¿Por qué algunos candidatos temen a las encuestas?

No hay proceso electoral sin encuestas. Es claro que estos estudios le dan un condimento especial a todo ese recorrido que transitan los candidatos y las organizaciones políticas hacia el día del voto, no solo ahora, sino desde que las elecciones son elecciones, aquí y en cualquier país que se precie de ser democrático.

Digo esto porque en los últimos meses algunos candidatos optaron por poner una mirada particularmente crítica sobre las encuestadoras habilitadas para este proceso eleccionario, con una insistencia por demás inquisidora y llamativamente quisquillosa.

Es como si en el fondo quisieran frenar las encuestas y lograr que no se hagan públicas, como si con ello fueran a mejorar el desempeño de su candidatura y de su posición electoral. Y es lógico, si las encuestas no “me favorecen” mejor es que no existan.



Sin ánimos de direccionar esta columna, pero siendo frontal, llama la atención que dos de los candidatos que persistentemente vienen cuestionado las encuestas sean Tuto Quiroga, de Libre 21, y Luis Fernando Camacho, de Creemos. Y digo esto porque, curiosamente, son los dos candidatos que ni siquiera unidos superan el 10% de intención de voto en ninguna de las encuestas recientemente publicadas. Y son los mismos dos candidatos que en días pasados tuvieron un acercamiento para un posible acuerdo que al final no prosperó.

La realidad es que no sabemos si estos candidatos realmente temen a las encuestas o si usan este pretexto para justificar su bajo desempeño e incapacidad para conquistar el voto en lo que va de este período electoral. Queda claro que pelearse con las encuestas no es algo que mueva la aguja del votante. En definitiva, no es la mejor estrategia de campaña, como tampoco lo es la permanente negación del fracaso, algo que los candidatos acostumbran hacer cuando la preferencia electoral no les es favorable.

De marzo a la fecha, tanto Tuto como Camacho han descalificado sistemáticamente el trabajo de firmas como Mercados y Muestras, Ipsos y Ciesmori. En otras palabras, no hay encuestadora digna de evaluar sus candidaturas.

Lo cierto es que las encuestas forman parte del juego electoral y de la construcción de la democracia. Querer prescindir de ellas es como tratar de vendar los ojos a la población para que elijan gobernantes prácticamente a ciegas. Es por eso que, el discurso fácil de que tal o cual encuestadora está vendida a determinados intereses, termina siendo el recurso de quienes en realidad muestran su débil peso específico en la arena electoral el día mismo de las elecciones; allí donde no solo ellos pasan por el escrutinio nacional, sino también las mismas empresas encuestadoras, las que ponen en juego todo su prestigio como medidores certeros de la temperatura electoral.

¿Complot?, ¿paranoia?, no lo sé Rick, parece falso. Candidatos anti-encuestas no tengan miedo a estos estudios, ténganle miedo a la negación, es más dañina.