Tras el encierro, Copacabana se abre tímidamente al turismo local

En la península se registró uno de los primeros casos del departamento. Con la flexibilización, la apertura de la iglesia atrae a visitantes nacionales y da esperanza.

 



Leny Chuquimia /  Copacabana

Después de meses de aislamiento, Copacabana  despierta tímidamente al turismo interno. Con la apertura de carreteras y la flexibilización en los fines de semana, el epicentro lacustre recibe a  sus primeras visitas. Pero estas aún no regresan   la vida a un  municipio que -antes de la crisis sanitaria- estaba entre los destinos más visitados del país.

“Copacabana está vacía. Los últimos días han llegado uno que otro turista nacional porque la iglesia ya se ha abierto. Ojalá que con la flexibilización lleguen más. Nosotros vivimos del turismo y  ya son seis meses sin ingresos”, señala Felipe Condori, uno de los 40 fotógrafos que trabajan en la península.

Su deseo es el mismo que el de decenas de hoteleros, operadores turísticos, guías, transportistas, dueños de restaurantes y gremiales. Y es que el municipio vive de la industria sin chimenea.

 “18 años que atiendo a los turistas. Esta es  una crisis muy grande, queremos recuperarnos para volver a ser uno de los destinos turísticos importantes. Pero no sabemos cuanto tiempo  tardaremos”, lamenta Yovana Robles, desde una de las 24  pescaderías apostadas a las orillas del lago.

La playa  luce vacía sin turistas, ni  flujo   de botes.

Completamente aislada

El 25 de marzo, en Copacabana se confirmó  un caso positivo de coronavirus: un paciente de 68 años, de sexo masculino y nacionalidad italiana, que llegó de Nueva York vía Colombia. Era uno de los primeros casos reportados  en  el departamento de La Paz.

Con las fronteras  y las carreteras interprovinciales cerradas, el municipio lacustre  quedó aislado y el turismo, en coma.

Las calles antes llenas de visitantes -extranjeros y nacionales- se vaciaron y la música, a todo volumen,  de restaurantes y hoteles se calló para dar paso solo al sonido del viento y las olas del  lago.

“Estamos a nueve kilómetros de Kasani, en  la frontera con Perú, y a otros tantos de Tiquina, el estrecho que debemos pasar  para conectarnos con el resto del país. Con ambos tramos  cerrados, nos quedamos completamente aislados… como si fuera una isla”, manifiesta el guía Edwin Gutiérrez.

Cada año, Kasani se convierte en la puerta de ingreso para el 12,7% de los turistas extranjeros que visitan Bolivia. Esto, sin considerar el flujo comercial y el tránsito peatonal en esa frontera entre Bolivia y Perú.

Con el cierre de este corredor, no solo se paralizó la conectividad, sino que se produjo un desabastecimiento, ya que gran parte de  los productos llegan a Copacabana  desde La Paz o el Perú. A  las restricciones de la  cuarentena se sumaron los bloqueos contra el confinamiento, las protestas por la suspensión de las elecciones y las movilizaciones de  padres de familia que exigían  a la alcaldía una canasta alimenticia con los fondos del desayuno escolar.

Los locales  gastronómicos se vieron obligados a cerrar.

 “Además del turismo, hay un movimiento comercial interesante, sobre todo por lo económico de algunos productos que entran del vecino país, pero todo eso se cortó”, añade Gutiérrez.

“Por meses no había nada, no  llegaba  nadie. Ni los autos para ser bendecidos entraban porque la iglesia estaba cerrada”, afirma Condori en el atrio del santuario de la Virgen de Copacabana.

  Con su cámara al hombro, espera aburrido en el arco de la iglesia a algún visitante  que quiera tomarse un retrato. “¿Una foto?” aborda con entusiasmo cuando llega  un foráneo.

En su rubro son 40. Se organizan en grupos que  van rotando entre el templo, la capilla de velas, la playa,  el calvario y otros sitios turísticos.  Apenas uno espera a orillas del lago y es que no todos están trabajando, como lo hacían antes.

 “Están en sus pueblos o en sus casas porque aquí no hay nada que hacer. También es por miedo al contagio, por eso muchos fotógrafos, como las vendedoras de acá,   prefieren no salir”, explica una de las comerciantes en el  ingreso a la capilla de velas. Su puesto es el único, de 15, que está abierto.

     Al interior del espacio, la cantidad de  fieles también ha disminuido. En los mesones antes llenos de penitentes y feligreses ahora solo quedan unas cuantas velas en medio de montones antiguos de cera derretida.

“A las operadoras, guías y agencias  también les llegó la crisis. Muchas han cerrado o han cambiado de rubro. Transformaron sus oficinas  en tiendas de abarrotes, alimentos o productos de limpieza”, explica Gutiérrez.

Pocas tiendas  abren en la calle de las artesanías.

Junto a su esposa, Alicia Sarmiento, es propietario de NetTravel, una agencia que apenas se establecía  cuando la crisis llegó.

“Colgamos nuestro letrero y a los  dos días  empezó la cuarentena”, relata la pareja entre risas.

 Ambos estudiaron turismo y derecho. Él es paceño y ella copacabaneña, un origen que presume con orgullo y amor por su tierra.

“En La Paz trabajábamos en el rubro, pero decidimos venirnos acá  por la tranquilidad en la que pueden crecer nuestros hijos y porque queríamos hacer algo más por nuestra Copacabana. Tenemos una propuesta diferente para fomentar la visita a sitios poco comunes y trabajar con las comunidades. Acá hay varios sitios    pero no se los promociona, como lo religioso. Ahora mismo no hay un plan común de todos los sectores del rubro para salir de esta crisis”, dice Alicia.

Como muchas  familias, la suya sobrevivió estos seis meses con sus ahorros. Aunque varios productos escasearon,  lograron conseguir lo básico de las comunidades aledañas y del lago, que provee al municipio  pescado fresco todo el año.

En la Plaza Sucre los vehículos ya parten hacia La Paz. Los voceadores prometen que cumplen con todas las medidas de bioseguridad. Y aunque ya pueden llegar turistas, por el momento sus usuarios son mínimos.

“Mientras la frontera esté restringida, el turismo va a permanecer en cero. Lo que ahora está empezando tímidamente son las visitas domésticas, el turismo interno”,  sostiene Edwin.

 Para Alicia es hora de mirar nuevas opciones que incluyan a las comunidades. De hecho NetTravel trabaja en un proyecto que recupera las ferias del trueque en gran parte de  la zona  lacustre.

Hasta Yunguyo para conseguir productos

“Antes, en un fin de semana, de una temporada normal, vendía hasta 70 platos especiales,  pero ahora… nada”, afirma Yovana Robles. Sus ingresos se han visto mermados y, como muchos, vive de los ahorros.

“Además todo se ha vuelto caro, el dinero ya no alcanza. Y antes estaba peor, los productos que ve ahora en el mercado o en  las tiendas han llegado recién”, afirma una de sus compañeras de las pescaderías.

Esta situación obligó  a muchas comerciantes, amas de casa y dueños de restaurantes a cruzar la frontera de forma clandestina.

“Hay auto para ir hasta la frontera, hay que bajarse antes y subir por el cerro. Cruzando eso ya está Yunguyo y ahí todo está barato. Claro, hay que ir de madrugada para que no te vean, pero son muchos los que hacen eso”, cuenta la dueña de un establecimiento.

   Mientras que en Copacabana llegó un momento en que compró cada limón a 1,50 bolivianos, desde el poblado peruano podían traer hasta 30 unidades por tres soles. Lo que equivale a 5,85 bolivianos.

 No solo van por verduras o abarrotes, sino por productos conocidos del vecino país, como la famosa gaseosa  Inka Cola. “Son cosas que el turista nacional busca y que sale a la venta”, dice Robles ,

     El  posconfinamiento

  • Normativa Mediante  decreto supremo de la presidenta transitoria, Jeanine Añez, determinó terminar con la cuarentena que empezó el 22 de marzo, para  ingresar a un periodo de posconfinamiento a partir de septiembre.
  • Fronteras  La norma autoriza, de manera excepcional, el tránsito comercial y de personas entre los municipios bolivianos fronterizos y los de los  países  vecinos, a pesar de que todavía rige el cierre de fronteras terrestres, fluviales y lacustres.
  • Aeropuertos  Se habilitaron  los vuelos  internacionales comerciales regulares, limitados  para repatriación de nacionales y residentes. Esta medida se aplica con países que abrieron sus fronteras como Brasil, Chile, México, Ecuador, España, Estados Unidos y Venezuela.
  • Prueba En caso de que alguna persona quiera ingresar  al país, deberá  presentar  una prueba PCR negativa a Covid-19, con siete días de vigencia.
  • Turismo  Con la apertura de las rutas interdepartamentales e interprovinciales, varios municipios se abren al turismo interno. Se determinan  protocolos para hoteles y restaurantes.

Fuente: paginasiete.bo