Conozca los pueblos que mantienen a raya el Covid-19 con sus propias medidas

Se trata de Pucará, Boyuibe, Gutiérrez, Cuevo, Postrervalle y Santo Corazón, donde no se ha registrado ningún caso positivo de coronavirus. Para el ingreso, todo visitante debe exhibir el resultado de su prueba rápida. Los vecinos son celosos guardianes

Berthy Vaca J

El coronavirus ha penetrado y causado dolor en la mayor parte del país desde su llegada a Latinoamérica, pero hay poblaciones que lo mantienen a raya con medidas de encapsulamiento, secundadas por reglas propias de cada comunidad. Entre esas localidades están los municipios de Pucará, Boyuibe, Gutiérrez, Cuevo, Postrervalle y Santo Corazón (cantón del municipio de San Matías), que hasta ayer no tenían casos positivos.



¿Qué han hecho para mantenerse indemnes? Han aplicado reglas propias a partir de las básicas emanadas por el Gobierno central y el departamental: encapsulamiento, protocolos de vigilancia estricta, puntos de abastecimiento en las afueras del centro urbano y la participación de los vecinos que alertan de la llegada de extraños a sus comunidades.

No es nada fácil frenar el contagio porque a diario llega gente intentado ingresar para vender sus productos o para proveerse, puesto que estos municipios son productivos.

Por ejemplo, en Pucará (provincia de Vallegrande) se impide el ingreso a los foráneos desde el inicio de la cuarentena, con trancas en sus accesos. “No se deja entrar a extraños y los que están de paso a otros sectores, se los hace cruzar rápido para que no se queden”, dijo Wilson Durán Flores, director interino de los tres centros de salud de este pueblo de 2.000 habitantes.

Las actividades son casi normales, aunque se respetan horarios de circulación. Como Pucará produce papa, maíz, frutas, verduras y ganadería, estos productos son llevados a la capital cruceña por transportistas que extreman cuidados para no contraer el virus en Santa Cruz, caso contrario, ante la menor sospecha, se los aísla por 15 días en un centro instalado para el efecto.

Patrulleros civiles

Boyuibe, un municipio de 6.500 habitantes, fronterizo con Paraguay, tiene apenas dos policías pero los vecinos se han convertido en celosos vigilantes e incluso en patrulleros, pues, la carretera internacional Santa Cruz-Yacuiba cruza por medio pueblo y lo hace vulnerable al virus.

La alcaldesa Alejandría Vacaflor ha formado siete patrullas civiles en motos que están atentas a la llegada de buses y de otros vehículos. En caso de que bajaran pasajeros con la intención de quedarse, les exigen el resultado de la prueba rápida y, si no tienen, los obligan a retirarse, pagando de su bolsillo.

Aún con el negativo en mano, deben aislarse en un colegio alejado, donde hasta hace unos días había más de 50 personas confinadas.

“Hemos despachado a tres comerciantes que dieron positivo; nos estamos cuidando porque no tenemos apoyo de nadie, ni del Sedes ni del Ministerio de Salud. A ver, hasta qué día aguantamos, estamos muy preocupados por la llegada de los nuevos conscriptos; los vamos a dejar entrar, pero harán su aislamiento en el colegio, lejos del pueblo”, dijo Vacaflor, quien se mostró agobiada porque hubo soldados que presentaron síntomas de la enfermedad causada por el Covid-19.

Comerciantes, no entran

Gutiérrez ha encapsulado a sus 14.000 ciudadanos urbanos y de sus comunidades, incluyendo las dos capitanías indígenas.

“Los venteros no entran”, dice tajante el alcalde Francisco Taborga y, si se aproximan, deben presentar una nota sanitaria que certifique el negativo de una prueba de Covid.

El control se lo realiza en la única entrada al pueblo y en los ingresos a las capitanías indígenas Kaguasú y Kaipependi. “La gente se ha educado; acá no hay mercado, se abastecen en las ventas, lo cual evita las aglomeraciones. Los hermanos guaraníes están haciendo caso de las recomendaciones nacionales, obedecen el lavado de manos y el uso de barbijo”, señaló Taborga.

La gente hace sus actividades normales, pero esta semana habrá un encapsulamiento de cuatro días, para que brigadas médicas ejecuten un rastrillaje en busca de sospechosos de coronavirus.

Todos por Cuevo

En Cuevo (provincia Cordillera), de 5.052 habitantes, según el censo, se mantiene sin casos gracias a un plan organizado por la Alcaldía, la Policía, el Ejército y el sistema de salud.

Desde el inicio de la cuarentena, se instaló un puesto de control en la carretera, a 15 km del pueblo y los demás accesos están cerrados. Hasta dicho punto llegan los camiones con verduras y víveres y, allí, hacen negocios con los comerciantes locales bajo la mirada de militares y personal médico que exigen la distancia física y el uso de barbijos, guantes y gafas.

Asimismo, a los vendedores se les exige la prueba del Covid-19, aunque sea rápida. A los vivientes o familiares que llegan, se les pide la pruebas PCR para que ingresen y, además, tienen que hacer cuarentena dentro del municipio para acceder a un certificado y se incorporen a la sociedad.

La población puede salir desde las 6:00 hasta las 18:00 y los sábado y domingos en bicicleta. Por otra parte, en las 17 comunidades se ha designado un responsable de vigilancia epidemiológica para alertar de cualquier caso.

“Hemos informado por los medios de prensa sobre el peligro del coronavirus. Hemos entrevistado a médicos como el Dr. Herland Vaca Díez que ha dado sus consejos y también hablamos con personas que han superado el mal, para que cuenten sus experiencias. Se habló mucho con los vecinos para que reporten si alguien está llegando y, ellos mismos, los han aislado y han llamado a los médicos. Estas disposiciones nos están dando resultado. Seguiremos peleando hasta donde se pueda, porque ahora me han informado que han llegado soldados de otros lados al cuartel, por ahí nos traen el mal”, manifestó Marcelo Villagrán, alcalde de Cuevo.

Postrervalle restrictivo

El municipio de Postrervalle, con un total de 2.500 habitantes en el centro y en sus comunidades, como Pucará, están sin casos positivos de Covid-19 en la provincia Vallegrande; en cambio, sus hermanos Moro Moro, El Trigal y la capital Vallegrande, han registrado pacientes con el virus.

El alcalde Benito Romero Rojas lo atribuye a la rígida disciplina impuesta desde el comienzo de la pandemia, algo que molesta a varios habitantes, pero  es la única forma de evitar que llegue la enfermedad.

Las actividades tienen restricciones emanadas por un decreto municipal que permite la circulación en el horario de 6:00 a 18:00. Los sábados y domingos no debe haber movimiento.

“No dejamos entrar a muchas personas ni a familiares de los pobladores. Los que ingresan, van a aislamiento por 14 días y, después, son sometidos a una valoración médica; luego, se les permite que hagan su vida en el pueblo”, expresó Romero.

El recóndito Santo Corazón

Santo Corazón es un pueblito de tierra adentro de unos 1.000 habitantes. Pertenece al municipio de San Matías, del que lo separan 350 km, por lo que su gente sale a abastecerse a Roboré, situado a 125 km. Allí no ha llegado el virus por la lejanía y porque han cerrado los caminos a los extraños.

Se han organizado el subalcalde, el cacique mayor de los indígenas, el control social, el corregidor y los presidentes de barrios.

Han designados guardianes en los puntos de acceso, donde hay trancas, en las que dejan salir e ingresar ciertos días de la semana. Asimismo, supervisan que los parroquianos de las comunidades indígenas Bahía Negra, San Fernando y Pozones, situadas más adentro, pasen sin quedarse en Santo Corazón.

“No podemos cortar el acceso a esas personas porque la vía a sus pueblos pasa por Santo Corazón. Las autoridades están abriendo un camino alterno que pronto estará listo para que no ingresen por aquí”, manifestó Cristiane Flores Pedraza, la única médica que trabaja en ese lugar.

Hace dos semanas, una mujer llegó al centro de salud con síntomas que alarmaron a los presentes, pero luego se confirmó que era faringo amigdalitis.

La médica, una enfermera y un funcionario que controla la malaria en la zona, hicieron un rastrillaje casa por casa y no hallaron sospechosos de coronavirus. De paso, se les recomendó adoptar las medidas de higiene.

La llegada de conscriptos con covid-19 a cuarteles de Boyuibe y de Cuevo, causa inquietud y molestia en la gente

La llegada, sin previo aviso, de buses llenos de conscriptos a los municipios de Boyuibe y Cuevo, para ambos cuarteles, correspondiente al segundo escalón del servicio militar, causó preocupación en las autoridades y en los pobladores, porque varios soldados dieron positivo para coronavirus en las pruebas rápidas que se les tomaron.

Los alcaldes de estas poblaciones, a las que el virus todavía no había llegado, lamentaron la irresponsabilidad de los jefes militares que trastocaron los planes de bioseguridad al hacer ingresar a los conscriptos trasladados desde Cochabamba sin tomar medidas de seguridad.

La alcaldesa Alejandría Vacaflor indicó que la noche del viernes llegó un bus con 60 soldados, sin el distanciamiento respectivo, lo cual causó un revuelo en la población que exigía que regresen a su lugar de origen, pero finalmente la Alcaldía los llevó a un colegio.

El comandante del Regimiento Campos VI de Infantería ni siquiera tenía pruebas rápidas. El municipio tuvo que conseguir para aplicarlas a los soldados. 22 dieron positivo, de los que 10 ya estaban superando el mal.

“Echaron al retrete nuestros planes, tuvimos que alquilar un alojamiento para aislar a estos jóvenes. la gente está muy molesta, porque se ha cuidado mucho para que nos hagan esto”, se quejó justificadamente Vacaflor.

En Cuevo, un bus llegó con 33 conscriptos de Cochabamba. El comandante del cuartel los hizo pasar la tranca sin el control respectivo y los llevó a un inmueble de uso militar, donde están aislados. El domingo se tomó la prueba a 10 soldados y uno dio positivo. El lunes se iba a tomar la prueba los restantes, dijo Juan Pablo Quispe, asesor de prensa del municipio.

La alcaldesa de Boyuibe y su colega de Cuevo confirmaron que la población local sigue libre del coronavirus.