En zozobra, vecinos de la periferia se sienten secuestrados por los bloqueos

Los habitantes de las zonas fuera del radio urbano de La Paz señalan que en caso de una emergencia médica, no tendrían manera de llegar a un hospital, debido a las interrupciones de la única vía hacia la ciudad.

Página Siete  / La Paz

Los pobladores de las zonas en la periferia de La Paz y municipios aledaños deben caminar hasta dos horas bajo el sol para poder sortear los bloqueos y llegar a la ciudad, en medio de intimidación, amenazas y miedo.



Desde el pasado 3 de agosto, las zonas de Lipari, Huajchilla, Carreras y el municipio de Mecapaca permanecen aislados por montículos de tierra y rocas en la única vía que los conecta con la ciudad de La Paz, mientras que los habitantes de Chicani, en las cercanías de Irpavi, deben sortear controles y en muchos casos salir del camino para poder tomar  transporte.

“Tenemos miedo, aquí no tenemos hospitales, no hay muchas farmacias y las tiendas se están quedando sin alimentos. Muchos tenemos que salir para trabajar o abastecernos, pero es imposible por los obstáculos que se han puesto en el camino”, relata Camila, una vecina de Huajchilla.

Las caminatas, dependiendo de la zona, pueden prolongarse por hasta dos horas o incluso más, hasta llegar a un punto desde el que se pueda tomar algún vehículo.

“Estamos atrapados, sólo hay un camino, no hay manera de tomar atajos. Hay que sortear piedras, barricadas y puntos de control y la vuelta no es más fácil, porque normalmente tenemos que traer bolsas con comida u otras cosas”, agrega la vecina.

En los días posteriores al bloqueo, los mensajes de los vecinos en grupos de WhatsApp y publicaciones de Facebook se multiplicaron, como un eco de lo ocurrido en noviembre de 2019, cuando la zona se convirtió en uno de los puntos más bloqueados por los movimientos sociales que protagonizaron los conflictos posteriores a la renuncia de Evo Morales.

“En noviembre no sólo nos bloquearon, sino también amenazaron; ahora es diferente, no ha habido tantos roces  con los bloqueadores, aunque de todas maneras el temor y la desconfianza existen”, agrega Camila.

Édgar C., un habitante de  Carreras, dice que el camino parece “un campo de batalla” y se impresiona de la capacidad de los bloqueadores de mover material para cerrar la vía, aunque su admiración no alcanza para esconder su malestar.

“Tengo una madre enferma, ella requiere de cuidados especiales por su condición (sufre de demencia senil), además de medicamentos y otros insumos que se están acabando. Yo me pregunto, si tuviera una emergencia,  ¿qué podría hacer? ¿Cargarla por dos horas hasta llegar a un lugar donde tomar movilidad?”, se preguntó.

Más allá de las piedras y los bloqueos, los vecinos también denuncian que en muchos casos, los bloqueadores los revisan y hasta les cobran “peaje” por pasar de una zona a otra, bajo la amenaza de retener sus pertenencias.

“También hay amenazas si filmamos con el celular, nos dicen que nos lo van a decomisar, nos hacen corretear”, replica otra habitante de Lipari.

De acuerdo con  reportes televisivos, los bloqueadores, pobladores de comunidades campesinas de los municipios de Palca, Mecapaca y Achocalla no levantarán los bloqueos hasta que la presidenta Jeanine Añez renuncie y amenazan con radicalizar las medidas de presión.

“No somos del MAS, aquí nos vamos a quedar hasta que la Presidenta se vaya, porque nos ha dejado sin salud, sin educación y ella no quiere elecciones, para siempre se quiere quedar”, señaló una comunaria a un canal de televisión.

Peajes y caminos alternativos

En Chicani, cerca de Irpavi, los vecinos señalan que también han visto su movilidad restringida por los bloqueos, por lo que han tenido que buscar rutas alternativas para llegar a la ciudad.

“Por los bloqueos tenemos que ir por caminos alternativos para que no nos cobren peaje o nos revisen nuestras cosas. Ya nos ha pasado que nos han quitado alguna prenda o compra que habíamos hecho”, explicó Jorge, un joven que vive en la zona.

Jorge señala, que, si bien los bloqueos no son tan contundentes como los que se ven en Lipari, muchas veces son reforzados por personas que no viven en la zona y que cometen abusos.

“A mí y a mi hermano nos dicen que somos gringos, que nos vayamos. Nos amenazan con entrarse en nuestra casa, pero los comunarios de aquí nos defienden, porque nos conocen desde chicos”, relató el joven.

Jorge señala que a algunos de sus vecinos también los han amenazado y que existe el temor de que la situación escale y se torne violenta.

“En noviembre del año pasado  hubo amagos de enfrentamiento, no queremos que eso se repita, así que tratamos de mantener la calma, pero existe mucho miedo entre los vecinos”. Agregó.

Hasta el cierre de esta edición, los bloqueos en el sur del municipio de La Paz continuaban a pesar de la promulgación de la Ley para realización de elecciones.