«Mis hijos me dicen que quieren ser bomberos forestales y ese es mi mayor regalo»: el relato de los personajes que batallan ante el fuego

Hoy partió un equipo para asistir contra el fuego a Samaipata. En la Gobernación cruceña hay un equipo de 12 bomberos forestales que trabajan sofocando el fuego. Ellos además de realizar un trabajo se sienten como un instrumento de ayuda en la preservación del medio ambiente

Fuente: El Deber

 



Los incendios forestales continúan en el departamento cruceño. Las últimas noticias alertan sobre uno nuevo que golpea a la zona de los valles cruceños. Hasta ahora suman dos incendios activos en el departamento, ya que también hay otro en el parque Kaa Iya, en el municipio de Pailón.

Por eso, el trabajo de especialistas y bomberos forestales no cesa y están pendientes al llamado de estas emergencias. Vestidos con overoles, botas, cascos y mochilas se dirigen a donde está la tragedia con mente positiva para lograr el objetivo de apagarlos.

Según Jorge Adriázola, responsable del Control de Incendios del Gobierno departamental, son 12 bomberos forestales que trabajan en su equipo en la Gobernación.

Cuenta que antes de partir a un incendio lo primero que deben hacer es preparar su equipo personal, ver si está en condiciones. “Por ejemplo hay que verificar desde las linternas que tengan pilas, hasta la ropa que se va a llevar, mínimo cargar para cinco. Verificar las herramientas, el equipo para descansar en la zona: camping, sleeping, y luego ver el vehículo en que se va partir a la zona”, explicó Adriázola.

En lo que se refiere a su equipo de protección personal como ser las botas y trajes suelen darle un tiempo de vida de un año, aunque cuando han estado en constante trabajo las suelen cambiar cada medio año. “Después de este tiempo se le da de baja o si está aún en buenas condiciones se trata de usarlo como un segundo traje, y siempre tener uno de reserva”, dijo.

A Adriázola, por su cargo en la Gobernación, este año le tocó más que todo asistir a los bomberos y dirigir las operaciones departamentales, más que estar frente al fuego.

Pero desde el 2008 que está en el programa de incendios forestales lo más duro que le ha tocado vivir son los incendios de la temporada 2010, 2013 y la última el 2019, con lo de la Chiquitania.

Entre lo más gratificante de su labor señala que el controlar un incendio con el apoyo de voluntarios, personal de las comunidades y lograr el objetivo de apagarlo es lo mejor de su labor.

Destaca que como Gobernación siempre van a donde están los incendios con el objetivo de sumar y apoyar “Lo primero que hacemos llegar es coordinar con el municipio, darnos a disposición con las especialidades que cada uno tiene”, refleja.

Como instructor brinda soporte técnico, asesora en la logística, dirige al personal que está en primera línea, ya sea personal militar, voluntarios o comunarios. “Tratamos de organizarlos y darles las técnicas para que ellos puedan atender el incendio, que tengan una idea de cómo actuar frente al incendio, porque una persona siempre se impresiona de ver el fuego y puede actuar de una manera que no es adecuada”, describe.

Adriázola cuenta que se han capacitado a más de 20.000 personas en toda su gestión, entre ellas las unidades militares que tienen la mayor cantidad de personas a disposición, además de bomberos voluntarios a nivel departamental y a grupos voluntarios que se formaron de a poco en municipios. A partir de 2019 capacitan a comunidades con el apoyo de organizaciones e instituciones que apoyan a que se den las capacitaciones con material de trabajo.

“Es por eso que en algunos lugares los incendios han sido atendidos inicialmente por comunarios que han tenido la capacitación, hasta que llegue un contingente de bomberos a liquidar el incendio”, explicó el bombero.

Los que están en primera línea

Roberto Juchasar Pillco (50), ingeniero forestal de profesión, lleva 15 años trabajando como bombero e instructor de bomberos en la Gobernación.

Asegura que lo más difícil que le ha tocado ver es cuando llega a un incendio y no hay la colaboración de instituciones. Y por otro lado lo más que le reconforta es ser un instrumento que ayuda a preservar el medio ambiente.

En su trayectoria apagó cerca de 90 incendios, unos simples y otros graves como el de 2010, 2013 y 2019 donde trabajó un largo periodo. Recientemente estuvo en el incendio en el cerro Sararenda en Camiri.

Roberto es casado tiene esposa y dos hijos, uno de 17 años y otro de 11 años. “Ellos desde que yo empecé me decían: ‘papi yo quiero ser bombero forestal y ese es mi mayor regalo’”, expresó Juchasar.

Cuenta que su esposa lo apoya al cien por ciento, pero siempre está con el temor de que exista cualquier percance. “Cuando llego a la casa ocultan su preocupación y me abrazan y piden que les cuente cómo fue la labor”, relata.

Entre los logros más importantes de su carrera está el ser formador de instructores de bomberos forestales.

Otro testimonio es el de Einar Bascopé (36), bombero forestal que recién se incorporó hace dos meses al equipo de la Gobernación. Es instructor del grupo SAR y especialista en rescate en alturas y helitransportadas.

En este corto tiempo cuenta que ya  estuvo trabajando en los incendios de San Javier, Masicurí, Abapó y Cabezas.

“Lo que más me impacta cuando llego a la zona es el daño al ecosistema y a la naturaleza y me da mucha frustración los incendios provocados”, dijo Bascopé.

No duda en alzar la voz para expresar que se deberían cambiar las leyes y la conciencia de la gente que realiza chaqueos sin la capacitación necesaria.