Dos hombres dos discursos

 

Fuente: Facebook Centa Rek



La toma de mando presidencial nos dejó dos discursos que interpretaron dos hombres que hoy asumen el mando de nuestro país.

A todos nos gustó el mensaje conciliador de David Choquehuanca, hombre aymara, pausado, que no demuestra emociones pero tiene una voz afable y conciliadora. Arce Catacora, ahora presidente, se esforzó por parecer autoritario, a momentos amenazante e incluso podría decirse que puso en su discurso un tinte vengativo.

Merodeó en viejos rencores ancestrales así como intimidó a la Bolivia qué hizo el corte con el ciclo autoritario de Morales, mostrando que estaba presto a cobrar “ojo por ojo” de lo qué pasó en el periodo de transición.

Choquehuanca nos llevó a la Bolivia diversa que debe reconciliarse y nos hizo soñar con separación de poderes, un buen gobierno, justicia, igualdad y fraternidad. Por un momento creí soñar y me desperté de golpe con las arengas del hombre de piel blanca, vistiendo saco y corbata y que no quisiéramos que esté dividido entre el antes, el ahora y el después y que parecía comprometido a parecerse más al pasado que a lo que tendría que ser este presente.

En medio del momento confuso pensé que el Arce que hablaba tal vez no era el Arce que es, y que Choquehuanca se había atrevido a ser Choquehuanca en su identidad y su deseo y que Arce puede que tenga tal vez los mismos deseos que Choquehuanca pero no se quiere permitir tenerlos para no parecer débil frente al aparataje represor y terrorífico que se esforzó por ser el MAS en 14 años en los que no salió el sol ni brilló la luna.

El MAS de ayer se cargó a sí mismo con un montaje que hizo méritos y esfuerzos para ser y parecer temible.

Algo me dice que los hombres muchas veces se empeñan por parecer lo que no son y que a fuerza de empeñarse se pueden transformar en lo que quieren parecer (ojalá este no sea el caso).

Mi mayor espera es que Arce se esfuerce por ser el gobernante que necesitamos, que sea sí mismo y que no se deje absorber por el espejito mágico del pasado que los bolivianos queremos superar.

Un hombre (nuevo) no puede ser los hombres que quedaron en el ayer, un hombre con poder no debe volver a las huellas de su antecesor porque dejaría de ser sí mismo y perdería la gran oportunidad historia de esculpir su propia esencia y de abrir un nuevo sendero en nuestro destino.

Yo miro ahora este espacio-tiempo con curiosidad.

Tenemos ante nosotros dos discursos y dos hombres. En lo más íntimo de mi ser espero que más allá del discurso los hombres que comienzan esta etapa emerjan de las aguas de su propio ser y respondan al enorme reto de ser ecuánimes y respetuosos, eso es lo que sería auténtico.

Digo yo que es muy fácil ser un buen gobernante! Basta con pensar en la felicidad de los demás, basta con ser amigable, basta con ser amigo de la naturaleza, de los ríos, de los tigres y de todos los hombres y mujeres por igual.

Tengo en mis oídos el eco de los dos discursos y extrañamente por momentos los escucho hablar en paralelo allá en el futuro que todavía no existe.
Un país debe ser el hogar en el que nos podemos guarecer todos.

Centa Rek López es Escritora, psicóloga.