Lula y el regreso de la cleptocracia

Emilio Martínez Cardona

Las cleptocracias (“gobiernos de ladrones”) agrupadas inicialmente en el Foro de Sao Paulo, hoy rebautizado Grupo de Puebla, vienen desplegando desde el año pasado una nueva estrategia para retomar el poder en aquellos países donde debieron abandonar la cúpula estatal, ante el hartazgo ciudadano por sus prácticas antidemocráticas.



Procesos judiciales por hiper-corrupción, rebeliones populares contra el fraude electoral y “perestroikas” impulsadas por sucesores fueron algunas de las vías por las que fueron desalojadas las burocracias narcomarxistas en Brasil, Bolivia y Ecuador.

A estos cambios siguieron reuniones frenéticas, muchas de ellas desarrolladas en La Habana, para diseñar rutas de retorno, como lo confesara el ex tirano Evo Morales.

En estos concilios se acordó la utilización de la crisis del Covid para desgastar a los gobiernos de transición democrática, siempre cuidándose de ocultar el origen de la pandemia en las prácticas de encubrimiento de la dictadura china.

El objetivo fue conseguido en Bolivia en octubre del año pasado, aunque el balance de poder acaba de recibir algo de oxígeno en los recientes comicios regionales y municipales, donde el Movimiento Al Socialismo perdió una suerte de referéndum implícito sobre sus primeros 100 días de gestión.

La estrategia está en marcha en Ecuador, con la ventaja lograda en primera vuelta por el correísmo y con la incógnita sobre la postura a tomar en el balotaje por el tercero en discordia, Yaku Pérez, candidato de un partido que también ha formado parte del Foro de Sao Paulo.

Ahora, la cereza en la torta de la “estrategia de reingreso” es la liberación de Lula da Silva por tecnicismos (no ha sido “absuelto” como rezan sus partidarios, sino beneficiado por supuestos errores en la jurisdicción que lo procesó).

Aunque Lula se cuida de no definir todavía una candidatura suya para el 2022, ya se entrevé una operación cosmética similar a la mutación del Foro en Grupo de Puebla, con la posibilidad de que el PT concurra a la urnas enmascarado dentro de un “frente progresista”.

Ante todo esto, habrá que preguntarse una vez más: ¿cuándo las fuerzas republicanas de América Latina comenzarán a ser “glocales”, pensando global y actuando local, entendiendo que no son amenazadas por enemigos aislados sino por un proyecto continental?

Asunto clave es también el “qué hacer” con Cuba, espada de Damocles que pende constantemente sobre las democracias americanas, frecuente origen de experimentos liberticidas que buscan tanto la supervivencia de su despotismo dinástico como el desempeño de un “subimperialismo” en beneficio de potencias extrarregionales (antes la Unión Soviética, ahora la tríada Rusia-China-Irán).

¿Podrá salirse de la recurrencia en los socialismos del siglo XXI sin entender estas cuestiones fundamentales?