Retazos de nuestra historia y el indigenismo demagógico del masismo cocalero

Napoleón Bonaparte: “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Y podemos añadir: con todos sus horrores y errores.

Bolivia es un extenso país, que nació en 1825 a la vida Republicana con algo más de dos millones kilómetros cuadrados, escasa población y total desconocimiento de su basta geografía. Estaba regido por un Estado centralizado, enquistado en los Andes y viviendo de las minas y los indígenas.
Como producto de este abandono y ausencia de control sobre su territorio, los países vecinos se apropiaran de más de un millón de kilómetros cuadrados y así la superficie con la que se fundó el país, en pocos años se redujo a la mitad.



Un país de gran riqueza y diversidad en su geografía, recursos naturales y cultura. En la zona andina de montañas imponentes, pocas pero muy pobladas naciones indígenas, bien estructuradas, asentadas y establecidas en pueblos, como resultado del dominio sobre ellas del Imperio Incaico. En la extensa Amazonía de ríos y bosques exuberantes, deambulaban varias y pequeñas tribus y luego se añadieron algunos aventureros de origen español que vinieron por el río de la Plata (sin plata), los que durante su periplo hacia las tierras altas de la plata se mestizaron con las mujeres guaranís.

Cada región de Bolivia es portadora de una diferente historia política y económica: En el área andina, vinculada a la minería y la explotación indígena, el Gobierno de la República de mestizos españoles, tenía a su cargo la economía, a los indígenas y la política. En las tierras bajas del oriente, lejanas, desvinculadas y totalmente ignoradas, el Estado Nacional estaba ausente y  la población se las buscaba como vivir.

Estas tierras orientales permanecieron durante décadas “lejos de todas partes”, postergadas e ignoradas por el Gobierno Nacional. Recién a partir del año 1952 como producto de la Revolución del MNR y la estrategia de Marcha hacia el Oriente, el Estado Nacional descubre su potencial para producir los alimentos que el área minera importaba del Perú y Chile.

Se empieza con la integración caminera, la carretera de Cochabamba a Santa Cruz y luego hacia Yapacaní; la promoción de la actividad agropecuaria y su vinculación con los mercados, lo que inmediatamente produce una masiva migración hacia Santa Cruz. Esto explica el por qué actualmente las tierras bajas son el motor de la economía agropecuaria nacional.

La Santa Cruz de la Sierra de los años 1950 era un pueblo de cincuenta mil habitantes y en los años 2.000 es la región más dinámica y productiva del país y también la más poblada, llegando en el año 2018 a  albergar en su ciudad capital poco más de un millón ochocientos mil habitantes.
En Santa Cruz de la Sierra la población está constituida en alrededor de un treinta por ciento por los descendientes de los antiguos cruceños y en un setenta por ciento de población migrante. Una migración de origen principalmente aimara-quechua y bastante menos de otros Departamentos y que se inicia en los años de 1953 y en adelante. En algunas Provincias cruceñas, la población de origen andino es cercana al cien por ciento, Cuatro Cañadas, San Julián, Yapacaní, etc.

A fines del Siglo XX la avanzada del castrochavismo por las tierras sudamericanas, emerge en Bolivia con el MAS como operador político impulsado por el Foro de San Pablo, el que en su estrategia publicitaria de poder incorpora adicional y aviesamente el indigenismo. Se trata de utilizar el sentimiento de identificación étnica y resentimiento social de una parte de la población boliviana y especialmente de las etnias aimara y quechua del área andina, para apoyar su proyecto político de poder y dominio.

El MAS cuando toma el poder y con una asesoría muy bien pagada a los ideólogos españoles de Podemos, fabrica una Constitución a su imagen y necesidad y entre otros aspectos elimina la República Democrática y plantea el Estado Pluricultural, populista y cocalero, donde se determina la existencia de 36 naciones originarias. En  el censo del 2012 y sobre la autodeterminación étnica, se elige la pertenencia a las 36 naciones y los ninguno.

Debemos entender que la demagogia indigenista del MAS es un instrumento más de su proyecto ideológico populista y denunciar este discurso falsamente indigenista, como lo que realmente es: un discurso de odio con el que manipulan a los pueblos originarios para utilizarlos como instrumento para consolidar sus propios intereses económicos y de poder.

Actualmente estamos viviendo, más bien soportando una triple pandemia: sanitaria, económica y política y ahora más que nunca el pueblo tiene que estar unido con un norte común, conciencia práctica, responsable y solidaria. Dirigentes políticos honestos, idóneos y valientes para tomar decisiones oportunas; decisiones que hoy son difíciles de aceptar por una población que está aterrorizada e incrédula.

El saber popular nos dice; que necesitamos conocer el pasado para entender el presente y prepararnos para construir el futuro. Y como la responsabilidad empieza por casa, no podemos esperar que otros solucionen nuestros problemas, debemos hacerlo cada uno de nosotros.

La población está polarizada entre la visión populista cocalera, que les ofrece soluciones estatistas que han mostrado ser fracasadas, pero que con un discurso demagógico, cocinado y condimentado con indigenismo, resentimiento, coca, narcotráfico, contrabando e impunidad, convence a muchas personas.

En este nuestro proceso de construcción institucional, lo importante es edificar una Identidad Nacional que se asuma y sea orgullosa de sus particularidades y no 36 naciones diferentes. Si de verdad queremos un país viable que se proyecte al futuro, necesitamos una sociedad unida y responsable, que entiende y valoriza la democracia, el trabajo, la diversidad étnica y cultural y  para ello la mejor opción es conformar y afianzar la Nación Boliviana, Republicana, Democrática y Federal.

Fuente: ovidioroca.wordpress.com