Dura opinión sobre el peronismo en The New York Times: «Contribuyó a la tragedia con su populismo errático»

En una columna titulada “Eva Perón y Merkel: una encrucijada española”, el matutino advierte sobre los peligros que corren España y Alemania de seguir los ideales del PJ, donde “el egoísmo caudillista de sus dirigentes y su incapacidad para establecer una estrategia coherente para el país” hicieron que la Argentina cayera al precipicio. El texto completo

Graffiti firmado por la "JP (Juventud Peronista) Evita" en el Conurbano bonaerense
Graffiti firmado por la «JP (Juventud Peronista) Evita» en el Conurbano bonaerense

MADRID — Un país inmensamente rico en recursos y talento humano que tiene a más de un tercio de su población en la pobreza, lleva décadas sumido en una profunda crisis y este año incumplió el pago de su deuda por novena vez. Difícilmente un ejemplo a seguir, pero Argentina, y el peronismo que la gobernó casi 25 de los últimos 37 años, tiene sus fans en las altas esferas del poder en España.

El matrimonio formado por el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Igualdad Irene Montero, ambos de Unidas Podemos, encuentra en el movimiento fundado por el general Juan Domingo Perón recetas para los problemas de España. Es difícil imaginar qué beneficios ven en la importación de populismos latinoamericanos fallidos. Sobre todo porque hay una alternativa, más próxima y de éxito contrastado: el merkelismo.



Alemania, con Angela Merkel al frente, superó la Gran Recesión de 2008 mejor que casi ningún país del mundo, y vuelve a situarse entre los privilegiados en la respuesta a la pandemia en los frentes sanitario y económico. España ha salido mal parada en ambos y se encuentra ante la encrucijada de fijar una visión que evite su decadencia prolongada. Nuestros gobernantes harían bien en emular a Berlín y su apuesta por la educación, la ciencia, la modernización industrial, la revolución ecológica, la innovación y la gestión responsable de los impuestos de sus ciudadanos.

La canciller alemana Angela Merkel habla junto al ex presidente del Consejo de la UE Donald Tusk durante un evento de la Fundación Konrad Adenauer en Berlín, Alemania, el 10 de septiembre de 2020 (Reuters/ Michele Tantussi/ Pool)
La canciller alemana Angela Merkel habla junto al ex presidente del Consejo de la UE Donald Tusk durante un evento de la Fundación Konrad Adenauer en Berlín, Alemania, el 10 de septiembre de 2020 (Reuters/ Michele Tantussi/ Pool)

Si el merkelismo tuviera un manual, en su preámbulo diría que la protección social y el impulso económico son compatibles cuando van acompañados de una gestión eficiente de los recursos y una agenda de reformas regeneradoras. “Todas las ayudas no sirven si no están conectadas a reformas, cambios y una orientación hacia el futuro”, decía Merkel el pasado mes de julio.

Por supuesto la idea de que los españoles nos convertiremos de la noche a la mañana en frugales y eficientes alemanes es tan utópica como imaginar a nuestros vecinos del norte adoptando el estilo de vida latino. Estereotipos aparte, lo que sí está en nuestras manos es evitar los errores cometidos por países que en momentos de dificultad tomaron el rumbo equivocado. Y, como en el caso de Argentina, terminaron cayéndose por el precipicio.

Es difícil situar el origen exacto del declive argentino en el calendario o atribuirlo a un solo momento histórico, líder político o gobierno. El país, que en 1914 superaba el Producto Interior Bruto (PIB) de Alemania, y que hasta bien entrado el siglo fue la nación más próspera de América Latina, padece una crisis económica crónica. Las razones son variadas, desde las dictaduras a la persistente debilidad de sus instituciones, sin olvidar el personalismo de sus líderes, la corrupción y el saqueo sistemático de los recursos nacionales.
Iglesias y Montero en una reunión (Europa Press)
Iglesias y Montero en una reunión (Europa Press)

El movimiento político dominante en Argentina ha sufrido mutaciones constantes, desde el neoliberalismo cleptocrático de Carlos Menem al socialismo demagógico de los Kirchner, y en todas sus variantes ha resultado frustrante en su ineptitud. Unidas Podemos, que desde principios de año forma gobierno de coalición con el presidente Pedro Sánchez, se muestra orgulloso de sus “rasgos peronistas”, sin admitir que uno de los más evidentes es el culto a la personalidad del líder.

El “peronismo español” controla cinco ministerios en un Gobierno donde conviven dos almas, la más activista liderada por Iglesias y una más pragmática y europeísta con la ministra de Economía Nadia Calviño como referente. Ambas se disputan estos días la definición de los presupuestos más importantes de una generación, donde se determinará el rumbo a tomar en mitad de la tormenta.

Viejos afiches de Perón del año 1954
Viejos afiches de Perón del año 1954

España vive al límite de sus posibilidades financieras con una deuda creciente que roza el 110 por ciento de su PIB, un 40 por ciento de su población dependiente del Estado y un colapso de sectores vitales, incluidos los servicios y el turismo, que hacen inviable su sostenimiento sin el soporte de Europa. Pero la ayuda de Bruselas no será suficiente. El país necesita abrir su economía, despejar la maraña burocrática que merma el emprendimiento, reformar su sistema educativo, apostar por la innovación y apoyar a las empresas que sostienen el empleo. Esas políticas son incompatibles con el nacionalismo económico, el proteccionismo y la irresponsabilidad presupuestaria que suelen acompañar al peronismo.

La idea de que esa ayuda nos será entregada sin contraprestación, como miembros del gobierno dieron a entender en sus mensajes triunfalistas, es absurda. El merkelismo impregna la letra pequeña del acuerdo. El Gobierno español deberá presentar proyectos que reflejen una estrategia de país, más allá de la necesaria asistencia a quienes están pasando por graves dificultades. La crisis todavía podría convertirse en una oportunidad si España toma como ejemplo el modelo adecuado. Argentina nos ofrece alguna pista: no es el peronismo.

El presidente Alberto Fernández en un acto de su partido antes de llegar a la Casa Rosada
El presidente Alberto Fernández en un acto de su partido antes de llegar a la Casa Rosada

 

© 2020 The New York Times Company

MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Dos estudiantes universitarios soñaban con encontrar un tratamiento para la ELA: los resultados ya están aquí

Los dentistas enfrentan una epidemia de dientes rotos: ¿qué está pasando?

La relación entre el vapeo y el coronavirus es cada vez más clara

 

 

 

 

Fuente: infobae.com