Después de la pandemia

La pandemia del coronavirus dejará muchas consecuencias y enseñanzas, no solamente sobre el tratamiento de este mal o el descubrimiento de eficaces vacunas, sino también sobre los inevitables cambios en muchos sentidos en un mundo expectante. En unos casos, será para bien y, en otros, con recurrentes peligros, como una nueva guerra fría, quizá tan amenazante como la que enfrentó a los países del Pacto de Varsovia con los de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ciertamente no se trata de comparar la situación actual con un peligroso momento del pasado: la crisis de los misiles soviéticos estacionados en Cuba. En verdad, hay ahora también amenazas que no solamente se manifiestan en las tensiones crecientes entre Estados Unidos y China continental –Rusia también por su lado–, que tiene varios elementos que crean la actual pugna: el comercio desequilibrado, la pandemia del coronavirus que empezó en China, la nueva actitud de Pekín que desconoce el pacto sobre Hong Kong: “Una nación dos sistemas” y que provocó reacciones negativas en los países de la Unión Europea. Además: las recurrentes amenazas de Corea del Norte, empeñada en el armamentismo nuclear, y la permanente tensión en  torno a Taiwán regido por un gobierno democrático y con un sostenido avance económico,



En el Lejano Oriente hay viejas tensiones que causan enfrentamientos recurrentes, como el reciente en la frontera entre China y la India que, con Pakistán, son las tres naciones asiáticas que poseen armamento nuclear. A esto se añade la permanente tensión en el Medio Oriente, con actores, como Irán que, con otros movimientos armados, se empeña en destruir un país independiente y democrático: Israel, lo que aviva la tensión con Estados Unidos y con miembros de la Unión Europea.

A esto se añade que no es probable que, al fin de la pandemia, vaya a cambiar la actitud antidemocrática de Cuba, Venezuela y Nicaragua, ni los aprestos violentos del populismo depredador en Bolivia por recuperar a cualquier costo el poder, contando con el apoyo político del kirchnerismo.

Para América Latina La respuesta puede estar en el trascendente  anuncio de la intención del gobierno de Estados Unidos de impulsar la transferencia de sus industrias, actualmente radicadas en Asia, a nuestra región, como lo adelantó a la agencia EFE, Mauricio Claver-Carone, Asesor de Seguridad Nacional para América Latina de la Casa Blanca y candidato a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Se trata de un plan de «regreso a las Américas», dijo.

Una actitud, como esta, puede unir al continente y contribuir como bloque a que el mundo sea menos peligroso y más solidario. Esa es la actitud que debe predominar: En lugar de pugnas expansionistas, o amenazas y acciones de fuerza, hay que trabajar por la paz y el progreso, y esto, aunque parezca ingenuo decirlo, será lo que salvaría a la humanidad.