Entre encuestas y fatalidades

 

Hemos esperado hasta hace unos minutos, en que el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), informó sobre la modificación la fecha de las elecciones generales, como pedía casi todo el país con excepción del MAS. Una vez que sabemos que los comicios se realizarán el 18 de octubre, 42 días después de la fecha antes fijada, muy poco varía la situación en cuanto a las últimas encuestas. Es decir que no es necesarios quemarlas todavía.



Existen solo tres encuestas a las que hemos tenido acceso. Una, la anunciada por el cuestionado postulante masista, Luis Arce, informando que su candidatura ya está por encima del 40% de apoyo, la de Mesa alrededor del 30% y la de Añez por el 15%. Esa información mostraría que Arce es un ganador en primera vuelta, sin derecho a pataleo para la “derecha”.

La otra encuesta, presentada por IPSOS y RTP, señala que Arce y Mesa empatan a 26 puntos a nivel nacional, seguidos por Jeanine Añez con 14% y L. F. Camacho con 9, entre los más importantes. La encuesta no estaría tan mal, si no fuera que se trata solo de una consulta a nivel urbano, realizada en las capitales de departamento.

La tercera encuesta, de Mercados y Muestras para Página 7, ubica a Arce con el 24%, Mesa con 20%, Añez con 16, Camacho con 5, Tuto y Chi, con 3%. La prueba tiene la importancia de contabilizar el voto urbano y rural, como debe ser.

Tres encuestas no son suficientes como para realizar un juicio objetivo del tema. Mucho menos si es que la candidatura de Arce está en entredicho, así como la personería jurídica del MAS, que, si el TSE sanciona de acuerdo a las demandas de varias agrupaciones políticas y a la jurisprudencia, podría dejar abierto un nuevo panorama electoral. También, por supuesto, a Bolivia en pie de guerra, debido a que el MAS se expresaría masivamente a través de la violencia callejera.

¿Vamos a empezar otra vez como si estuviéramos en octubre pasado? ¿Qué sucedió con la huida del tirano y la “revolución de las pititas”? Lo cierto es que se produjeron varios hechos, algunos fueron errores y otras, situaciones fatales. Entre los errores estuvieron el haber permitido que el MAS impusiera la prolongación de la legislatura 2014-19 que debió cesar el 22 de enero, donde tenían los dos tercios. Con esa concesión, el MAS, que se sentía abandonado y asustado, se apaciguó, se rearmó, y empezó a diseñar su resistencia. Pero, además, tampoco se solicitó al TSE, una imputación contra Evo Morales y el MAS por el fraude de octubre y la desobediencia al resultado del 21-F, que atentaron contra la institucionalidad y que costaron grandes sumas de dinero. Tampoco el Gobierno se molestó en manifestarse contra Arce, luego de su enorme metida de pata, que, si el TSE estima legal, debería eliminarlo como candidato.

Hasta comienzos de este año, la popularidad de la presidente Añez era óptima entre la ciudadanía, porque había puesto freno a la insurgencia masista, se tenía buena opinión del desempeño de sus ministros durante la terrible caída de los precios del gas, y se había convocado a elecciones generales para el 3 de mayo. No obstante, sucedió lo inesperado: Jeanine Añez anunció, a fines de enero, su candidatura a la Presidencia. Desconcertó a la mayoría de los bolivianos e indignó a muchos políticos que hasta entonces la habían apoyado.

Y para colmo, llegó la peste. El Covid apareció como la Parca lanzando guadañazos. Se debió proceder a la cuarentena, y, en plena carencia de recursos, la Presidente emitió bonos para ayudar a una población angustiada que había dejado de tener ingresos. Es obvio que, si el dinero lo había malgastado Evo Morales, el Gobierno recurriera a endeudarse, como todos los países de la región.

Pero el error de haberle dado oxígeno a la Asamblea de mayoría masista, significó que toda iniciativa de la señora Añez quedara frenada. No solo están entrabados cruelmente los créditos y donaciones destinados a combatir el Covid, sino que los masistas decidieron castigar a los militares que se habían inclinado por la democracia y bloquearon sus ascensos. Con esa actitud el MAS no ha dejado otra salida que gobernar por decreto, porque el país no se va a paralizar.

Ahora se vienen las elecciones el 18 de octubre y la nación tiene que votar. Como están las cosas, salvo cambios inesperados como la inhabilitación de Arce Catacora, Jeanine Añez debería renunciar a su candidatura para que el MAS no se lleve una victoria en primera vuelta. Ella tendría que ser el fiel de la balanza, la restauradora del poder legítimo, y dueña del respeto de todos.