Contra el miedo, el voto

Editorial de eju.tv

Desde filas del Movimiento Al Socialismo, hay voces que vienen insistiendo en amenazar al país con una convulsión si es que el TSE “no reconoce” una supuesta victoria de ese partido en la primera vuelta electoral.

Los objetivos de este clima de tensión antidemocrática pueden ser varios: 1) sembrar miedo a eventos de violencia el 18 de octubre, apuntando a incentivar el ausentismo de los ciudadanos afines a otros sectores políticos; 2) sabotear la realización de la segunda vuelta, en la que el partido cocalero sería derrotado con seguridad; y 3) pasar a una vía insurreccional que conduzca a un pronto retorno de Evo Morales al poder.



Es probable que en la motivación confluyan varias de estas razones, y que las más radicales estén en los planes del grupo exiliado en Buenos Aires, del núcleo duro del Chapare y de sus aliados continentales.

En cualquier caso, ante la siembra de miedo la mejor reacción que puede tener la ciudadanía es acudir a las urnas, reafirmando que es en ese espacio donde deben dirimirse de manera legítima las diferencias ideológicas. Vamos a votar.

Una larga cuarentena política

La amenaza de un desconocimiento a los resultados oficiales del TSE utiliza un riesgo real: que ante una fragmentación importante del voto de las fuerzas democráticas, el masismo pueda acercarse al 40% con 10 puntos de ventaja sobre el segundo, lo suficiente como para dar una excusa a los afanes desestabilizadores.

Los representantes de las diversas tendencias identificadas con la democracia republicana tendrán la responsabilidad de tender puentes de unidad, sabiendo que de no hacerlo se arriesgan a un retorno al autoritarismo, que significaría una larga cuarentena política para todos los que piensen diferente.

Incoherencias e intolerancias

En ese marco, no ayudan al esfuerzo democrático las incoherencias de algunos candidatos, que no asistieron al principal debate presidencial o que tuvieron un bajo desempeño, y que ahora insisten en nuevos careos entre postulantes.

Peores aún son las señales de intolerancia, que llegan al extremo de asignar o negar cualidades étnicas, según se esté o no de acuerdo con las opiniones de ciertos actores políticos.

Para evitar la recaída en el autoritarismo, será vital no replicarlo al interior del campo democrático.