Un mundo post pandemia y revolución 4.0: vida, trabajo y economía

El mundo ya cambió y lo hizo drásticamente, por lo que nosotros necesitamos cambiar para adaptarnos a la nueva situación y esto implica dejar de lado muchas normas e instituciones ya agotadas y formas productivas contaminantes y depredadoras, que no responden a estos tiempos de conciencia ecológica, nuevas tecnologías e información.

En este proceso, lo importante es fijar nuestras metas y tener claro lo que queremos para nuestra persona, nuestra familia y el entorno social y ecológico en el que queremos vivir. Esto implica definiciones y acciones sobre nuestro sistema productivo, de economía y de vida, y aquí viene el sentido común y la premisa que puede o no ser asumida: Lo que finalmente interesa es el bienestar de las personas y el de su entorno familiar, social y ambiental y esto especialmente ahora cuando evidenciamos nuestra debilidad, como especie homínida, frente al nuevo entorno ambiental y de cambio climático y el biológico, evidenciado por el coronavirus chino.

Nos encontramos ante desafíos globales cada vez más claros y que requieren de respuestas también globales y útiles para los intereses y motivaciones de las actuales generaciones. Por nuestra condición humana biológica y social, avizoramos al menos dos peligros: el primero y más sensible es nuestra fragilidad frente al entorno viral que nos aísla y cambia nuestro relacionamiento con las personas y la naturaleza. Vemos y sentimos actualmente que como consecuencia de una pandemia coronavírica, nos toca vivir en un mundo menos abierto, menos próspero y menos libre.



El segundo peligro, menos perceptible para las personas pero a la corta de mayor impacto; el acelerado cambio tecnológico, llamado de cuarta revolución industrial, 4.0, que nos afecta a todos y especialmente a una parte de la sociedad menos calificada y que carece de las necesarias capacidades para convivir en este nuevo sistema tecnológico y productivo.

Esta es una revolución industrial que está marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas y que está cambiando el mundo tal como lo conocemos. En el Foro de Davos (Enero del 2020), hubo un anticipo de lo que los académicos tienen en mente cuando hablan de Revolución 4.0: Nanotecnologías, neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D. Las tecnologías como en todo, depende como y para que se las utilice.

Esta nueva revolución industrial beneficiará más a quienes sean capaces de innovar y adaptarse, que son minoría. Se augura que la cuarta revolución industrial podría afectar en los próximos seis años, al menos a diez millones de empleos debido a la automatización de labores y la desaparición de intermediarios y que al mismo tiempo que también se crearán algún millón y poco de puestos de trabajo calificados y relacionados con las nuevas capacidades y habilidades digitales exigidas.

Hoy el colapso de la economía mundial, exacerbado por la pandemia, esta dejando ya millones de desempleados y si esta pandemia u otras parecidas se hacen permanentes, seguramente la recesión se extenderá y podría causar mayor inestabilidad global, más fisuras en Europa e incrementar los roces ya visibles entre Occidente y China la gran potencia, en planificada y agresiva expansión mundial.

Un dato importante que nos señala esta nueva economía, es que el concepto de reservas estratégicas que antes se limitaba al mundo energético, se expandirá al tecnológico y al biotecnológico y obligará a un control industrial de determinadas actividades para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos y que para ello se instalaran modelos nacionales más autárquicos. Es también importante resaltar, y especialmente para nosotros, que el sector primario ahora se ha convertido en estratégico; pensemos en la agricultura y la agroindustria.

Bajo esta perspectiva y en nuestro futuro próximo, lo más importante será entender en qué mundo queremos vivir. Uno menos consumista y más natural o seguir la tendencia actual depredadora de la naturaleza.

En todo caso necesitamos conocer las habilidades que serán requeridas para los nuevos trabajos y empleos, tanto en una economía ecológica como industrialista y pensar cómo educar a las personas para ocupar esos puestos y liderar los cambios del mañana. Desafíos planteados que recaen en primer lugar sobre los ciudadanos, los propios trabajadores y empresas, pero también sobre la política pública y en particular en las instituciones educativas y la regulación de las relaciones laborales.

Por este camino andamos y ahora con cada vez más personas que piensan, que lo que se requiere para vivir planamente: es un mundo verde, inteligente y justo y esto se puede lograr utilizando con inteligencia y sensibilidad las tecnologías, respetando al medio ambiente y la ecología.

Quiénes somos, de dónde venimos, y a dónde queremos ir; es la pregunta de siempre y la verdad es que es más fácil auscultar y diagnosticar; lo difícil es recetar y curar.

Fuente: ovidioroca.wordpress.com