El Stalin del Chapare

Emilio Martínez Cardona

 

El ex mandatario y fracasado jefe de campaña “subnacional” del Movimiento Al Socialismo, Evo Morales, pide una purga en su partido para acallar a los antievistas que cuestionan su pobre papel en los comicios autonómicos.

En una típica respuesta autoritaria, se opta por impulsar la censura interna en vez de abrir un debate sobre la estrategia y la estructura de mando del partido azul. Hasta aquí nada nuevo.



Lo que sí es novedad son los realineamientos que le estarían generando un extremo nerviosismo al Stalin del Chapare, con un emergente eje Choquehuanca-Andrónico que no sólo le mueve el piso al evismo en el aparato gubernamental sino, lo que es de categórica importancia, en el núcleo duro económico del proyecto del MAS.

Al parecer, el año sin Evo en el Trópico de Cochabamba resultó una oportunidad para una nueva generación dirigencial que no piensa volver a someterse tan fácilmente a una jefatura obsoleta.

Sismos recientes en el gabinete ministerial deben leerse también en clave de purga y es probable que esto sea apenas el inicio de un largo proceso de trampas y triquiñuelas internas.

El Stalin del Chapare quiere sus “procesos de Moscú” para defenestrar a las disidencias azules o azuloides, como lo hiciera el otro Stalin con Zinoviev, Kámenev, Trotsky y Bujarin.

La disyuntiva se abre entre purga y “desestalinización”, entendida esta última como el intento de alas masistas de dotarse de una dirección colegiada y prescindir, con mayor o menor discreción, de la tiranía personal del “líder histórico” que acumula errores y fracasos.

Mientras tanto, el presidente Arce mira para el costado y juega a enfrentar al “enemigo común de la derecha”, retórica y judicialmente, en un intento por permanecer neutral en la batalla intestina.

Es interesante que, de consolidarse el eje Choquehuanca-Andrónico, los escalones de sucesión constitucional quedarían fuera del control del evismo, lo que reduce las posibilidades de una eventual “estrategia Cámpora” para devolver a Evo Morales al sillón presidencial antes del 2025.

De cómo se resuelva la disputa quedará definido el perfil del masismo para los próximos años: un partido verticalista y de cuadros, al estilo del PSUV y con beneplácito cubano, o un movimiento heterogéneo y multiforme a la manera del peronismo. Ninguna de las alternativas es muy aleccionadora para Bolivia, pero es deseable que sea derrotada la opción totalitaria.

¿Qué hacer, entretanto, desde los sectores democrático-republicanos? Buscar caminos para internarse en dos electorados a conquistar: la frontera económico-social de la nueva clase media (capitalismo popular) y la frontera territorial de las ciudades intermedias, donde se decidirá el clivaje campo-ciudad.