Los secretos del noviazgo del príncipe Harry y Meghan Markle: de los mensajes en clave en las redes sociales a una dolorosa traición

Posteos crípticos en Instagram, una escapada romántica y un amor casi instantáneo fueron los primeros pasos felices de la pareja, antes de que los tabloides británicos cayeran sobre ellos

"Finding Freedom, Harry and Meghan and the Making of a Modern Royal Family", el libro de Omid Scobie y Carolyn Durand sobre los duques de Sussex, saldrá el 11 de agosto en inglés. (Backgrid/The Grosby Group/Lagencia Grosby)
«Finding Freedom, Harry and Meghan and the Making of a Modern Royal Family», el libro de Omid Scobie y Carolyn Durand sobre los duques de Sussex, saldrá el 11 de agosto en inglés. (Backgrid/The Grosby Group/Lagencia Grosby)

Infobae



Desde que The Times comenzó a publicar anticipos de Finding Freedom, Harry and Meghan and the Making of a Modern Royal Family (En busca de la libertad: Harry y Meghan y la creación de una familia real moderna), el libro de Omid Scobie y Carolyn Durand, todos los medios del mundo han seguido los acontecimientos que terminaron con la decisión de los duques de Sussex de abandonar sus tareas oficiales en la familia real y mudarse a los Estados Unidos, donde actualmente residen en Los Angeles. En esta tercera entrega sobre el libro que Harper Collins publicará el 11 de agosto en inglés, se cuentan, en traducción de Infobae, los momentos claves que vivieron antes del casamiento.

La primera cita de Harry y Meghan

La pareja prefiere mantener en el misterio, incluso para los amigos cercanos, la historia del casamentero que los presentó. La única pista que Meghan dio a sus amigos es que el primer encuentro con Harry fue “casual”.

Harry pronto comprendió que impresionar a Meghan iba a ser más difícil que simplemente ofrecerle una de sus sonrisas enormes. “Realmente voy a tener que mejorar mi juego”, dijo él sobre la primera cita. “Tendré que sentarme y asegurarme de que tengo una conversación interesante”.

Quizá ella percibió su nerviosismo, porque la pareja se mostró algo tímida al comienzo. Sin embargo, no les llevó mucho comenzar a conversar fácilmente. Muy fácilmente. Sentados en dos sillas individuales de terciopelo, se mantuvieron “en su pequeño mundo privado”, dijo una fuente.

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Harry habló sobre su trabajo de beneficencia y le contó entusiasmado historias de sus largos viajes a África. Sus “pasiones por cambiar las cosas para mejor”, como Harry describió, fue, como dijo Meghan, “una de las primeras cosas con las que conectamos”.

Al final de la velada, que había durado casi tres horas, Harry y Meghan se fueron cada uno por su lado. A pesar de la palpable atracción entre ellos, no hubo beso de despedida, ni expectativas, sólo la insinuación de que había algo entre ellos y que esperaban volver a verse pronto.

Nadie vio venir lo que sucedió a continuación. “Casi de inmediato estaban mutuamente obsesionados”, dijo un amigo. “Era como si Harry estuviera en trance”. Meghan llamó a una de sus amigas: “¿Te parezco loca si te digo que esto podría funcionar?”, le preguntó.

Mensajes en clave en las redes sociales

Aunque compartió en las redes sociales buena parte de su visita a Londres, Meghan sabía que debía mantener en secreto sus citas. Pero había pistas visibles. Alrededor de su primer encuentro, ella comenzó a seguir una cuenta de Instagram de aspecto misterioso, denominada @SpikeyMau5. Sin foto visible en el perfil, sólo un casco con forma de ratón, no habría significado nada para la mayoría de la gente. Pero, en realidad, era la cuenta privada de Harry. Como fan de la música house, creó el seudónimo usando parte del nombre de uno de sus DJs favoritos, Deadmau5. Spikey surgió de un alias de Facebook que Harry había usado para una cuenta que tuvo bajo el nombre de Spike Wells. “Spike” era el apodo con que a veces se aludía al príncipe, en particular entre los oficiales de Scotland Yard.

Mucho más audaz fue la publicación de Meghan en Instagram, la misma noche de su primera cita a solas: una foto de los caramelos Love Hearts, un caramelo que decía “Bésame”, y el epígrafe “LoveHearts en #Londres”.

Quién sabe si tuvo sentido para otros, pero Harry entendió el mensaje.

La noche de su primera cita a solas con Harry, Meghan Markle publicó en redes una foto de un caramelo Love Hearts, que decía “Bésame”, con el epígrafe “LoveHearts en #Londres”.
La noche de su primera cita a solas con Harry, Meghan Markle publicó en redes una foto de un caramelo Love Hearts, que decía “Bésame”, con el epígrafe “LoveHearts en #Londres”.

Hechizada

Meghan tenía suficiente experiencia en citas con hombres como para distinguir a un seductor apenas lo veía, y obviamente Harry no lo era en absoluto. En todo caso, se mostraba sin filtro. Si bien estaba claro que él quería impresionarla con detalles sobre su trabajo, hablaba sin pensar de más y jamás hizo mención siquiera a ser de la realeza, o un príncipe. Lo máximo que admitió entonces era que su vida era “a veces un poco loca”.

Seis semanas más tarde Harry dijo que quería invitarla a un viaje. Le dijo que llegara a Londres, y que él se ocuparía de lo demás. Como había volado desde Toronto, Meghan pasó una noche con Harry en el palacio de Kensington antes de tomar un avión a Johannesburgo la semana siguiente. A eso le siguieron dos horas en un avión privado ligero hasta el aeropuerto internacional de Maun. Luego saltaron a una 4×4 para ir hasta el delta del Okavango, un impresionante humedal de 1,5 millones de hectáreas en el área de safaris de Botswana. Pasaron la mayor parte del viaje en una de las carpas de lujo de USD 1.957 la noche.

Un amigo dijo: “Regresó sonriente, completamente hechizada”. Tenía el teléfono lleno de fotos: de la naturaleza que habían admirado, instantáneas sencillas de ella, selfies con Harry. Según el amigo, si Meghan no hubiera tenido que regresar a Canadá por su trabajo y Harry a su vida en Londres, “hubieran pasado felices todo el verano allí, juntos”. Meghan dijo que ella y Harry hablaban mucho, sobre cosas que rara vez ella compartía con otros.

Tras el viaje a África con el príncipe Harry, Meghan Marlke "regresó sonriente, completamente hechizada”. (REUTERS/Hannah McKay)
Tras el viaje a África con el príncipe Harry, Meghan Marlke «regresó sonriente, completamente hechizada”. (REUTERS/Hannah McKay)

“Nunca me sentí tan segura”, le dijo Meghan al amigo, “tan cerca de alguien en tan poco tiempo”.

Lo que siguió fueron meses de encuentros clandestinos. Harry tomó vuelos comerciales, aunque solía ser el último en subir y el primero en bajar del avión.

Algo para siempre

Desde el viaje de la pareja a África, el romance había avanzado por la vía rápida. “Técnicamente esa escapada fue solo su tercera cita”, dijo un amigo sobre Botswana, “pero para entonces cada uno de ellos jugaba con la idea de que tal vez podrían estar ante algo para siempre”.

Meghan se zambulló de cabeza. Nada podía hacerla ir más despacio, ni siquiera un amigo que le advirtió contra involucrarse con Harry. “Odian a las esposas y las novias de la realeza. Te van a atacar”, dijo. “Mira el caso de Diana”.

Noticia bomba

A poco tiempo de haber comenzado a salir, Harry y Meghan jugaban con la idea de que tal vez podrían estar ante una relación para siempre. (Pete Summers/Shutterstock)
A poco tiempo de haber comenzado a salir, Harry y Meghan jugaban con la idea de que tal vez podrían estar ante una relación para siempre. (Pete Summers/Shutterstock)

Una noche, tarde, en Toronto, Harry estaba feliz, Meghan también, hasta que recibieron una llamada de uno de los auxiliares de Harry en el palacio de Kensington. No eran buenas noticias.

Un tabloide iba a publicar la historia de su relación. Su preocupación principal era que los fotógrafos asediarían la casa de ella en 24 horas. Tenían un poco de tiempo para pensar, porque sólo había un par de paparazzi en Toronto. (Uno de ellos ya había enviado un mensaje a Meghan para preguntarle si la noticia era cierta; ella no le respondió.) Pero no pasaría mucho antes de que los fotógrafos volaran desde Nueva York y Los Angeles, todos con la esperanza de obtener la primera foto de la pareja feliz.

El teléfono de Harry no dejó de emitir alarmas con mensajes del palacio. Los auxiliares sugerían que lo mejor sería que abreviara su viaje y volviera discretamente a Londres, y ahora su seguridad, reducida al mínimo, era un poco problemática. Pero el príncipe no lo creyó. No iba a ceder.

Harry sabía que ese día era “inevitable” y se lo había dicho a Meghan apenas se conocieron, pera que pudieran, explicó, “aprovechar al máximo el tiempo que tenemos”. Desde luego, Meghan no podía entender lo que significaría ser famosa en los niveles que Harry lo había sido toda su vida. “Estuvimos saliendo discretamente por unos seis meses hasta que se conoció la noticia”, dijo Meghan luego. “Y de entrada fue sorprendente el modo en que las cosas cambiaron”.

Meghan Markle era famosa pero no podía entender el nivel de celebridad y acoso que tendría como la novia del príncipe Harry. (AFP / Ben STANSALL)
Meghan Markle era famosa pero no podía entender el nivel de celebridad y acoso que tendría como la novia del príncipe Harry. (AFP / Ben STANSALL)

Universal Cable, la productora de Suits, le proporcionó seguridad para que la escoltara hacia y desde el estudio. Pero los paparazzi rápidamente se familiarizaron con sus rutinas diarias. Antes de conocer a Harry, las únicas veces que había visto cámaras habían sido en un set o en una alfombra roja. Ahora la seguridad era necesaria. Poco después de que se conociera la noticia, un fotógrafo de una agencia de Los Angeles había escalado la valla de su jardín trasero para esperar a Meghan junto al coche de la actriz, con la esperanza de sacarle una foto antes de que saliera a hacer recados. Meghan se aterrorizó y llamó a la policía. “Así es como va a ser siempre, ¿no?” le dijo a un amigo.

¿Racismo o esnobismo?

Cuando se reveló su relación, algunas personas acudieron a las cuentas de Twitter e Instagram de Meghan para expresar sentimientos racistas de cualquier calibre menos sutiles, incluyendo insultos como “perra mestiza”. Los miembros de la familia real habían salido con plebeyos y hasta se habían casado, pero ninguno, excepto la princesa Diana y después del divorcio, había salido públicamente con alguien que no fuera blanco. Fue algo pionero.

Harry ardía de ira. Para el príncipe, Meghan fue su introducción personal a lo horrible del racismo. Aunque podía ser territorio novedoso para Harry, la discriminación —tanto inconsciente como intencional— había sido siempre parte de la vida de Meghan.

Cuando comenzó a verla, Harry, sensible ante el menor indicio de prejuicio, tuvo peleas en su propio círculo. Cuando algunos cuestionaban su nueva relación o si ella era adecuada, él se preguntaba “¿Será racismo? ¿Será esnobismo?”. Un viejo amigo de Harry chismorreó una tarde entera sobre Meghan e hizo comentarios despectivos sobre sus antecedentes en Hollywood. Cuando Harry se enteró, cortó de inmediato su lazo con él. Si estaba dispuesto a enfrentarse a sus allegados, ante los medios de comunicación Harry estaba preparado para la guerra abierta.

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La madre de Meghan, Doria, estaba bajo constante asedio. Cuando un tabloide publicó una serie de fotos poco halagadoras, que la mostraban yendo a la lavandería y vendían la historia de una mujer sacrificada en un área dura de Los Angeles, Meghan mantuvo silencio en público, pero en bambalinas lloró. Con temor de perderla, Harry trató frenéticamente de protegerla.

La traición de Thomas Markle

Mientras Harry y Meghan disfrutaban de su compromiso en noviembre de 2017, un periódico publicó un artículo sobre el padre de ella, Thomas Markle, que había armado durante meses. (…) Pero no contenía textuales, ya que cada vez que un periodista se le acercaba, él respondía con la línea que le habían preparado los funcionarios del palacio: “No puedo hablar por respeto a mi familia”.

Una vez que el artículo reveló la ubicación de su domicilio, Thomas Markle debió lidiar con las intrusiones constantes de los reporteros y los fotógrafos. En el curso de varias llamadas telefónicas, Harry y Meghan le dijeron que debía hacer lo posible por ignorar a la prensa. Pero, en última instancia, él no escuchó. Con el apoyo de su otra hija, Samantha —hermanastra de Meghan, 17 años mayor que ella, que logró obtener una tajada del trato— Thomas aceptó una idea de un fotógrafo, Jeff Rayner. La idea de Rayner era que Thomas posara para algunas fotos: leyendo un libro sobre historia británica en una cafetería, visitando un cibercafé para leer las últimas noticias sobre su hija y su futuro yerno, y otras puestas en escena.

Una de las fotos posadas de Thomas Markle para Jeff Rayner, leyendo un libro sobre historia británica, por las cuales cobró el 30% del precio de venta. (Coleman Rayner/The Grosby Group/Lagencia Grosby)
Una de las fotos posadas de Thomas Markle para Jeff Rayner, leyendo un libro sobre historia británica, por las cuales cobró el 30% del precio de venta. (Coleman Rayner/The Grosby Group/Lagencia Grosby)

Las fotos salieron en medios del mundo pero no contribuyeron mucho a su imagen pública. En realidad, la persona a la que parecen haber ayudado fue Rayner, quien cobró al menos USD 130.000 por sus ventas. A Thomas le correspondió el 30 por ciento.

Apenas una semana antes de que Thomas asistiera a la boda de Harry y Meghan en el castillo de Windsor, en mayo de 2018, el palacio se enteró de que un tabloide dominical iba a publicar información que expondría las fotos espontáneas como falsas. Por instrucciones de Harry, el equipo de comunicaciones del palacio, en consulta con el equipo legal, comenzó a trabajar en una estrategia para impedir la publicación.

Primero, sin embargo, Meghan necesitaba escuchar directamente de boca de su padre qué había sucedido. Según una persona de confianza que se hallaba con Meghan cuando se desarrollaron los hechos, ella le dijo al padre: “Papá, necesito saber si esto es verdad o no, porque mi equipo va a intantar impedir que publiquen la historia, si tú me dices que es falsa”. (…)

Él le mintió a Meghan: “Por supuesto”, juró, en lugar de admitir que él había participado en la puesta en escena de las fotos.

La segunda traición de Thomas Markle

A solo cuatro días antes de su boda, Meghan recibió noticias más devastadoras de su padre, una vez más por un sitio de chismes de celebridades. Culpando a la prensa entrometida, Thomas aseguró que el estrés le había hecho sufrir un ataque cardíaco. Los médicos le habían aconsejado una cirugía dos días antes del casamiento de su hija, para desbloquear una arteria, reparar el daño e implantar varios stents. Excepto que tuviera una recuperación milagrosa, no estaría en condiciones de cruzar el Atlántico y por lo tanto no asistiría a la boda real.

El príncipe Harry y Doria, la madre de Meghan Markle, fueron centrales para ayudarla a superar la traición de su padre. (Ben Stansall/via Reuters)
El príncipe Harry y Doria, la madre de Meghan Markle, fueron centrales para ayudarla a superar la traición de su padre. (Ben Stansall/via Reuters)

Preocupada, Meghan le escribió mensajes a Thomas: “He tratado de encontrarte todo el fin de semana pero no estás contestando nuestras llamadas o mensajes (…) Estoy muy preocupada por tu salud y tu seguridad y he tomado todas las medidas para protegerte pero no sé qué más podemos hacer si no respondes (…) ¿Necesita ayuda? ¿Podemos enviarte la seguridad de nuevo? Siento mucho que estés en el hospital pero necesito que te pongas en contacto (…) ¿En qué hospital estás?”.

Esa noche Thomas le envió una breve respuesta en la que le dijo que apreciaba la oferta de seguridad pero no se sentía en peligro. En cambio, escribió, se recuperaría en un hotel. Meghan le pidió detalles pero él no respondió.

“Si no hubiera sido por Harry, Doria y sus amigos, la propia Meghan dice que no hubiera podido soportar mentalmente la situación”, comentó una amiga. La noche anterior a la boda le envió a su padre un último texto. Él no respondió. (…) [El mensaje decía: ] “No puedo quedarme toda la noche despierta apretando el botón ‘Enviar’”.