¿Por qué el Acuerdo Bolivia-Mercosur fue un mal negocio?

Es lamentable decirlo, pero lo que en su momento se advirtió a Gonzalo Sánchez de Lozada, a su Canciller Antonio Araníbar Quiroga, y al Subsecretario de Integración Víctor Rico Frontaura -empecinados en negociar una zona de libre comercio entre Bolivia y MERCOSUR, desoyendo los argumentos en contra del empresariado boliviano- lo que tanto se temía, finalmente ocurrió.

El negativo resultado de haber negociado el Acuerdo de Complementación Económica No. 36 (ACE 36) con MERCOSUR está significando para Bolivia una dolorosa sangría de divisas por la liberalización del comercio bilateral desde 1997, generando un monstruoso déficit comercial encubierto por la venta de gas al Brasil y Argentina que nada tiene que ver el ACE 36, puesto que su exportación la viabilizó en 1985 el ex Presidente Victor Paz Estenssoro, como un negocio “de Estado a Estado”, a diferencia del ACE 36, que supone una desigual competencia para los empresarios bolivianos.

Y es que, “desgasificando” el comercio con MERCOSUR, el desbalance con dicho bloque que era de 238 millones de dólares en 1996 (un año antes de la vigencia del ACE 36) según el mercado boliviano se abría a los productos mercosurianos, ese déficit fue creciendo imparable hasta sobrepasar los 1.000 millones de dólares en 2008 y los 2.000 millones desde el 2011.



Alguito más: lo que se suponía que sería la panacea para hacer crecer las exportaciones no tradicionales al MERCOSUR, fue un rotundo fracaso: en 1996 Bolivia exportaba a ese bloque 89 millones de dólares, pero entre 2018-2020 no llegó a 250 millones/año, mientras que las compras a MERCOSUR subieron dese 327 millones de dólares a más de 2.500 millones de dólares en igual lapso.

Por si ello fuera poco, la triste historia es que en los últimos años se da un déficit con Brasil -gas y todo- al comprarle por más de 1.000 millones de dólares/año.

Si antes del Acuerdo, por cada dólar de exportación al MERCOSUR gastábamos menos de 4 dólares por importación, esta situación se ha deteriorado tremendamente, ya que la relación 1:4 trepó a 1:12 beneficiando a ese bloque, quien hoy vende a Bolivia 8 veces más que en 1996.

Es que, cuando un país adolece de una economía débil, con baja competitividad, una precaria institucionalidad y no está preparado para los retos de la liberalización comercial, los resultados no pueden ser otros que los mostrados.

El empresariado había advertido que ir al libre comercio con MERCOSUR era una locura por tratarse de economías competidoras, con mayores escalas de producción, mejor productividad y competitividad, principalmente de Brasil y Argentina, aunque hoy por hoy, hasta Paraguay y Uruguay nos sacan ventaja no solo en el campo industrial sino también en el agropecuario.

¡Se les dijo que el país no estaba preparado para enfrentar el tremendo desafío de la apertura comercial con MERCOSUR, que el resultado sería catastrófico, pero los tozudos y “preclaros” negociadores bolivianos, no hicieron caso.

Para aquellos que creían que avanzar al libre comercio con MERCOSUR iba a ser un buen negocio -ignorando su actitud proteccionista- a continuación, los números que dan cuenta de su error, significando la pérdida de mercado interno para la producción nacional, y pérdida de empleos para los bolivianos: En 1996 exportábamos 180 productos no tradicionales a ese bloque y le comprábamos 2.416 bienes; el promedio de los últimos 3 años da cuenta que Bolivia vende apenas 256 productos pero le compra 3.807 bienes, es decir que el libre comercio hizo que nuestra canasta exportadora crezca apenas en 76 productos, mientras que la compra de productos mercosurianos subió en 1.391 bienes, Incluso hay sectores en Bolivia que “gracias” al Acuerdo con MERCOSUR hoy exportan menos que antes (confecciones textiles, v.gr.).

Ahora el “cherry sobre la torta”: sin contar la venta de gas al Brasil y la Argentina (ya se explicó que eso es un cuento aparte) entre 1997 y 2020, Bolivia exportó al MERCOSUR cerca de 7.700 millones de dólares e importó de dicho bloque la friolera de poco más de 42.000 millones. Esta triste aventura integracionista con MERCOSUR significa para Bolivia un déficit comercial acumulado por casi 35.000 millones de dólares.

Ahí está la estadística, la evidencia crítica y objetiva que muestra que quienes aprovechan crecientemente del ACE 36 son los productores mercosurianos, no así los bolivianos, contradiciendo lo que machaconamente pronosticaban con sus cantos de sirena, quienes -ajenos a la realidad del país- lo forjaron hace 25 años: ahí está su frívolo Acuerdo, tan malo para Bolivia, pero un buen negocio para MERCOSUR.