabricano, sobrino de Marcial, recuerda que fueron días y horas de gran preocupación que llegaron a la angustia cuando en las redes sociales comenzaron a circular mensajes de condolencia ante el rumor de que Marcial había muerto.

“Tuvimos que desmentir la noticia, aclarar que mi tío estaba vivo, y ahora está de regreso con nosotros”, afirma el joven.

Ronald, hijo de Marcial, confiesa que sintió mucho miedo al saber que su padre se encontraba ya en terapia intensiva, pero afirma que nunca perdió la fe en que se recuperaría.

“Como seres humanos tenemos nuestras emociones, yo tenía miedo,  pero ahí está la valentía; se recuperó y está nuevamente con nosotros, guardando todos los protocolos de bioseguridad que recomiendan los médicos”, señala.

Marcial Fabricano afirma que en esos momentos él tomó una sola  decisión: Ponerse en las manos de Dios.

“La  misericordia de Dios,  el ponerme y sentirme en sus manos; aceptar que mi vida no es mía, sino la que él me regaló, y que él es el que decide si la toma o la añade, me  ayudó en esta lucha”, expresa.

Y en medio de su numerosos  familiares -entre los que cuentan sus cinco hermanos, hijos, sobrinos y nietos-  que el miércoles lo recibieron con gran algarabía,  el líder indígena continúa reponiendo la fuerza física y espiritual  que  concentró en su pelea contra el virus. Es otro capítulo más de la vida de Fabricano,  quien durante más de un mes caminó desde Beni hasta La Paz, encabezando una marcha de indígenas que le pedían al Estado boliviano: territorio y dignidad.

Fuente: Página Siete Digital