Milton Melgar, el futbolista boliviano que pasó por Boca y River: la diferencia entre las hinchadas y por qué a las estrellas como Messi les cuesta jugar en la altura

El mediocampista rememora su paso por el fútbol argentino y analiza el cruce entre el combinado albiceleste y el boliviano en los 3850 metros de La Paz: la ayuda que puede aportar el consumo de Viagra y el recuerdo del 6-1 al equipo que dirigía Diego Maradona

 

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José Milton Melgar es dueño de un registro que ningún otro futbolista boliviano posee: es el único que pudo darse el lujo de haber jugado para Boca y River. No obstante, el arribo de Melgar al Xeneize fue atípico. Llegó a Buenos Aires en 1985, debido a que en su país no podía jugar por una suspensión y la dirigencia del Blooming hizo gestiones para que fuera a préstamo a la ribera por tres meses. Se quedó en dicha institución hasta 1988: “En Bolivia no tenía una preparación profesional, recién en la Argentina lo logré. La estadía en el Xeneize me hizo crecer deportivamente. Por eso, esos 90 días de prueba se transformaron en cuatro años que fueron los más hermosos de mi vida”, contó el ex mediocampista que vistió la camiseta azul y oro en 126 encuentros, convirtiendo seis goles.



Sin embargo, Maravilla dejó el barrio de la Boca para pasar al de Núñez, donde jugó una temporada (1989) sin marcar tantos. Lo curioso del traspaso fue que se resolvió en una noche, durante una cena con Cesar Luis Menotti, quién lo tuvo en el Xeneize y se lo llevó a River de un día para el otro.

En diálogo con Infobae, el ex mediocampista repasó su carrera y analizó el encuentro que jugarán Bolivia y Argentina por la segunda fecha de las Eliminatorias sudamericanas camino al Mundial de Qatar 2022.

-¿Con qué seleccionado boliviano se medirá el conjunto de Messi y compañía?

-Con el más débil de todos porque hay una convocatoria de futbolistas por parte del cuerpo técnico, que no han disputado ni un partido de selección y fueron llamados para las dos fechas. A esto hay que sumarle la crisis que hay por no tener una cabeza en la Federación Boliviana de Futbol y además de los líos que existen entre los propios dirigentes por temas personales. Todavía no deciden si comenzará o no el torneo local. Encima, mantienen deudas con sus futbolistas y se abusan de ellos.

-¿Qué tipos de abusos?

-Referidos al recorte de salarios de los futbolistas en un 75 por ciento que llevan adelante algunos clubes. Esa imposición la hicieron los dirigentes viendo las necesidades de sus jugadores y, de esa manera, se han aprovechado de la situación. Los futbolistas debieron aceptar esos cambios. Todo esto perjudicar el andar de nuestra selección.

-¿En el aspecto futbolístico cómo llega el conjunto de César Farías?

Mal, es la más débil de todas las selecciones del continente. Obviamente, estará en desventaja con respecto a su rival porque no estamos compitiendo ni pudieron los bolivianos trabajar con normalidad en lo que va del 2020. De los seleccionados participantes en la competencia los menos afectados son Brasil y la Argentina, porque la mayoría de sus convocados se destacan en Europa. A ambas selecciones les da un plus de ventaja en la competencia. Bolivia es la más perjudicada porque hay futbolistas que no han jugado en todo el año. Hay que agregarle la diferencia que existe en los niveles de futbolistas de argentinos y brasileños con relación al resto…

-¿Cree que Messi juega de la misma manera en el llano que en la altura?

-La producción de los futbolistas de élite cuando van a La Paz disminuye y les cuesta adaptarse, no tienen el mismo rendimiento. Hay casos especiales como Ángel Di María, que en su último encuentro acá no mostró su nivel real pero, al mismo tiempo, no le afectó la altura y pudo desenvolverse bien físicamente. El tema de los 3800 metros al nivel del mar hay que saber manejarlo. Si uno no se adapta, se asusta y queda paralizado. Yo tengo mucha experiencia en jugar en estas condiciones. Soy del llano y me tocó subir seguido. Cuando uno conoce esas sensaciones es mucho más fácil y a la mayoría se les complica por la falta de oxígeno en algunos momentos…

-¿Es cierto que hace bien tomar viagra para jugar en la altura?

-Sí, es verdad, es bueno. Lo han utilizado equipos de Santa Cruz para ir a jugar a La Paz. Nunca me preocupé por saber más porque no lo necesité, pero los médicos dicen que es bueno tomar…

-¿Se lo propusieron alguna vez?

-No, pero dicen que sirve para mejorar la respiración. No lo hubiera tomado porque una de mis cualidades era el trabajo físico y aeróbico, fue uno de mis fuertes. A mí, la altura me afectaba muy poquito, entonces no tenía necesidad de consumir…

-La Selección de Maradona sufrió mucho al jugar a 3800 metros sobre el nivel del mar cuando cayó 6 a 1 con el seleccionado local…

-Sí, la pasaron muy mal en La Paz. Hay dos factores que te llevan a no tener un buen rendimiento. No solamente los paraliza a los que suben a la altura a desarrollarse, sino que también tiene que ver con el desempeño que tenga la selección boliviana. Recuerdo que, frente al equipo argentino que conducía Maradona, nuestra selección, sin ser buena, demostró tener mucha presión física y velocidad. La clave pasó por ahogar al rival. Ahí fue donde sacó ventaja. Siempre va a depender del accionar del local para notar esa paralización de la visita…

-¿Qué recuerdos tiene de aquel histórico cotejo por Eliminatorias?

-Yo tenía la felicidad de haberle ganado a la Argentina, pero la sensación amarga de ver sufrir a Maradona. En ese momento, me desempeñaba como viceministro de Deportes de Bolivia y recuerdo que Diego en el 2008 me hizo un gran favor: participó en un amistoso para protestar contra el veto de la FIFA a los partidos internacionales a más de 2.750 metros. Bolivia quiso tener la soberanía para decidir donde jugábamos y lo logramos. Además, ese amistoso fue a beneficio de los derrumbes que hubo en La Paz para recaudar fondos y recolectar alimentos para esa gente que perdió todo. A Diego lo estimo mucho y verlo con la impotencia de que su equipo no funcionaba no me gustó. Fue lindo el 6 a 1, pero fue un golpe duro para mí por Maradona.

-¿La ve muy lejos a la selección de Bolivia con relación al resto de Sudamérica para clasificar al Mundial de Qatar?

Si, muy lejos por los problemas que tenemos. Es una selección con muchos jóvenes, pero es para proyectarse de aquí a 10 años. No llevamos adelante un trabajo de formación ni de selecciones menores. Es muy difícil encarar partidos de Eliminatorias con selecciones ambiciosas de ganar y de grandes condiciones, como por ejemplo Chile, Colombia, Uruguay, Brasil y Argentina. Hoy por hoy somos los últimos de Sudamérica…

-¿Cuál era su motivación para ir a jugar a un seleccionado que no es de los favoritos y al que encima le cuesta mucho más que al resto cumplir con el objetivo de clasificar a un Mundial?

-Representar a mi país es algo muy importante para los deportistas, siempre con la ilusión intacta de enfrentar a los mejores de Sudamérica. Sin ser favorito, uno se siente importante. Busca la hazaña. Sorprender a esta clase de rivales que son mas fuertes que el resto. Creo que esa es la motivación que tenemos los bolivianos. Si no hay un proyecto que realmente sea claro, seguirá siendo eso, deseo y nada más. A mí me costó mucho desde lo anímico, hay muchas críticas y siempre los responsables frente la derrota son los futbolistas y entrenadores. El golpe siempre es hacia nosotros. La etapa del 94fue la mejor porque hubo un proyecto que se efectivizó. Hoy ya no existe y se cortó todo. Los bolivianos vamos a seguir hablando cada vez que se acercan las Eliminatorias de los deseos de clasificar, pero la realidad es otra…

-Usted llegó a Boca para jugar por tres meses y se quedó cuatro años. ¿Cómo se dio ese pase?

-La verdad es que fue algo hermoso. No me conocía nadie y esos tres meses eran muy pocos para cualquier futbolista. En ese período, si no llegás a jugar, estás de vuelta. Me dio la oportunidad Mario Zanabria de entrar desde el primer partido. Jugué el segundo tiempo. Con el tiempo, empecé a demostrar lo que tenía y logré continuidad. Fui dándome cuenta de que no bastaba con lo que jugaba, sino que tenía que prepararme mejor. Descansar, alimentarme bien y entrenar mejor. En Bolivia no tenia una preparación profesional, recién en la Argentina lo logré. La estadía en Boca me hizo crecer deportivamente. Por eso, esos 90 días se transformaron en cuatro años que fueron los más hermosos de mi vida…

-Arribó en el peor momento de la institución boquense. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Sí, fue en el peor momento. Boca estaba económicamente mal y varios estábamos a préstamo. Entonces, la economía no alcanzaba para comprar jugadores de jerarquía. De esta manera, el presidente Antonio Alegre y su vice, Carlos Heller, acertaron con la cantidad de futbolistas que contrataron a préstamo. Se formó un gran grupo que se hizo fuerte en las adversidades…

-¿Se adaptó fácil en un plantel de grandes figuras como Gatti, Higuaín, Passucci, Comas, Graciani, entre otros?

-El Loco Gatti fue el primero en recibirme. El día que llegué a la Candela, Hugo estaba mateando. El utilero me lo presenta y me puse a charlar. Me dio la bienvenida y todo su apoyo. Después, creamos una sociedad futbolística. Para mí fue muy bueno jugar con él. Nos entendíamos muy bien. Nos hacíamos los loquitos dentro del campo de juego porque me buscaba siempre y me la pasaba seguido. Nos divertíamos. En las concentraciones dormíamos 5 o 6 jugadores en cada habitación. Era un lío bárbaro…

-¿Por qué José Pastoriza no lo tuvo en cuenta y se fue a River?

-Llegó a mitad de temporada y me apartó, me ponía de suplente. Entraba muy poco. No me tuvo confianza como sí lo hicieron Zanabria y César Luis Menotti. José llegó con la idea de hacer cambios, de traer a sus jugadores favoritos y me manifestó que no estaba en sus planes. Yo tenía un año más de contrato y seguía de pretemporada con Boca en la Costa. Un día el Negro Rivero (su representante) me avisó que teníamos una cena programada con Menotti, quien era el entrenador de River. Fuimos a comer los tres y en un momento, el Flaco me preguntó: “¿Querés jugar en River?”. Le dije que sí. Esa noche se cerró mi pase y al otro día, ya estaba entrenando en el Monumental. En 24 horas pasé de Boca a River.

-En la actualidad, es muy difícil que pase algo así…

-Sí, fue insólito en ese momento. Resulta que la prensa estaba distraída con los enfrentamientos de Gatti y Pastoriza, entonces no hubo mucha repercusión de mi pase. Sabés que me pasó algo raro con eso. Los que siempre me rechazaron fueron lo de River, los de Boca nunca me dijeron nada. Nunca sentí un reclamo de la hinchada xeneize. Es más, cuando jugaba para el Millonario disputé una Superclásico en La Bombonera y los hinchas locales me aplaudieron. Por eso, la experiencia que tuve en Boca fue la mejor de mi carrera. La gente me quiso tanto y me sentí cómodo siempre…

-¿La pasión del hincha de Boca es igual al del hincha de River?

-No, es única la pasión del hincha de Boca, que es muy fiel e incondicional, distinto a todos. Yo pasé esa experiencia y lo tengo que decir de esa manera. Cuando jugaba para Boca tuvimos una racha de derrotas seguidas y recuerdo que la gente iba igual a la cancha. En lugar de disminuir el público, asistían más hinchas al estadio y seguían apoyando. En cambio, en River noté lo contrario. La gente abandonaba cuando el equipo estaba mal, en vez de seguir. No siguen apoyando. Fue lo que viví en esos dos clubes.

Maradona, técnico de la selección argentina en el histórico 6-1 de Bolivia (Foto Baires)

Maradona, técnico de la selección argentina en el histórico 6-1 de Bolivia (Foto Baires)

 

-¿Cuáles son las diferencias que hay entre Boca y River?

-En lo deportivo no veo muchas diferencias. Jugar en Boca significa que haya un respeto del rival, un cuidado, porque siempre Boca es favorito. En River me pasó algo parecido. La diferencia entre uno y otro pasa por el hincha cuando el equipo pierde…

-¿Le hubiera gustado quedarse a vivir en Boca o River?

-En Boca, porque me fue muy bien. Soy muy agradecido a la gente que siempre me apoyó. No hay dudas: me hubiera gustado quedarme a vivir en Boca. También hubiese querido jugar más tiempo en la Argentina. Me pesó tomar la decisión de irme de River porque después de un tiempo no estuve en los planes de Reinaldo Mostaza Merlo y regresé a mi país. Me arrepentí de no seguir el año que me quedaba en el Millonario…

-¿Sintió que lo respetaron en nuestro país?

-Fui insultado en varios partidos, pero después entendí cómo vive el fútbol el hincha argentino. Por otra parte, me dejaron de lado varios entrenadores que traían a sus jugadores favoritos y me apartaron, pero son cosas del juego…

-¿Qué enseñanza le dejó Menotti como entrenador?

-El Flaco fue lo mejor que me pasó como entrenador, el mejor director técnico que tuve. Una de sus cualidades era que sabía cómo manejar al jugador. Te decía dos cositas y uno ya sabía lo que iba a hacer dentro del campo. Trabajaba la parte táctica en la semana y previo a los partidos, su charla técnica no duraba más de 10 minutos. Te ponías a conversar con él y quedaba claro todo. Me abrazaba y te decía: “Milton, vos hacé lo que sabés hacer, nada más”. Con una instrucción de esas salía a jugar más agrandado que nunca. Era muy sencillo. Me llenó de orgullo que me dirigiera. Cuando llegué a River el plantel ya estaba armado. Los entrenamientos eran todas finales porque queríamos ser todos titulares y nos matábamos. Me costó un poco jugar pero el Flaco siempre me dio su confianza. La competencia era fuerte entre los compañeros. Siempre fue afectuoso conmigo aunque no fui titular…

-¿Qué se siente jugar en el campo de juego de la Bombonera?

-Es lo más lindo del mundo, es lo máximo tener a la hinchada de Boca cerca, que no para nunca de alentar. Uno empieza a jugar, se concentra en el partido, pero siente el respaldo de su gente. Hay jugadores que sienten miedo escénico de jugar en La Bombonera. Yo me agrandaba en ese escenario…

-¿Es distinto jugar en el Monumental que en La Bombonera?

-Sí, es distinto, por la lejanía de la gente. La de River está más lejos porque la pista de atletismo hace que no se sienta igual que en el estadio de Boca…

-¿Por qué le decían Calavera?

-No solamente Calavera, también esqueleto y flacuchento. Yo pesaba 58 kilos cuando era jugador. Era muy delgado y flaquito. Calavera fue de lo más liviano que me decían mis compañeros de selección, que fueron los que me pusieron los apodos.

 

Fuente: infobae.com