Elecciones y el síndrome del destete, en tiempos de peste y voto útil

Fuente. ovidioroca.wordpress.com

En 1982 se inició en Bolivia, un otro ciclo de la permanente batalla por la democracia y penosamente se avanzó hacia un Gobierno democrático con mayor libertad individual y política; pero esta acción no logró la suficiente relevancia como para conseguir el apoyo de la población.

El 2005 fuimos a votar, unos desilusionados y despechados y otros persiguiendo ilusiones indigenistas y cocaleras. Como resultado de este lamentable episodio y durante catorce años sufrimos (no todos pues muchos se beneficiaron y no quieren soltar la mamadera), de la proliferación de negocios ilícitos, narcotráfico, bloqueos al libre tránsito y a la libertad y derechos de las personas.



El balance de gestión masista son cientos de muertos, presos políticos y exiliados, ciudadanos perseguidos, destrucción del Estado de derecho y de la división e independencia de poderes. Lo de la división de poderes ahora es un chiste; dicen los masistas que si no se tienen los dos tercios la democracia no funciona y no sirve; pues lo esencial es tener dos tercios del parlamento, tener jueces y fiscales a sueldo y así propiciar la destrucción del sistema político liberal. La motivación es encumbrar al Caudillo cocalero y otorgarle el derecho humano de su reelección indefinida, de enriquecerse y satisfacer todos sus gustos y especialmente el que más apetece: wuawamikhuy.
Dicen los ll’unkus que en su gestión el MAS, logró la estabilidad y el progreso y que todo el mundo populista lo reconoce y alaba.

Vale la pena reiterar que cuando el MAS accedió al poder recibió de regalo ingentes ingresos, como nunca antes vistos en la historia nacional y esto gracias al trabajo realizado por los Gobiernos anteriores, al certificar los campos y poner en el mercado los hidrocarburos y además el milagro de los altísimos precios internacionales de los hidrocarburos.
Estos recursos que nada le costaron, fueron mal administrados y dilapidados y de ninguna manera se les pasó por la cabeza la idea de utilizar algo, para sacar al país del subdesarrollo tecnológico y del extractivismo. Lo que se hizo fue mantenerlo en la actividad primaria, minería e hidrocarburos, e impulsar los cultivos de coca, el narcotráfico y el contrabando.

Los masistas procuraron y lograron desarmar el Estado, desarticularlo y hacerlo inmanejable. Con golpes y artimañas destruyeron las instituciones básicas del país: tergiversaron las reglas, normas, leyes, códigos y costumbres, que regulan las relaciones en entre las personas y las personas con el Estado. Se abandonó la cultura del trabajo y se creó la cultura de la informalidad y de la dádiva, dando lugar al clientelismo político por el cual aquellos que reciben impunidad y prebendas de los políticos se acostumbraron a vivir del tráfico y del trabajo ajeno. Se creció el empleo público y planes sociales de todo tipo, que suman millones de votos cautivos y se avanza hacia el populismo, el centralismo y autoritarismo del líder cocalero, destruyendo además, el proyecto de República.

Los políticos populistas vendieron y siguen haciéndolo, un discurso demagógico; el de la solidaridad y cuidado de la población donde todos tendrían un trabajo y una jubilación digna, salud, educación para sus hijos, etc. Ellos dicen ser los políticos que, con su infinita bondad, brindaran a la población la mejor y jamás vista condición de vida.
Con todo esto, se instaló en la mente del pueblo el síndrome del destete, una mentalidad dependiente, que se niega a dejar las ubres del Estado y asumir la responsabilidad de conducir su vida. No quiere entender que cuidarse es un asunto personal y que no puede seguir indefinidamente dependiendo de las tetas y la mamadera.

Cuando este año se dio a conocer la primera encuesta de opinión para la elección de un nuevo Gobierno; una mayoría localizada en el área de influencia cocalera respondió que votara por el MÁS. De esta manera aprueban el populismo cocalero y su gestión de gobierno y demandan que sus y jefes y operadores y retornen al poder y sigan con estas prácticas. La pregunta es por qué y la respuesta obvia es, que les gusta la coca y la teta. El error de los otros es ofrecer trabajo o no decir nada. Dijo Churchill: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”; aquí nadie se animaría a decir esa tamaña barbaridad sin sufrir las consecuencias.

Los analistas y luego de la encuesta, nuevamente empiezan a hablar del voto útil, voto útil para el inútil dijo Almendra. Es necesario mencionar que usar el voto útil para apoyar un candidato opositor incompetente, como el que conocemos u otro del mismo taco, es una pésima decisión pues llevará al país al desastre y bajo un gobierno con apariencia democrática.
Sabemos que el próximo gobierno, cualquiera que sea, va a recibir una institucionalidad y una economía destruida por el masismo y se requiere de fortaleza, decisión y conocimiento para repararlo.
Si no se tiene en buen candidato y un equipo idóneo, es más sensato dejar que el MÁS se cocine en su propia salsa y juntar fuerzas para potenciar un gobierno sólido y con un equipo profesional que tenga carácter, valentía, idoneidad y coraje para soportar la tensión que significa Gobernar bien.

En estos tiempos y más que nunca, se deben tomar decisiones y acciones duras, imprescindible en estas épocas de peste económica y sanitaria y sin doblegarse. Por eso es útil recordar las escenas de esas viejas películas con piratas y antiguos barcos de vela, que se enfrentan a las tormentas y con esos Capitanes, Pilotos, Contramaestres y Marineros, que enfrentaban sin arredrarse a las tormentas y a los bucaneros. El Capitán nunca abandonaba su barco y si era el caso se hundía con él.

Como así de tormentosa se nos viene la cosa, no podemos esperar nada de Capitanes incapaces y blandengues que abandonan el barco al primer chilchi.