De camino al federalismo

Resulta inadmisible, y cada vez más indecorosa, la manipulación de las encuestas sobre los posibles comicios presidenciales a realizarse el 18 de octubre próximo. Primeramente, porque dichos sondeos deben ser elaborados telemáticamente, como lo exige el combate a la pandemia, hecho que les resta mucha fiabilidad, ya que sería igual que realizar un censo poblacional por teléfono, porque la diferencia de los resultados que dichas pesquisas arrojan es tan absurdamente opuesta que, sin proponérselo, se ridiculizan ellas mismas.

Lo peor de estos falsos tanteos, lejos de cumplir la unificación de un segmento de la población probadamente opuesto al MAS y a su hipotético retorno, lo despista y lo induce a la más decidida abstención, que es lo mismo que votar por esa sigla



Es más, a través de estas falsas encuestas, resulta desmoralizador comprobar que

los bolivianos preferimos todavía al corrupto que nos ha sojuzgado durante una década y media, y establecer que hemos perdido la noción de la honradez, del decoro y del patriotismo al elegir que un forastero escale el sitial de la preferencia ciudadana, por sobre nuestros connacionales, aunque estos ostenten probadas credenciales de idoneidad e inteligencia.

Queriendo o sin querer, los autores de esas cabriolas electoreras, hábilmente digitados y sobornados por políticos de la izquierda desplazada, lejos de cumplir un sano objetivo, nos están llevando al caos y a la anarquía, con dineros de extraña procedencia, extremo que nos lleva a pensar en la inminencia de un rompimiento nacional y una división que siempre estuvo latente, por lo que es necesario acudir a fórmulas que impidan ese nefasto propósito.

Esta situación nos recuerda a la Argentina en sus épocas de oro, cuando los principios de libertad de comercio y respeto a la propiedad privada que habían sido consagrados en su Constitución se iban corrompiendo gradualmente hasta la llegada del populismo, con Perón a la cabeza, destruyéndolo todo y creando una sociedad de parásitos que solo desea vivir del Estado, e iniciando así una decadencia gradual que hoy se refleja en sus altos índices de pobreza y miseria.

A fin de evitar y contrarrestar estas fuerzas oscuras que amenazan la integridad nacional, consideramos acudir a fórmulas como el federalismo, que no son nada novedosas en Bolivia, ya que esta idea se remonta a la Convención de 1871, cuando fue propuesta por Lucas Mendoza de la Tapia, para cambiar el Estado Unitario por uno Federal, por considerar que: “el centralismo era el origen de las continuas revoluciones, de las tiranías y de la corrupción institucional”.

 

Para cumplir dicho objetivo sería menester la reforma de la Constitución, trabajo que no es novedoso en Bolivia, ya que hemos cambiado 17 veces nuestra Carta Magna desde nuestra creación como república, hasta el penoso día en que, dentro de un cuartel, tuvimos que tolerar una que le cambió hasta el nombre. De ahí que optar por dicha fórmula es apostar por una verdadera integración nacional, que resguarde la identidad de cada una de nuestras regiones, y sirva de fundamento a la construcción y fortalecimiento de una nueva institucionalidad, sin temor a caminar hacia el federalismo.