Cuando el destino nos pintó de tres colores el corazón

En todo pueblo, hay contadas oportunidades en las que las naturales divergencias internas resultan borradas o casi borradas por un evento muy extraordinario. En 195 años de historia, los bolivianos guardan su propia lista. Una lista que, con el paso de los años y la consecuente mayor integración, fue sumando esos momentos con más frecuencia. La esperanza, la alegría, el dolor y la indignación resultaron sentimientos generalizados entre quienes poblamos y poblaron este territorio en al menos 10 circunstancias históricas. Sin embargo, destacan cuatro en especial.

Así lo han recordado cuatro destacados intelectuales que conversaron con OH! en estos días de la semana patria. En ese recuento, es el parto de la nueva república el primer acontecimiento que despertó una reacción unánime, mejor dicho, casi unánime por estas tierras. Probablemente, 15 años de guerra y décadas de sublevaciones contra el régimen monárquico despertaron en la mayoría de los sectores sociales la expectativa de ese momento fundacional. Y la historia marca al 6 de agosto de 1825 como ese tiempo cuando la celebración se mezcla con la esperanza en la llegada de días mejores.



Según diversas versiones, en abril de aquel año empezó aquella creciente conmoción. En la llamada batalla de Tumusla había sido aplacado el último foco de resistencia de las tropas españolas. Casi dos meses antes, el mariscal Sucre había convocado a una asamblea deliberante a representantes de las provincias altoperuanas para el 9 de julio. Debían decidir si se sumaban a las ya conformadas repúblicas de Argentina y Perú u optaban por su propia independencia. Y el acta firmada con fecha 6 de agosto, en honor a la Batalla de Junín librada un año antes, resulta elocuente.

«Las provincias del Alto Perú firmes y unánimes en tan justa y magnánima resolución, protestan ante la faz de la tierra entera que su voluntad irrevocable es gobernarse por sí mismas y ser regidas por la constitución», proclama aquel documento. Cinco semanas más tarde, la llegada del libertador Bolívar desató un tiempo de alternados festejos con complejos procesos de organización del nuevo Estado en las ciudades más importantes. Un tiempo, sin duda, marcado por emociones e ilusiones sin mayores precedentes.

“Es mejor decir que una mayoría importante festejaba —matiza el historiador Fernando Cajías de la Vega—. Pero aun así hubo algún sector realista al que no le cayó bien la noticia”. Con él coincide Pedro Callisaya, presidente de la Asociación de Historiadores Indígenas que también destaca aquel momento. “Los indígenas luchamos contra la corona española, esa lucha sí nos unió a ese nacimiento —destaca—. Aunque hubo indígenas que fueron cooptados por los españoles queda claro que la lucha fue conjunta con los criollos y la fundación del país no acercó un poco”.

  • Dos guerras

Sabido es que aquel siglo XIX aún implicaría un tortuoso proceso de organización, configuración e integración estatal. Los intelectuales consultados sólo hallan otro hito de reacción masiva en 1879 cuando el país sufrió la pérdida territorial más sentida y polémica de su historia. El historiador Alexis Pérez cita un hecho que marca el alcance de la reacción frente a la invasión de Chile al departamento del Litoral boliviano: “Fue una gran novedad un pequeño batallón de cruceños que llegó a La Paz presto a combatir tras atravesar a caballo casi mil kilómetros y subir hasta los 4 mil metros sobre el nivel del mar desde la llanura”.

Sin embargo, la reacción no tuvo un tono unísono. Pérez recuerda que “en aquel tiempo, Bolivia era un país muy estratificado. Muchísimos indígenas vivían ajenos a los acontecimientos porque se hallaban marginados y el país estaba desintegrado. Sólo gente de clase media y la plebe urbana fueron enlistados entre las tropas”. Por su parte, Cajías recuerda que en el otro extremo de aquella sociedad se hallaban varios oligarcas mineros que no aceptaban la idea de la guerra, debido a que veían mellados sus intereses. Con todo, aquel shock no dejó de desatar una reacción masiva que con el tiempo cobró una postura más unísona y homogénea en el país.

Otra conflagración internacional impulsó una respuesta y una identificación más marcada con Bolivia desde todas sus regiones. Callisaya, Pérez y Cajías, con sus respectivos matices, aluden a la Guerra del Chaco (1933-1935). Esta vez la participación indígena, aunque frecuentemente forzada, resultó determinante. Una movilización sin precedentes y la creciente reflexión intelectual sobre la definición del país y su identidad conmovieron con intensidad a la mayoría de los bolivianos, aunque no faltaron voces discordantes.

  • La Revolución

Sin embargo, a partir de aquel tercer hito histórico y sus consecuencias, surgió el hecho político en el que los estudiosos coinciden más. “La Revolución de 1952 no sólo unió las condiciones políticas de entonces, de las fuerzas movilizadas como obreros, campesinos, universitarios y dirigentes políticos, sino también una visión de país —dice el sociólogo Franco Gamboa Rocabado—. Una visión para romper a la rosca minero feudal-oligárquica que había dominado con mano dura el país hasta ese tiempo. Se marcó un momento de unidad, de identificación con lo boliviano, pese a cualquier crítica que haya surgido luego”.

“El Estado se volvió un aglutinador, en todos los rincones del país se veía la llegada de la Revolución”, concluye Pérez. “En 1952, el indio se suma a la causa mayor, aunque queda desligado un sector que es la oligarquía con sus intereses afectador”, explica Callisaya. “Indudablemente los campesinos, obreros y grandes sectores celebraron mayoritariamente, pero algunos no”, cita Cajías.

Tras la Revolución Nacional de 1952, un país más definido empezó a debatir y disentir sobre su destino. Más integrado físicamente entre oriente y occidente y bajo el creciente boom de las telecomunicaciones la modernidad les permitió a los bolivianos conocerse más a sí mismos. También les permitió empezar, de cuando en cuando, a celebrar esa identidad. Algo que sucedió en un fenómeno sin precedentes en 1963.

  • El deporte

“Todos celebraron el campeonato sudamericano de fútbol que logró nuestra selección —recuerda Callisaya—. El deporte como elemento de identidad empezó a cuajar especialmente esa vez. Siete años más tarde, la prueba automovilística Londres-México, donde corrió un equipo boliviano, también despertó, aunque en menor medida, una simpatía en todo el país. Incluso después de la competencia los pilotos Dieter Hubner, William Bendeck y Jorge Burgoa fueron agasajados en las minas y varias ciudades”.

En el plano político, para entonces, el proceso de la Revolución Nacional había sido desplazado por la era de las dictaduras militares. Durante casi 18 años el país vivió polarizado y, al margen de aquella celebración deportiva, sólo suman unos días episódicos cuando se conmemoraban los 100 años de la pérdida del Litoral. El 23 de marzo de 1979 todo el país suspendió actividades durante cinco minutos y renovó la demanda en un hecho conmovedor. Luego, entre el 30 y 31 de octubre de aquel año, el breve gobierno del presidente Walter Guevara Arce logró que la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) estableciese que el problema entre Chile y Bolivia era un asunto que afectaba al continente.

“Pero mientras gran parte del país celebraba aquello, otros andaban pensando en derrocar a aquel presidente civil interino”, recuerda Cajías. En efecto, el 1 de noviembre de aquel año, en uno de los hechos más contradictorios de la historia, el coronel Alberto Natush Busch encabezó un nuevo golpe militar y echó por la borda la celebración. La era de las dictaduras tendía a extenderse por algo más de dos años, pero también impulsaba otro de los momentos en que los bolivianos reaccionarían prácticamente al unísono: la recuperación de la democracia.

  • La democracia

“En 1982, con el retorno del sistema democrático se produce también una identidad en torno a la unidad boliviana que perdura hasta hoy —señala Gamboa Rocabado—. Recuerdo que ese 10 de octubre de 1982 se transmitió en vivo desde el parlamento los discursos de los nuevos mandatarios. Miles de personas los escuchaban en la plaza de San Francisco con una expectativa esperanzada en el inicio de una nueva era política. Pese a la colosal crisis que vino después, unió al país en torno a esa decisión de vivir en democracia”.

A aquel hecho aglutinador, que dejó muy contados opositores al margen, los cuatro analistas consultados suman otro festejo deportivo como momento de virtual unidad boliviana: la clasificación del seleccionado de fútbol a la Copa Mundial de 1994. “Probablemente haya sido uno de los momentos episódicos que alcanzó mayor unidad de la historia como factor de identidad”, dice Callisaya. “Realmente parecía un tiempo de felicidad total en el país”, recuerda Cajías.

Rocabado añade: “Recuerdo que el periodista y sacerdote católico Eduardo Pérez publicó un libro llamado ‘El año del cambio, 1993’. Ahí destacaba como una característica de unidad aquella clasificación futbolística junto a la elección de Gonzalo Sánchez de Lozada y de Víctor Hugo Cárdenas como primer vicepresidente indígena. Se percibía así las ilusiones de unidad que se habían generado”.

El sociólogo suma dos momentos más a la lista: “El año 2000, con la Guerra del Agua, se articulan las fuerzas opositoras de las masas sociales en contra de las políticas de privatización y su fracaso económico. También, en otro atisbo episódico, en 2006 hubo un cierto espíritu de unidad cuando se eligió la Asamblea Constituyente, por todas las expectativas sociales que despertó”.

Y Gamboa guarda entre sus expectativas la esperanza de un próximo momento de unidad boliviana: “Hoy no se han podido construir, todavía, puentes de reconciliación y comunicación entre los bolivianos tras la polarización que dejó Evo Morales. Hay mucha incertidumbre, agravada por la pandemia, graves problemas institucionales y narcisismo político. Nos cabe esperar que las elecciones de octubre de 2020 se constituyan en un momento de unidad política para la reconstrucción de un gobierno democrático. Hay una ventana de oportunidad”.

De producirse ese encuentro, constituiría el onceavo momento en que el destino habrá recordado a los bolivianos su esencia. Una lista que seguramente cuando se transite ya el cada vez más cercano tercer siglo de nuestra existencia crecerá. Sumará esos momentos cuando la tricolor parece envolver los corazones e inspirar nuevos logros y tiempos.

Fuente: lostiempos.com