Mario y Marcelo, víctimas de Montero que no hallan justicia

 

Ha pasado un año desde que Marcelo Terrazas y Mario Salvatierra murieron abatidos por disparos. La acusada de ser la autora intelectual hoy es diputada del MAS.

Carolina Méndez / Santa Cruz



Ya no buscan respuestas. Ambas familias dejaron de creer en la justicia. Las razones son distintas, la primera lo hizo por falta de confianza en el sistema judicial, la segunda por falta de dinero. Ha pasado un año desde que Marcelo Terrazas y Mario Salvatierra murieron abatidos por disparos certeros en el barrio Cofadena, municipio de Montero.  Son las primeras dos víctimas letales de los conflictos postelecciones de 2019.

Un año después del hecho, Deisy Choque, acusada de ser autora intelectual de ambas muertes durante los enfrentamientos en Montero, obtuvo medidas sustitutivas a la detención preventiva y asumió el cargo como diputada  por el Movimiento Al Socialismo. Choque apareció en las listas del MAS aun estando privada de libertad.

Según la Fiscalía, el 29 de octubre de 2019, Choque habría realizado una reunión en su domicilio en la que participaron aproximadamente 20 jóvenes con la finalidad de organizar el desbloqueo en el municipio de Montero y defender los resultados de las elecciones nacionales. La movilización terminó con los lamentables hechos de sangre, dos fallecidos y múltiples heridos.

Óscar León, abogado de Choque, calificó lo ocurrido con su cliente como una “persecución política”. “Se ha demostrado que ella no se encontraba en el lugar. Nunca tuvo relación con los que son autores materiales”, declaró el jurista ante la prensa.

Actualmente hay aún tres personas  bajo detención preventiva -Johan Elías Nina Peñaloza, Iván Cala Ventura y David Peñaloza López- por el caso en el penal de Palmasola. Los tres están acusados por los delitos de “homicidio, organización criminal e instigación pública a delinquir”.

Saúl Menacho, abogado ad honorem que defendió por un año a las familias de las víctimas, renunció a la defensa al día siguiente de la asunción de Luis Arce y David Choquehuanca. Las familias de las víctimas dejaron de asistir a las audiencias y el caso es llevado exclusivamente por el Ministerio Público.

“Ya no soy parte del caso, dejé el patrocinio el 9 de noviembre de 2020 y tengo entendido que no han buscado aún una nueva defensa”, reveló el jurista en contacto con Página Siete.

Consultado por la causa que le llevó a alejarse del proceso, Menacho asevera que es una decisión “estrictamente personal, tomada por la dificultad que le generaba tener que desplazarse hasta otro municipio para las audiencias”.

Terrazas y Salvatierra fallecieron producto de disparos de bala la noche del 30 de octubre de 2019, octavo día de paro cívico en el departamento de Santa Cruz por las denuncias de fraude  en las elecciones del 20-O. Ambos fueron declarados por el Comité Cívico “mártires de la democracia” y hoy, sus rostros yacen plasmados en una barda que recuerda que el enfrentamiento en Montero tiene víctimas pero aún no culpables.

“No he llorado aún a mi padre”

Marcelo Terrazas hijo, camina ágil, esquivando sin dificultad los trabajos de construcción que se hacen en una de las casas de campaña de Creemos en Santa Cruz, lugar que se ha convertido en su segundo hogar.

El joven Marcelo, que heredó el nombre y apellido de su padre, reivindica también como herencia la devoción por la política de su progenitor.

“Mi padre fue emenerrista hasta el último día de su vida. Yo aspiraba a mantenerme en la arena cívica pero lo que le pasó me hizo querer seguir su legado”, explica el  primogénito de Marcelo Terrazas, que milita en filas de Creemos desde inicios de este 2020.

Durante el último año, la vida de Marcelo cambió radicalmente. La muerte de su padre en trágicas circunstancias no sólo le motivó a hacer carrera política sino que sembró en él las ganas de cambiar todo el sistema, de raíz.

“Hay muchas cosas que están mal en nuestro país. La justicia es una de ellas. Hasta hace poco el tema me era indiferente pero me doy cuenta de que es necesario reformarlo todo”, afirma el joven de 30 años,  quien ha dejado de ir a las audiencias que buscan esclarecer lo sucedido en el barrio Cofadena, de Montero. “No creo en esta justicia”, resume de manera tajante.

La tarde del miércoles 30 de octubre de 2019, Marcelo y  su padre, ambos integrantes de la Unión Juvenil Cruceñista, fueron desde Santa Cruz de la Sierra a apoyar un punto de bloqueo cerca al puente de la Amistad, en el municipio de Montero. Allí, al caer la noche, Marcelo, el padre, encontró la muerte en medio de un enfrentamiento con simpatizantes del Movimiento Al Socialismo quienes pretendían levantar el bloqueo.

“Yo lo vi desvanecerse. Corrí hacia él pero inmediatamente quedó inconsciente. Con la ayuda de otros amigos lo subimos a una moto para llevarlo a un centro médico”, recuerda Marcelo como rememorando escenas de una película. “A mi madre le dijeron que yo era el que había muerto, porque tenemos el mismo nombre, y hubo una confusión. Ella  llamaba a papá pero claro, él no contestaba”, relata.

El cuerpo de Marcelo Terrazas de 48 años, fue trasladado desde Montero hacia Santa Cruz y fue velado por un corto tiempo a los pies del monumento a El Cristo Redentor. Dejó dos hijos jóvenes aún en la universidad.

“No he llorado todavía a mi padre. Ya va a llegar el día en que vamos a lograr cambios reales desde la política y entonces sí. Ahí le voy a decir a su memoria: ‘ya está, ya cumplí, papá’. Con eso me voy a permitir por fin sentarme a llorar”, asevera Marcelo acunando la esperanza y conteniendo la pena.

Enfrentamientos en Montero  también dejaron heridos.
Foto:Archivo/ Página Siete

“No tengo plata para  justicia”

En una silla blanca de plástico, ubicada en la acera de su casa, se sienta Eduarda Salvatierra por las tardes, para mirar cómo juega su nieta Irene que revolotea a su alrededor. Vestida completamente de negro  confiesa que su duelo no concluyó.

“Ya no tengo abogado. Es que yo nunca le pagué al doctor. No tengo plata para buscar justicia”, dice la viuda de Mario Salvatierra, quien perdió a su compañero en el fatídico episodio del barrio Cofadena.

Durante el último año de su vida los cambios fueron drásticos. Eduarda no sólo perdió a  su esposo sino que sufrió un considerable deterioro de su salud.

“Me enfermé de esta pierna y tengo el corazón hinchado. Tengo Chagas. El médico me dijo que tengo que descansar”, relata entre lágrimas la mujer quien trabajaba haciendo manjar blanco y patasca en Montero, pero que, por sus dolencias, ha tenido que dejar su actividad laboral.

La pérdida de Mario ha significado para ella la instalación permanente de un páramo de tristeza. “Lo extraño bastante cada día. Me siento muy sola. Estoy cansada de vivir”, revela Eduarda con el corazón desconsolado y los ojos inundados.

Eduarda y Mario vivieron juntos durante 35 años. Formaron un hogar en el que criaron a tres hijos y se hicieron cargo de una nieta que se convirtió en la niña de sus ojos.

“Ella era su locura”, relata Eduarda mientras mira cómo la pequeña junta piedritas en el suelo de tierra.

Justo antes del deceso del esposo, la pareja había sacado un préstamo bancario  para reparar su casa,  dinero que en gran medida se fue en los gastos del funeral. “Todavía tengo parte de la deuda que tengo que pagar hasta marzo del próximo año”, lamenta la mujer.

La presidenta interina Jeanine Añez  decretó otorgar un resarcimiento de 50.000  bolivianos para las familias de los fallecidos en el conflicto postelectoral, incluidas las familias de las víctimas de Montero.

Los presuntos  francotiradores en los conflictos en Montero.
Foto:Archivo/ Página Siete

El dinero, en el caso de la familia Salvatierra, contribuyó para paliar parte de las deudas y permitió adquirir una nueva motocicleta para que uno de los hijos  trabaje de taxista, tal como lo hacía su papá. Oficio que permitió que nunca falte comida en la mesa familiar.

“Me avisaron por teléfono que Mario fue baleado y que estaba mal”, rememora la viuda, quien no se cansa de decir que su esposo “jamás se metía en problemas porque ni siquiera le interesaba la política”.

Mario Salvatierra, de 54 años de edad, fue “a apoyar el bloqueo para defender la democracia” según le comentó a su esposa luego de almorzar ese miércoles 30 de octubre.

Cerca de las 20:00, el hombre recibió dos disparos letales, uno en el costado y el otro en el pecho. “Cuando lo vi, tocaba sus heridas con mis manos pero no podía frenar la sangre”, recuerda dolida  Eduarda quien poco sabe de leyes pero conoce mucho de injusticia.
Mario Salvatierra, el futbolista que le hizo un gol a la inmortalidad

El nombre de Mario Salvatierra ha pasado a la posteridad montereña. El hombre que trabajaba como mototaxista para sostener a su familia y que siempre se había mantenido al margen de la política, terminó convertido en un “héroe y mártir de la democracia”. Hoy su nombre es asociado a los enfrentamientos registrados en Montero, tras las anuladas elecciones de 2019.

Mario tenía tres hijos y una nieta a la que había adoptado. De lunes a viernes se dedicaba a trabajar de sol a sol y se reservaba el fin de semana para la cancha de fútbol.

Mario Salvatierra  tenía 54 años y era mototaxista.
Foto:Archivo/ Página Siete

Según el relato de quienes lo conocieron, Mario  era aficionado al deporte. Jugaba como lateral derecho en el equipo Hans Lohner, en la  mutual de exjugadores de Montero. Cuando murió llevaba puesta la camiseta azul de su equipo.

“Lo llamaban para ir a jugar a otros municipios e incluso le daban dinero para el viático. Con eso nos llevaba a almorzar el domingo”, relata orgullosa su viuda Eduarda, quien lo recuerda como un hombre trabajador y fuerte. “Parecía mucho más joven de lo que era”, dice con una sonrisa.

Salvatierra era conocido en su barrio por ser un mototaxista de confianza. “Lo llamaban directamente a su celular para que haga carreras, para que recoja a los niños y haga compras… siempre trabajó como taxista y eso siempre nos dio de comer”, relata la viuda.

Hoy el cuerpo de Mario yace en el Cementerio Jardín de Montero y su moto se encuentra arruinada, parqueada en el canchón de su casa. “Cuando tenga dinero la voy a hacer arreglar para que vuelva a funcionar”, se promete a sí misma  Eduarda, la viuda del taxista que escribió su nombre en la historia local.
Marcelo Terrazas, el cívico que construyó un legado

Los adjetivos relacionados a lealtad, convicción y lucha no escatimaron en redes cuando se habló de Marcelo Terrazas. Las personas que lo conocieron destacaron su vocación cívica y su profunda convicción en ideales.

Marcelo, quien fue abogado, activista cívico y profesor de artes marciales,  incursionó como candidato a concejal por Santa Cruz el año 2015, bajo la sigla del MNR, partido al que apoyó toda su vida.

“Desde que yo era peladito siempre hubo política en mi casa, mi papá trabajaba en todas las campañas del MNR. Recuerdo incluso que salimos a las calles cuando Percy sacó el tractor”, recuerda Marcelo Terrazas, el mayor  de los dos hijos del fallecido, que rebosa de orgullo al hablar de su progenitor.

Marcelo Terrazas  tenía 48 años y era activista.
Foto:Archivo/ Página Siete

“Me gusta hablar de mi papá, él tenía muy buen humor y la gente lo recuerda siempre alegre”, relata el joven.

Marcelo Terrazas, era un activista cívico incansable, participó en las movilizaciones por la autonomía el año 2005, en la defensa del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) en 2008 y otros conflictos regionales. Según información del Comité pro Santa Cruz, asesoró a varios presidentes que pasaron por esa institución.

En redes sociales aún se conserva la página con su nombre desde donde activaba con lecturas políticas y manifiestos partidarios emenerristas.

“Esta es la sangre de mi padre, que su muerte no sea en vano”, dijo el hijo de Terrazas en octubre de 2019 ante una multitud concentrada ante  el Cristo Redentor. El cuerpo de Marcelo Terrazas yace enterrado en el cementerio Las Misiones de la zona norte de la ciudad de Santa Cruz y su primogénito, que heredó el mismo nombre, afirma con convicción un año después que  “nada fue en vano, el camino está abierto pero ahora hay que seguirlo”.

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