Cambiarle la vida al centro

Ingrid Wichtendahl

El severo deterioro físico, económico y social que acusa el centro urbano de la ciudad demanda la urgente necesidad de una visión actualizada para la puesta en valor del patrimonio histórico-arquitectónico a la par de conseguir su desarrollo urbanístico.

Es imperioso reconocer que la simple normativa del Proyecto Centro Histórico, PROCEHI, y de la zona central que se vienen aplicando en el centro urbano no son de ninguna manera el instrumento idóneo para frenar y, menos aún, revertir la extrema degradación urbanística de la zona más representativa de la ciudad, hoy con una imagen deplorable de edificios ruinosos y abandonados y calles sucias y descuidadas.



Es importante señalar que el PROCEHI fue concebido hace más de treinta años como un plan urbano integral con propuesta de gestión económica que incluía la creación de un fondo rotatorio de financiación e incentivos de rebajas impositivas para su implementación, un catastro del área, así como también un plan de tráfico y transporte interior y de conexión con el resto de la ciudad, además de otros planes y programas sectoriales complementarios que, desde su inicio, nunca fueron tomados en cuenta por las sucesivas administraciones municipales.

Hoy, para lograr convertir este espacio urbano en decadencia en un espacio dinámico y de alta calidad urbanística como merece la ciudad capital cruceña es preciso proyectar un nuevo plan urbano que le cambie la vida al centro y le devuelva su simbolismo, protagonismo y valor social.

Para que sea un proyecto exitoso debe planificarse y gestionarse en conjunto con los propietarios y la iniciativa privada. Para este efecto es indispensable contar con un catastro multifinalitario de la zona central que es la única, léase bien, la única herramienta idónea para lograr una planificación y gestión territorial eficiente. Para conseguir un espacio urbano de primer orden se puntualiza algunas actuaciones que se considera importante realizar:

1. Recalificar los inmuebles patrimoniales con base en los tres principios vitruvianos de la arquitectura: venustas, firmitas y utilitas o sea calidad estética, solidez y utilidad de los inmuebles, además de su ubicación como parte del conjunto histórico homogéneo.

2. La preservación de los inmuebles del patrimonio histórico no debe ser una carga impuesta para sus propietarios, y deben ser expropiados con su justo precio en caso de no tener la aceptación del propietario afectado.

3. Limitar el área de preservación en función a la recalificación de los inmuebles patrimoniales y su ubicación dentro del conjunto para permitir una renovación más potente de los inmuebles ubicados fuera del límite patrimonial, que pueda incidir en una mayor calidad urbanística del centro urbano. Es mejor calidad que cantidad, vale más tener un área patrimonial pequeña, pero que sea homogénea, significativa y bien cuidada.

4. Privilegiar el área externa de la zona patrimonial aumentándole el índice de aprovechamiento del suelo y la altura de basamento de la edificación para atraer la inversión de los desarrolladores inmobiliarios en el plan de renovación urbana.

5. Dotar al centro urbano de un teatro municipal con la expropiación de la manzana 69. Así como de espacios recreativos, zonas peatonales, parqueos. Construir veredas y soterrar la red eléctrica, entre otras obras de mejoramiento urbano que sean necesarias.

Será el talento y la creatividad de los profesionales cruceños los que generen, para el centro, un nuevo modelo de gestión urbana con el paradigma ganar-ganar para que gane la ciudad, gane el propietario del centro y gane la inversión privada.

Lo cual solo será posible con un proyecto abierto y participativo y un manejo transparente de la gestión municipal que excluya a los entornos inescrupulosos que planean entre unos cuantos para lucrar con la plusvalía que generan las mejoras urbanas en lugar de que favorezcan al vecino.