Lo bello y lo bueno

Leonardo Leigue U. – eju.tv

Leonardo Leigue Urenda

Nuestra cultura occidental durante cientos de años ha instalado machaconamente en nuestro imaginario una relación directa entre estética, ética y moral. Lo bello es bueno y lo feo es malo. El arquetipo del héroe es la belleza. Racionalizamos y sabemos que no es así, más nuestro inconsciente no entiende de razones, pero sí de emociones: tememos a la oscuridad, a las arañas, pero sobre todo tememos y detestamos a lo grotesco. Porque sí.



Clint Eastwood es bello y Sergio Leone lo lanzó para siempre para papeles de bueno, Lee van Cleef, con su cara de comadreja fue siempre el malo y por supuesto, Eli Wallach, sudoroso, mejicano y hediondo, fue el feo. Malo y feo. Así, Danny de Vito nunca podría ser Batman, solo el pingüino y el criminal nato de Lombroso se encontraba en las antípodas de lo apolíneo.

En este lado, casi como tan oscuro como el de la luna, pecaríamos de ingenuos si no de burros, si creemos que se puede hacer política sin una buena dosis de hijoeputes. De hecho, hay ciertos cargos en que la frialdad, la amoralidad y la maldad, casi que le son inherentes, como el Ministerio del Interior o de Gobierno, cargo que por alguna razón -pienso en Arce Gómez, Sánchez Berzain, Kucok, Rada, Moldiz, Romero Bonifaz, Murillo y otros tantos más- sus ejecutivos (o ejecutores?) encuentran entre ellos un hilo conductor en la maldad pero también y sobre todo en su fealdad, lo que indudablemente les potenció su baja popularidad.

Considerando el horizonte político y económico, es indudable que para el próximo gobierno lo que se viene será cuando menos, convulsionado. Ello requerirá más que nunca un Ministerio del Interior particularmente perverso, quizás en aras de la estabilidad social o simplemente porque está inscrito en el código genético del cargo, por eso les lanzo un tip: La bondad embellece y lo bello abuena o al menos se percibe como suavizante de lo vil. Por ello, descontando su inteligencia y capacidad, escojan una persona bonita.

A menos…. a menos que prefieran ser temidos que queridos, ahí está fácil, feos y malos hay hartos para escoger.

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