Tras el terror, sólo quedan el miedo y la decepción

Desde las elecciones del 20 de octubre  2019, Bolivia se vio envuelta en una serie de acciones violentas con saldos mortales y el registro de actos terroristas.

Desde la zona Sur hasta El Alto los paceños fueron blanco de ataques y saqueos; mientras en el interior se registraban muertos y ataques violentos.

Ivone Juárez /  La Paz 



 

El lunes 11 de noviembre de 2019 encontró a Estela en shock, sin creer todo lo que había escuchado y visto después de que el domingo Evo Morales renunciara a la Presidencia de Bolivia, horas después de que la Organización de Estados Americanos emitiera su informe confirmando el fraude electoral en las elecciones del 20 de octubre que favorecía a su candidatura.

Recién pudo dormir entrada la madrugada, agotada por el sobresalto y el miedo. Toda la noche, hasta que estuvo despierta, en su zona sólo se escuchaban estallidos de petardos, pedradas o palazos contra las puertas de calle y vidrios de ventanas que estallaban. Todo en medio de murmullos y silbidos ensordecedores, y del sonido de esos pasos apresurados que a momentos se convertían en carrera.

“Su intención era meternos miedo. No gritaban ningún estribillo, ni el nombre de nadie,  sólo murmuraban y  silbaban, pero nosotros sabemos que era la venganza por la renuncia de Evo”, dice la mujer un año después de esos hechos.

Las pocas bicicletas  que Roberto Lemaitre pudo recuperar, 2019.
Foto:Archivo Página Siete

Toda la noche estuvo pendiente de los mensajes en el grupo del WhatsApp que crearon los vecinos; ahí sabía por dónde estaba la “turba”, qué calle había transitado causando  detrozos. Por su calle, en la 44 de Cota Cota, tardó en pasar como una hora.

“Entre los vecinos levantamos  las barricadas para que  no tuvieran el pretexto para atacarnos, pero igual apedrearon nuestras casas, destruyeron todo. Había gente ebria entre ellos”, añade.

Y por el WhatsApp se enteró que en Chasquipampa quemaron más de 60 buses municipales; en Cota Cota, la casa Waldo Albarracín, entonces rector de la UMSA, y  que prendieron fuego a la casa de la periodista Casimira Lema. También se anotició de que comenzaron a incendiar módulos policiales.

Ese lunes, Estela fue convocada a su trabajo y salió con su esposo. Cuando llegaron a la avenida no circulaba ni una sola movilidad y comenzaron a caminar rumbo a Calacoto. A su paso todo era destrozos. “No había  cordones de acera, sólo piedras esparcidas; las puertas hundidas o rotas y no había una sola casa con los vidrios de las ventanas sanos, todos estaban rotos”, relata.

“A la altura de la calle 28 habían saquedado Farmacorp. Sacaron la puerta y se llevaron todo; en el piso se veían tirados cotonetes y productos simples; no habían medicamentos”, continúa.

La casa de Waldo Albarracín  arde el 10 de noviembre de 2019.
Foto:Archivo Página Siete

Lo que Estela y su esposo vieron a la altura de las calles 26 y 25  los llenó de mayor desolación. “También habían saqueado la iglesia que está en la 26,  se llevaron el portón de ingreso y las barandas que tenían las gradas internas. Hicieron lo mismo con la veterinaria de la 25, la vaciaron”, cuenta.

Esa veterinaria era Oasis Pet Care Center, de Alina Pereira. La joven veterinaria vivía su sueño hecho realidad con su negocio, que había inaugurado cinco meses antes. Ha pasado un año de su pérdida y aún no logra recuperarse. “Nada”, responde tajante cuando se le pregunta por las investigaciones sobre el saqueo y destrucción de su propiedad.

“No pasó nada, tuve que cerrar la veterinaria y ahora estoy sin trabajo. La pandemia me dio el golpe final, no pude cumplir con el alquiler y tengo que pagar una deuda al banco. Dejé la denuncia y nadie hizo nada más”, añade.

¿Cómo está?, es la siguiente pregunta para Alina. “Estoy bajoneada, enojada y  perdida. Al final nada funciona en este país, no hay seguridad. No confío en las autoridades, qué podría pedirle a un país que no hace nada por uno y permite que destruyan todo lo que lograste”, responde mientras el llanto ahoga sus palabras.

“Fue un ataque con mucho odio y  maldad. No debo ser la única que está mal, porque todo por lo que hemos luchado quedó en la nada, todo volvió a lo mismo”, sostiene,

Cuando la turba terminó con su local, corrió la versión de que se dirigiría al templo de San Miguel, ubicado cuatro cuadras más abajo, pero nunca llegó al lugar, se dirigió rumbo a la calle Fuerza Naval, de Achumani,  a Go2S,  la  tienda de venta y reparación de bicicletas de Roberto Lemaitre. Hicieron pedazos las puertas de vidrio, entraron y se llevaron todas las bicicletas que estaban en el lugar, los repuestos y cuanto objeto de valor encontraron.

Después de un año del saqueo a su negocio, la justicia tampoco hizo nada por Lemaitre. Las investigaciones no avanzaron y él no recuperó nada de lo perdido, excepto dos bicicletas que identificó en la calle este  año, durante la cuarentena por el coronavirus. “Las reconocí en la calle y las recuperé por mi cuenta e hice la denuncia correspondiente. La investigación sobre el saqueo de noviembre no avanzó nada”,  indica.

Waldo Albarracín es otra víctima de las horas de furia de la noche del 10 de noviembre de 2019, a la que la justicia tampoco atendió. La quema de su casa aún continúa sin esclarecerse, con tres personas detenidas y una apresada en el penal de Chonchocoro porque reconoció públicamente que fue parte de las al menos 350 personas que incineraron su domicilio.

“Parece que porque llegará una comisión de la CIDH comenzaron a mover los hilos por ahí, pero no he encontrado justicia a los atropellos en mi contra, incluso antes del 10 de noviembre, porque el 21 de octubre fui víctima de una intento de asesinato por parte de la gente del MAS, de un hombre que me golpeó con un fierro en la cabeza, pero nunca se lo pudo identificar. Luego vino el incendio de mi casa; me dejaron en la calle, destruyeron todo lo que tenía, pero el caso sigue en la etapa investigativa, no hay acusación. La investigación se quedó prácticamente paralizada”, declara.

En El Alto, robos en colegios

Pero la noche del domingo 10 de noviembre y la madrugada del 11 no fueron perturbadoras sólo para Estela, su esposo, Alina,  Roberto Lemaitre y otros vecinos de la zonas Sur y otros barrios de La Paz, también lo fueron para los habitantes de la ciudad de El Alto.

Silvia vivió momentos de gran temor. “El miedo estaba presente todo el tiempo, todos estábamos obligados a colocar la wiphala. Sentía miedo al ver todas las puertas con la bandera y en las mañanas , en las esquinas, la cenizas, aún calientes, porque los vecinos pasaban toda la noche vigilando. A esto se sumaba la impotencia de saber que entraron a un colegio de la zona para robar”, cuenta la mujer.

“El temor continúa en mí  y podría decir en mucha gente, que  en un momento sintió la esperanza de que Bolivia cambiaría, se levantaría de las cenizas. Muchos temen que nos pase lo que se está viviendo Venezuela; algunos están vendiendo sus terrenos, sus casas, no saben si seguir teniendo su dinero en el banco, si  irse a otro país”, añade.

En la zona 16 de Julio, igual que en Río Seco, los vecinos también se organizaron para montar vigilias en las esquinas, encendiendo fogatas con llantas y cerraron las calles con alambres para protegerse de los saqueos.

“Eran grupos de gente entre los que se veía a antisociales que robaron en colegios, casas y negocios. Nosotros en la zona nos cuidamos muy bien, cuando venían esos grupos armados con palos, también salíamos con palos y se escapaban”, recuerda Alberto.

Mientras en la ciudad de La Paz se responsabilizaba de los saqueos a  partidarios del MAS de Evo Morales; en El Alto se corría la voz de que se trataba de la Unión Juvenil Cruceñista, dirigida por Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Pro Santa Cruz, que había encabezado las movilizaciones en contra del fraude electoral que terminaron con la renuncia de Morales.

“En esta zona nunca se supo si alguien denunció los robos”,  dice Alberto.

Tampoco denunció nada el vecino de la calle 45 de Achumani que tuvo que presenciar la quema de la  Estación Policial Integral ubicada frente a su casa, fingiendo estar de acuerdo con el ataque por el temor a recibir represalias; ni esos dos abuelos que la noche del 10 de noviembre, después de buscar desesperados por toda su casa, encontraron que la alacena de la cocina podía ser el lugar más seguro para esconderse con su nieta de tres años y las mascotas. Estaban solos porque los papás de la pequeña no podían regresar a la casa debido a los bloqueos y paso de la turba.

Mientras la casa era apedreada y las patadas hacían temblar las puertas, los abuelos le decían a  su nieta que los vecinos estaban de fiesta y que ellos, mientras tanto, iban a jugar a ocultarse en la alacena.

Con extranjeros involucrados

Dos emboscadas y atentados terroristas

Desde las elecciones del 20 de octubre  2019, Bolivia se vio envuelta en una serie de acciones violentas con saldos mortales y el registro de actos terroristas.

Entre los atentados terroristas se cuentan las quemas y explosiones de dinamita realizadas por afines al MAS, en su mayoría durante manifestaciones. Entre éstas están los atentados a las pasarelas de la avenida 6 de Marzo, Panorámica y de Senkata en  la ciudad de El Alto,  y a una de las torre de la línea azul de Mi Teleférico. También se registraron atentados contra antenas de energía y en el gasoducto ubicado entre Cochabamba y Santa Cruz.

Los enfrentamientos comenzaron a registrarse el 30 de octubre, en Montero, Santa Cruz,  donde se suscitó un enfrentamiento entre cívicos que bloqueaban el lugar y afines al MAS que llegaron armados con el objetivo de desbloquear la vía, ¿el resultado? la muerte de Marcelo Terrazas y Mario Salvatierra, vecinos del lugar. En el choque también resultó herido Facundo Molares, guerrillero de la FARC de Colombia.

Uno de los heridos  en la emboscada de Vila Vila,2019.
Foto archivo

A esto se suma las emboscadas en Vila Vila y Playa Verde a dos caravanas que partieron desde Potosí con el objetivo de llegar a la ciudad de La Paz. En  la primera supuestos comunarios secuestraron a 25 personas y las golpearon brutalmente. Una perdió la vida por un palazo que recibió en la cabeza. Cuando la caravana regresó a Potosí, a los dos días, partió, con ciudadanos que llegaron de  Chuquisaca y Tarija, relata Omar Oporto, presidente del comité de movilizaciones de Potosí de entonces.

Oporto fue parte de la segunda caravana que fue emboscada en Playa Verde con armas de fuego. “Nos dimos cuenta cuando los compañeros comenzaron a caer, el primero fue de la Cooperativa 9 de Abril con una bala en el hombro. Tenían tácticas militares, las armas eran de alto calibre”, cuenta.

“Hasta hoy no se tiene justicia en ninguno de los casos, que fueron trasladados a Oruro. En el caso de Playa Verde, muchos de los  heridos quedaron lisiados. No sabemos quiénes dispararon. Algunos compañeros dicen que no eran bolivianos”, añade.

Después de la emboscada en Playa Verde en Potosí se desató la quema de viviendas de autoridades del MAS, como la del exdiputado Víctor Borda y del exministro César Navarro.
Ataque a  masistas

Los hechos de violencia que se dieron desde las fallidas elecciones del 20 de octubre de 2019, por el fraude electoral, también alcanzaron a dirigentes y militantes del MAS.

10-11 En  Potosí, después de conocerse la noticia de una nueva emboscada contra una comitiva que iba rumbo a La Paz, gente aún  no identificada quema las casas del exdiputado Víctor Borda y del exministro César Navarro.

9-11En la ciudad de Oruro, la vivienda del gobernador de entonces del departamento,  Víctor Hugo Vásquez, fue quemada por una turba que lo responsabilizó de la emboscada en Vila Vila a una comitiva que viajaba desde Potosí a La Paz.

10-11 Después de haber propuesto una nueva elección, sin la participación de Evo Morales ni de Carlos Mesa, la casa del senador Omar Aguilar en Sucre fue quemada.

12-11 En Yapacani, Santa  Cruz, personas supuestamente afines al MAS prendieron fuego a la vivienda y dos vehículos  del exsenador por ese partido  Félix Martínez.

10-11 En el departamento de Oruro, varios manifestantes atacaron la casa de Ester Morales Ayma, hermana de Evo Morales, y quemó parte de la edificación.

Actos  terrorista

El 10 de noviembre de 2019, Evo Morales renunció a la Presidencia de Bolivia en medio de una movilización ciudadana, que fue contrarrestada con actos terroristas.

19-11 Un grupo de personas identificadas como afines al MAS y   Evo Morales  derrumbaron a dinamitazos  dos muros de la planta de YPFB en Senkata, en El Alto. En el interior del lugar quemaron al menos cinco vehículos.

10-11 Horas después de la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia por el fraude electoral, se registró la quema de una flota de más de 60 buses municipales, de estaciones policiales y de viviendas particulares.

18-11 Detonan un cachorro de dinamita en un pilar de la pasarela de  la Av. 6 de Marzo. El 19-11, tras el atentado en Senkata, se atentó contra las pasarelas de la Av.   6 de Marzo y de la Ceja.

11-17 Del 11 al 17 de noviembre de 2019 se  identificaron a extranjeros en La Paz, Santa Cruz y El Alto que portaban   explosivos. El gobierno  los identificó como parte de grupos  terroristas.

13-11 El Gobierno denunció que extranjeros destruyeron 200 metros del gasoducto Carrasco-Cochabamba, entre Villa Tunari y Cristal Mayu, interrumpiendo suministro del energético.