Alertan que hasta 92 mil niños, niñas y adolescentes empezarán a trabajar por la covid

La cifra es una estimación de la OIT y Unicef con base en los datos de aumento de la pobreza y la interrupción en la educación, factores que inciden en los índices de trabajo infantil en Bolivia y en el mundo.

Leny Chuquimia  / La Paz



Estimaciones  de la OIT y la Unicef alertan que en Bolivia, debido a la pandemia,   entre 31.000 y 92.000 niños, niñas y adolescentes (NNA) entrarán al mercado laboral para ser parte de la cadena del trabajo infantil. La Defensoría del Pueblo advierte que los sistemas de protección  no están  funcionando en el país.

Según  datos de la última  Encuesta de Niños, Niñas y Adolescentes (ENNA) en Bolivia, entre  2008 y 2016, la cantidad de niños y adolescentes trabajadores bajó de 848.618 a 738.855. Sin embargo, este  avance podría ser borrado  debido a  la crisis de la covid que incrementará las cifras luego de años de una disminución.

“La Cepal y la OIT estiman que existirá  un posible aumento del trabajo infantil en América Latina  y el Caribe  de alrededor de  1% a 3%.  La Unicef proyecta  que por cada punto porcentual de   pobreza que sube en la región, también aumenta  en    0,7% el trabajo infantil.  En términos absolutos, para Bolivia  implicaría  que  entre  31.000 y 92.000 niños, niñas y adolescentes empezarán  alguna actividad laboral”, explicó  el representante de Unicef en Bolivia, Rafael Ramírez.

En un conversatorio realizado el pasado 11 de junio,  la ministra de Trabajo, Verónica Navia, señaló que se prevé realizar una nueva ENNA que refleje  los efectos de la pandemia. “Junto al Ministerio de Planificación estamos previendo una nueva encuesta porque  estamos atravesando un momento  que nos obliga a actualizar  los datos”, manifestó.

Las cifras reales  

Aunque las cifras oficiales del país dan cuenta  de 739 mil  NNA trabajadores hasta 2016, la dirigencia de la Unión de Niñas Niños y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo) afirma que pasan el millón. Una cifra que, aseguran, se  incrementó por mucho  en el último año.

Basta con caminar por el centro de la sede Gobierno para saber que tienen razón. Las esquinas, antes tomadas por artistas callejeros, ahora se llenan de pequeños que lavan parabrisas, lustran calzados o venden desde dulces hasta insumos de bioseguridad.

“Es indiscutible, hubo un aumento. Por la pandemia, varios niños y adolescentes se vieron en la necesidad de salir a trabajar para llevar el pan a su casa o para pagar su educación, que con lo virtual prácticamente se privatizó. Muchos  padres y madres  perdieron sus trabajos e ingresaron al sector informal,  otros fallecieron por la enfermedad. En esas condiciones sólo queda  salir a trabajar”, indicó la presidenta de Unatsbo,  Estefany Yucra.

Miguel tiene 13 años y hace unos meses  se convirtió en  vendedor ambulante de golosinas,  barbijos, alcohol  y aerosoles desinfectantes. Cuando comenzó la crisis sanitaria, él empezó a acompañar a su madre en la venta  de estos productos, pero con el tiempo se convirtió en su forma  de  generar su propio ingreso.

Quiso lustrar zapatos, pero en muchos espacios los antiguos y más grandes no dejan ingresar  a nuevos “lustras”. Lo mismo pasa con los vendedores,  así que decidió ser vendedor ambulante para que “no lo molesten”.

“Ahora somos muchos más.  El virus dejó desempleo,  enfermos  y  huérfanos. No se puede prohibir nuestro trabajo, lo que se debe evitar es la explotación”, dijo     la representante del Consejo de los Niños y Niñas Trabajadores Organizados de Potosí, Reina Copa.

La calle  implica varios riesgos para los pequeños trabajadores. Foto: Carlos Sánchez / Página Siete

Protección estatal 

La normativa boliviana reconoce y autoriza el trabajo a partir de los 14 años. Y aunque la ley prohíbe los trabajos en niños de menos edad, esto no quiere decir que los más pequeños no  sean parte del mercado laboral.

“Aunque la ley lo prohíba, mientras haya pobreza habrá niños trabajando. Y quedan desprotegidos porque no son reconocidos como trabajadores”, afirma Yucra.

La norma estableció un sistema  que debe empezar con el registro de los trabajadores en los municipios. Éstos deben hacer un seguimiento a sus actividades.

Según datos preliminares de una investigación que realiza la Defensoría del Pueblo, de 51 municipios sólo siete tienen este registro en marcha.  Según sus reportes, en 2019 y 2020 había un  total de 119 adolescentes registrados y autorizados para trabajar.

“La norma y las resoluciones han tratado de incidir en el registro de datos para hacer el seguimiento correspondiente, pero las y los adolescentes no acuden a registrarse, por desconocimiento,  temor o por o burocracia. Pero que no haya registros no quiere decir que no haya trabajadores”, explicó la Defensora, Nadia Cruz.

Cuestionó que el Estado no  implementara el Programa de Prevención y Protección Social para niños y niñas menores de 14 años de edad en actividad laboral y recordó que esta tarea le fue encargada a los ministerios de Justicia, de Trabajo y de Planificación.

 

La informalidad   aglutina a gran parte del trabajo infantil. Foto:Carlos Sánchez / Página Siete 

Los riesgos aumentan para la niñez 

La pandemia también aumentó los riesgos y la vulnerabilidad para los niños, niñas  y adolescentes   trabajadores.  La Unatsbo alerta que ha crecido el peligro de que los menores trabajadores sean víctimas de violencia física y sexual, además de  abuso y  explotación.

La semana pasada un hombre de 31 años fue aprehendido  por violar a una niña de  14 años  que  trabajaba  en un negocio de medidores de luz. La pequeña   se vio en la necesidad  de generar ingresos.

El agresor es el hijo de su empleadora y, según las investigaciones, obligó a la pequeña a tener relaciones sexuales en más de una ocasión. Como consecuencia     del vejamen la niña cursa una gestación de 20 semanas.

La denuncia no fue hecha hasta hace unos días, cuando la madre de la joven trabajadora notó que el vientre de su hija empezó a crecer.

El trabajo por cuenta propia es una de las primeras opciones para los NNA. Por la pandemia salen a vender productos en las calles, limpiar parabrisas, lustrar zapatos o atender pequeños negocios. Muchas veces desempeñan su labor en horarios nocturnos, lo que implica  un peligro para su seguridad. Por  necesidad aceptan empleos pesados por pagos muy bajos y en espacios inseguros.

Pero en ocasiones la violencia y la explotación no vienen sólo de los empleadores, sino, de la misma familia.  El 19  de mayo, la Felcc de Santa Cruz  aprehendió a una mujer que convirtió a su hija de 12 años en   víctima de comercio y explotación  sexual. Entregaba a la niña  a  hombres -en citas que ella misma concertaba- y por montos de  100 a 250 bolivianos.

Las investigaciones indican que la niña era explotada desde los nueve años de edad.

  La norma y  el trabajo infantil-adolescente 

La normativa del país prohíbe el trabajo forzado y la explotación infantil. Reconoce  y dicta la protección de las actividades de niñas, niños y adolescentes “en el marco familiar y social que estén  orientadas a su formación integral como ciudadanas y ciudadanos”.

Varios  niños  venden  en diferentes establecimientos . Foto:Carlos Sánchez / Página Siete

El Código Niña, Niño y Adolescente  establece el derecho a la protección de esta población  por parte del Estado en todos sus niveles, las familias y la sociedad. Además, reconoce  el derecho a una remuneración económica  justa y que no esté por debajo del mínimo nacional, así como el acceso a seguridad social para los menores trabajadores.

Establece que  el horario de actividad laboral  debe ser diurno y que no debe exceder de las 22:00. Prohíbe las  horas extras y reconoce dos  horas diarias remuneradas y destinadas a la educación, así como  el derecho a la opinión y participación activa  en organizaciones sindicales.

Otra de las herramienta importantes que nació de la normativa -que no está en funcionamiento pleno-  es el registro y autorización de parte las Defensorías de la Niñez y Adolescencia para la realización del trabajo adolescente por cuenta propia y ajena.

El registro toma en cuenta   datos personales de la o el adolescente, la manifestación de su consentimiento, datos de la o el empleador, lugar de trabajo, autorización escrita de los responsables de cuidado,  así como evaluaciones sociales, médicas y de la situación escolar de la o el trabajador.

Es el eslabón principal y primario que activa el sistema de protección de la adolescencia trabajadora para el seguimiento y el control de trabajo correspondientes.

 

A nivel  mundial 

A nivel mundial -en términos absolutos-  el progreso en la eliminación del trabajo infantil  empezó  a estancarse  en 2016 y disminuyó en el año 2020, por la pandemia.

2000 Ese año se reportó que en el mundo había 245,5 millones de niños, niñas y adolescentes  trabajadores. De ellos, un  16% se encontraba en trabajos peligrosos que deben ser erradicados.

2016 Para esa gestión la cantidad de  NNA trabajadores bajó a 151,6 millones, de los que el 9,6%  realizaba trabajos peligrosos. La   disminución, en 16 años, fue notoria y un gran avance que hoy es amenazado.

2020 Con la llegada de la pandemia, la crisis golpeó el mundo entero. Luego de  dos décadas   de avance se tuvo el primer retroceso: el trabajo infantil aumentó 8,4 millones.

2021 Se estima que entre 42 y 66  millones de NNA entren a la pobreza extrema como resultado de la crisis.  Se sumarán a  los 386 millones que ya estaban en esa condición en 2019.

 Educación Se prevé  que el abandono escolar  aumente en  24 millones de niños, debido  a la interrupción mundial  de la educación  a causa del confinamiento y los problemas para la educación a distancia.

2025 América Latina esperaba  ser la primera región del mundo en erradicar el trabajo infantil dentro de cuatro años, pero la Covid-19 hace que el objetivo sea cada vez más difícil de alcanzar.