Michelle Obama: «Ahora veo los frutos de mi esfuerzo con mis hijas, dos jóvenes con una gran curiosidad y que adoran descubrir cosas nuevas cuando viajan»

Fue unas de las primeras abogadas negras que se graduó en Harvard, llegó a primera dama de los Estados Unidos y su biografía supera en ventas a la de su marido. Ahora triunfa en Netflix con la serie ‘Gofre + Mochi’. Hablamos con ella en exclusiva.

Michelle Obama: "Ahora veo los frutos de mi esfuerzo con mis hijas, dos  jóvenes con una gran curiosidad y que adoran descubrir cosas nuevas cuando  viajan"

En persona, Michelle Obama saluda con un abrazo, pero esta vez —es la tercera ocasión en la que hablo con ella para esta entrevista exclusiva a Vanity Fair— nos vemos vía Zoom. Primero llega su sonrisa radiante y después la mano sobre el corazón en señal de afecto. Ante mí tengo a Michelle LaVaughn Robinson Obama (Chicago, 57 años), criada en un hogar humilde de la periferia de su ciudad natal y descendiente de esclavos, como solía recordar cuando vivía en la Casa Blanca: “Me despierto cada mañana en una casa construida por esclavos”. Su llegada a la residencia oficial fue una revelación. Más incluso que su marido Barack, Michelle es hija de la emancipación y de la liberación americana, una mujer casada con un hombre que se autodenomina feminista. Con él ha conquistado el poder, entrando en su centro sagrado y redefiniendo el estereotipo de pareja presidencial, representada desde siempre por un hom- bre y una mujer blancos. La frase de Martin Luther King “I Have a Dream” es el mantra de Michelle y Barack.



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Michelle Obama, junto a su marido Barack, y sus hijas Sasha (derecha) y Malia (izquierda), en los jardines de la casa blanca en 2015© GETTY IMAGES

Michelle quiso abrir las puertas de la Casa Blanca a todos, incluidos los llamados diferentes, los excluidos, negros e hispanos, homosexuales y transexuales. Entre los numerosos invitados de la familia Obama en Washington también estuvo una joven artista, poeta y activista inspiradora del renacimiento americano, Amanda Gorman, que cinco años después catalizaría la atención mundial con su poema The Hill We Climb durante la investidura del presidente Joe Biden.

Michelle Obama siempre ha luchado por la igualdad y la emancipación, y es una firme defensora de la educación de las mujeres, cuya importancia y valor ha conocido en primera persona. Michelle es una de las pocas estudiantes negras que se graduó en Derecho en Harvard, a pesar de todos los que le dijeron que no tuviera ambiciones demasiado altas. Orgullosa de enarbolar la bandera de la diversidad y la inclusión, pero sobre todo de la solidaridad femenina, celebra la ley del matrimonio gay con la bandera arcoíris proyectada sobre la Casa Blanca y después sale con sus hijas adolescentes a la calle para unirse al festejo por la libertad y la igualdad a la hora de amar y casarse con quien se desee.

En un importante bufete de Chicago donde trabajó como abogada y socia, conoció a su futuro marido, Barack Obama. Juntos llegaron primero a la Casa Blanca, después encabezaron las listas de éxitos editoriales y acaban de iniciar una colaboración con Hollywood. Así es: después de la presidencia, la pareja escribió sendos libros. El de Michelle, Becoming (traducido en España como Mi historia), vende mucho más que el de Barack; mientras él afirma que ella, su roca, es la más influyente de los dos. Juntos han fundado una productora audiovisual, Higher Ground Productions, que nace para aprovechar la fuerza de la narración a fin de abordar temas relativos a la inclusión social y el progreso, como la raza, la clase social y los derechos civiles, entre otros.

La pareja ha firmado un acuerdo de varios años con Netflix para la producción de proyectos cinematográficos y televisivos. Michelle siempre ha creído en el poder de la narración para inspirar a las personas y para “ayudarnos a abrir la mente y el corazón a los demás”. Higher Ground Productions ha creado recientemente un programa para niños sobre la alimentación sana, Gofre + Mochi, una serie televisiva de Netflix protagonizada por la propia Michelle y las marionetas Gofre y Mochi.

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Michelle Obama en el rodaje de Gofre + Monchi©NETFLIX

Hoy, cinco años después del fin del mandato de su marido, Michelle hace muchas otras cosas. A punto de entrar en el National Women’s Hall of Fame (el Salón Nacional de la Fama de la Mujer) como una de las mujeres más influyentes e icónicas del siglo XXI, Michelle dice no amar la política, aunque todas las cuestiones de las que se ocupa, directa o indirectamente, tienen mucho de política, sobre todo en Estados Unidos: la desigualdad racial y salarial, la sanidad y el acceso a una alimentación sana.

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Michelle Obama participa en una actividad con estudiantes en el huerto de la Casa Blanca en 2009© GETTY IMAGES

—Ha afirmado que el bienestar de una sociedad puede medirse observando cómo esta trata a sus mujeres y niñas. ¿Es este el parámetro más importante para evaluarla?
—La inversión que destina un país a la educación de las niñas es, en mi opinión, el mejor criterio de evaluación de su nivel de desarrollo y calidad de vida. Las mujeres son la savia vital de una comunidad y de una familia. Si no invertimos en su educación, garantizándoles los conocimientos adecuados para traer al mundo hijos sanos que a su vez también puedan recibir una educación, perderemos oportunidades de crecimiento para aproximadamente la mitad de la población de un país. No podemos permitírnoslo, ya tenemos demasiados problemas en este mundo.

—¿Hay otros parámetros?
—Sí, muchos. Por ejemplo, la calidad de la comida que servimos en nuestras comunidades, o la capacidad de las familias de tener acceso a alimentos sanos y nuevos, de modo que nuestros hijos crezcan con la fuerza y las herramientas necesarias para llevar a cabo sus sueños y puedan después ayudar a otros a hacerlo.

—Hablando de comida, ¿cómo encaja la serie Gofre + Monchi en los valores de su productora audiovisual?
—Es un proyecto muy importante para mí, porque da la posibilidad de conocer y explorar el maravilloso lenguaje uni- versal de la comida. Gofre y Mochi son mis dos compañeros de viaje: juntos recorremos el mundo para descubrir las distintas tradiciones culinarias y, sobre todo, la cultura de la alimentación sana. La riqueza de una comunidad radica en la salud de sus niños, que empieza por lo que comen, cómo se prepara esa comida y si están acostumbrados o no a probar cosas nuevas. Las aventuras de Gofre y Mochi divertirán y emocionarán a los más pequeños, y esperamos que consigan unir a los niños de todo el mundo. Para nosotros era importante que se escuchara a los niños hablar en su idioma y explicar su relación con los distintos alimentos y los ingredientes que aparecen en cada episodio. Creo que la paz es uno de los com-ponentes que hacen única a Gofre + Mochi.

Michelle Obama ha mostrado un gran compromiso con el bienestar infantil en todo momento, también cuando era primera dama. Como madre de familia y después como madre de la nación, siempre ha querido promover el consumo de alimentos sanos entre los niños y los más jóvenes en Estados Unidos, donde la pobreza infantil ha alcanzado cifras elevadísimas, con unos 18 millones de niños al borde de la hambruna. La salud de los más pequeños siempre ha sido un tema fundamental para ella, que ha impulsado iniciativas como el huerto de frutas y verduras de la Casa Blanca o una cena de Estado con más de 50 niños de entre 8 y 12 años, en representación de los distintos estados de Estados Unidos. En ese país, tan duramente golpeado por la pandemia, uno de los grupos más vulnerables es el de las personas obesas que sufren de diabetes, sobre todo en las comunidades afroamericanas. Michelle insiste en la desigualdad económica, en el acceso a una alimentación saludable y en el derecho a la sanidad, algo que en Estados Unidos se considera un privilegio. Su productora, en colaboración con Netflix, se ha propuesto regalar un millón de comidas sanas a las familias más vulnerables a modo de de sensibilización sobre la salud de los niños.

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Michelle Obama en un acto sobre prevención del sida celebrado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en 2011.© GETTY IMAGES

—Uno de los problemas que ha puesto de relieve esta pandemia es la escasa seguridad alimentaria. En la serie Gofre + Mochi propone recetas accesibles a todos los niños y familias, independientemente del lugar del mundo en el que vivan y de sus posibilidades y medios. Cuéntenos más sobre esto.
—Todas las recetas que presentamos están al alcance de cualquiera y se pueden preparar tanto en una cocina digna de un chef como si solo se tiene una tostadora o un fuego. En Perú, por ejemplo, preparamos un guiso de patatas riquísimo en un fuego al aire libre. Detrás de la serie hay un gran esfuerzo, pero también mucha diversión.

—La cocina puede convertirse en una pasión. ¿Qué hizo con sus hijas durante el confinamiento? ¿Cocinaron juntas?
—Pasamos mucho tiempo juntas entre la casa de Washington y, cuando se podía, la de la playa en Martha’s Vineyard. La verdad es que mis hijas se han aficionado a la repostería: a las dos se les da muy bien y preparan postres, tartas, muffins... Era divertido verlas probar cosas nuevas, equivocarse y después mejorar preparando las mismas recetas una y otra vez. Valoro mucho su capacidad de explorar y también me ha gustado constatar que son capaces de alimentarse solas. Mis hijas ya tienen 22 y 19 años; la mayor, Malia, acaba de graduarse y pronto se irá a vivir sola. Ahora veo los frutos de mi esfuerzo: dos jóvenes mujeres con una gran curiosidad y que adoran experimentar y descubrir cosas nuevas cuando viajan. Eso también es lo bonito de mi programa, mostrar a los niños nuevos sabores y experiencias que puedan conocer desde pequeños, para que cuando crezcan y tengan la edad de mis hijas estén más dispuestos a probar cosas nuevas y abran su mente al mundo. Es lo que queremos para nuestros jóvenes.

«Nunca he pensado en las próximas elecciones, pero sigo trabajando para las próximas generaciones»

—Durante su infancia y juventud veía a su madre cocinar para la familia. ¿Cuál es su plato favorito, la comida con la que se siente como en casa esté donde esté?
—Una fuente enorme de macarrones con queso, mucho queso. De pequeña me encantaban. No los preparábamos muy a menudo, pero era sin duda mi comida favorita, y lo sigue siendo. Es un plato sencillo de nuestra tradición para las grandes ocasiones: en Acción de Gracias y en Navidad nunca falta una fuente de macarrones con queso, y en cuanto aparece en la mesa estamos todos deseando abalanzarnos sobre ella. Sí, ese es el plato que me hace sentirme como en casa.

En palabras de su amiga Joy-Ann Reid, periodista afroamericana, “la fuerza extraordinaria de Michelle reside en su capacidad de saber hablar de las necesidades y dificultades de las personas más vulnerables y marginadas. Y esa fuerza también se manifiesta cuando, con elegancia, no cede a las provocaciones ni a los ataques instrumentales”. Como cuando respondió a los insultos que Donald Trump les dirigía a ella y a su marido (“Cuando ellos vuelan bajo, nosotros volamos alto”). O cuando, ante el racismo de Trump durante su última campaña electoral, dijo: “La presidencia no cambia a las personas, sino que revela quiénes son en realidad”.

Michelle es una mujer fuerte, y la transparencia con la que se retrata multiplica su fortaleza: no oculta su fragilidad y se muestra auténtica al hablar de los obstáculos que le ha presentado la vida, como el aborto espontáneo que sufrió y sus problemas para quedarse embarazada, la depresión durante la pandemia y la profunda tristeza por los episodios de violencia racial que se han vivido en su país tras el asesinato de George Floyd. Michelle consigue emocionar e inspirar con sus palabras.

A través de la fundación creada junto con su marido, sigue ofreciendo becas sobre todo a los estudiantes más pobres, porque la educación y la cultura generan un efecto multiplicador que beneficia a toda la comunidad. Recientemente se ha dejado fotografiar mientras se vacunaba para convencer a los escépticos y sigue distinguiéndose porque sabe hablar como pocos de las necesidades y dificultades de las personas más vulnerables y marginadas, porque sabe llegar directo al corazón de las personas.

Y a la pregunta que le hace todo el mundo sobre cuándo será candidata a la presidencia de Estados Unidos, responde: “Nunca he pensado en las próximas elecciones, pero sigo trabajando para las próximas generaciones”. Esa es su mayor fuerza: sentir que ahí es donde está su destino.

Traducción de Esther Rodríguez.

Fuente: revistavanityfair.es