En la ONU y la OEA, Bolivia está alineada a los países acusados de violar los DDHH

La pasada semana, Bolivia fue el único país de Sudamérica que rechazó la resolución del Consejo Permanente de la OEA que condenó al régimen de Daniel Ortega por la ola de detenciones ilegales.

Alcides Flores M. / La Paz

Bolivia fue prácticamente el único país que hace una semana rechazó la resolución del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) de condena a Nicaragua por las acciones políticas ilegales en contra de opositores, dirigentes y empresarios y por la violación de los derechos humanos en ese país. San Vicente y las Granadinas –un país insular con un territorio casi tres veces más pequeño que Achacachi y con una población igual a la de Montero– fue el otro que votó en contra.

Incluso los gobiernos de Argentina y México, aliados de Ortega y que la pasada semana se abstuvieron de votar, ayer llamaron a sus embajadores en Nicaragua en un gesto en contra de las acciones de Ortega.

Pero el de Nicaragua no es el único caso que pone a Bolivia en la mira por respaldar  a países que violan los Derechos Humanos (DDHH). Hay otros antecedentes todavía más graves en cuanto a crímenes.

En 2017, el gobierno de Bashar al Assad en Siria mató a más de 100 civiles con gas sarín, y al año siguiente hizo lo mismo con la misma arma y mató a casi 80 ciudadanos. Muchas de estas víctimas eran niños.

Tres años después de aquella primera masacre contra civiles, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) concluyó que el régimen sirio fue el que atacó a la población con cloro y gas sarín, sustancias tóxicas que dejaron alrededor de 100 lesionados y muertos en 2017.

Y también la OPAQ, en abril de 2021, entregó los resultados de su investigación sobre los ataques en 2018 por el gobierno sirio. “Siria usó cloro como arma química durante un ataque en la ciudad de Saraqib en 2018”, dice parte del informe. Las pruebas de la OPAQ incriminan al régimen de Bashar Al Assad.

Este y otros hechos perpetrados por el gobierno dictatorial de Siria contra los DDHH han levantado la protesta de varios países y han llevado al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a tomar acciones.

Dada la gravedad de los actos del Gobierno de Siria, el Consejo de Seguridad intentó sancionar al régimen de Siria, mediante resoluciones, pero las sanciones no prosperaron por el veto de Rusia. Y Bolivia apoyó ese veto.

“Lo de Siria nadie lo pudo explicar. Sacha Llorenti no explicó por qué rechazó la sanción. Él dijo que sólo fue un apoyo a Rusia. En este tema, todo el mundo aprobó la sanción a Siria. Haber apoyado a este país (como lo hizo Bolivia), sobre todo cuando mató a niños, no tiene explicación. En ese momento en Bolivia nos dimos cuenta que habíamos perdido una tradición en la diplomacia. Podíamos habernos abstenido, como siempre lo hicimos en casos difíciles”, afirma el experto en temas diplomáticos,  Gustavo Aliaga, hoy diputado de Comunidad Ciudadana.

El diputado Renán Cabezas (MAS), presidente de la Comisión de Constitución de la Cámara Baja, relativizó lo ocurrido en Siria. “Respecto a Siria, hay intereses externos que desinforman. En el fondo, hay intereses políticos que tratan de controlar el mundo. No estamos de acuerdo con que se vulneres los derechos (de los niños y civiles); sin embargo, somos respetuosos de las decisiones que los países tomen internamente. Se debe respetar la soberanía de los gobiernos”, dijo.

“Pero una investigación estableció que fue el Gobierno de Siria el que usó gas sarín y mató incluso a niños”, le replicó Página Siete. “El Imperio anda permanentemente mintiendo y tergiversando”, respondió Cabezas.

En línea con Rusia, China…

¿Y por qué Rusia votó en contra de la sanción a Siria? Desde el principio del conflicto, Rusia intervino de manera activa en la guerra civil en Siria, pero como aliado de la dictadura de Al Assad. En enero de 2020, por ejemplo, el ejército ruso realizó unos 25 bombardeos sobre la ciudad de Alepo. Dos niños murieron en esa operación, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos de Siria.

El régimen sirio ha tenido a Rusia como principal aliado. Por lo tanto,  cualquier intento del Consejo de Seguridad por sancionar a Siria fracasa.

En las cinco ocasiones en las que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas intentó sancionar a Siria por este crimen, Rusia lo vetó. Y Bolivia apoyó siempre ese veto.

Pero Bolivia no sólo actuó en línea con Rusia para rechazar resoluciones de condena a Siria, sino  también lo hizo cuando los países sancionados eran Corea del Norte, Venezuela y otros donde la violación de los derechos humanos es una constante.

Y esta línea de conducta de Bolivia no solo se da en las Naciones Unidas, sino también en la OEA. El martes 15 de junio reciente, el Consejo Permanente de esta entidad votó una resolución de condena al arresto de precandidatos presidenciales y las restricciones impuestas a partidos políticos en Nicaragua y pidió la inmediata liberación de todos los presos políticos. En ese documento el Consejo expresó su “alarma ante el reciente deterioro” político en ese país.

De los 34 países, 26 votaron a favor de la condena a la ola de represión del régimen de Daniel Ortega, cinco se abstuvieron (entre ellos Argentina y México) y tres votaron en contra. Entre los tres países que votaron en contra de esa resolución está Bolivia, junto a San Vicente y las Granadinas y Nicaragua.

El texto aprobado por la OEA se dio a raíz de que el régimen de Daniel Ortega detuvo en solo dos semanas a 16 líderes de la oposición: Cristiana Chamorro (candidata a la presidencia), Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro García, a dos exvicecancilleres, a dos exguerrilleros sandinistas disidentes, a tres mujeres líderes de grupos adversarios de Ortega y también a empresarios. Expertos y políticos del país condenaron la posición de Bolivia, el único país de la región  que rechazó la resolución.

“El hecho de que Bolivia haya votado en contra de la resolución de la OEA mancha completamente la imagen del país a nivel internacional. Ni siquiera países como Argentina y México se atrevieron a rechazar la resolución, votando únicamente por una abstención”, afirmó Franco Albarracín, asesor jurídico de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia.

El internacionalista Álvaro del Pozo afirmó: “Esto perjudica la imagen del país porque claramente el gobierno expresa una posición frente a esas violaciones al Estado de Derecho y, por supuesto, lastima esa imagen del Estado Plurinacional”.

“Lamentablemente, vemos que el gobierno de Luis Arce no sólo no condena la dictadura de (Daniel) Ortega, sino más bien le aplaude, y obviamente vemos que esto es una situación aberrante y vergonzosa, porque el gobierno también se ha convertido en un ente de persecución en contra de  aquellos que piensan diferente al MAS”, afirmó  la diputada Luisa Nayar (CC), miembro de la Comisión de Política Internacional de la Cámara Baja.

“Nosotros seguimos una política pública basada en el interés de los pueblos, por eso apoyamos a Nicaragua. La OEA tiene interés particulares que afectan a sus intereses. Cada estado tiene sus normas, sus reglas de juego. Nosotros las  respetamos. El país de Nicaragua es soberano y tiene que tomar sus decisiones internas”, dijo al respecto el diputado Renán Cabezas (MAS).

Posición boliviana en la ONU

Desde que el MAS asumió el mando del país en 2006, Bolivia dio un giro en su posición política dentro de los organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la OEA.

Al margen de que en las cinco ocasiones en las que el Consejo de Seguridad pretendió sancionar a Siria por el uso de armas químicas y que Bolivia respaldó el veto ruso, el país también apoyó un esfuerzo de China por impedir multas contra Corea del Norte, una de las dictaduras más sangrientas del mundo.

De acuerdo con una investigación de Brújula Digital, en las 61 veces que Bolivia votó en el Consejo de Seguridad de la ONU  durante el tiempo que le tocó ser parte del Consejo de Seguridad lo hizo en línea con Rusia.

En esto Bolivia mostró tal sintonía con la posición de Rusia, que incluso cuando éste se abstenía en algún tema, Bolivia también optaba por esa posición.

De esas 61 veces en las que Bolivia votó, en cinco de ellas –debido al veto ruso– ese cuerpo no sólo no logró sancionar a Siria, sino que se frenaron las investigaciones de esas masacres.

“Naciones Unidas, casi al final de la gestión de Sacha Llorenti, termina quitando la posibilidad de que se siga investigando lo ocurrido en Siria. No se ve bien a Bolivia votando a favor de parar la investigación. Nada teníamos que ver nosotros. ¿Por qué (como Bolivia) quitamos la posibilidad de que el mecanismo conjunto de investigación continúe con su trabajo sobre Siria?”, se pregunta Gustavo Aliaga.

Precisamente por este tipo de acciones la ONG  UN Watch (Observatorio de las Naciones Unidas) incluyó a Bolivia, en mayo pasado, en la “lista de la vergüenza”, porque no apoyó la resolución de la ONU contra los genocidios, crímenes de guerra, limpieza étnica y crímenes contra la humanidad. El voto de Bolivia se dio en línea con los votos de Corea del Norte, Kirguistán, Nicaragua, Venezuela, Bielorrusia, Rusia, China, Cuba y Siria, entre otros, precisamente el grupo de países donde más se dan las denuncias de violación de los derechos humanos.
Larga tradición boliviana

Bolivia forma parte de la ONU desde los inicios de esta organización. El 25 de junio de 1945 fue firmada la Carta de las Naciones Unidas en San Francisco (EEUU) que creó la ONU, organismo que entró en vigencia el 24 de octubre de ese año. Y Bolivia participó en la firma de esa carta de constitución de la ONU junto a otros 48 países.

“La carta de la cual Bolivia es signatario fundador fue suscrita por eminentes figuras de la diplomacia boliviana, presidida por el entonces embajador Víctor Andrade, Carlos Salamanca, Eduardo Arce Quiroga y Luis Iturralde Chinel, entre otros”, según el recuento del diputado Gustavo Aliana.

Desde un principio la participación boliviana en la ONU fue fundamental, cuyo voto incluso pesó para que la sede sea Nueva York (EEUU) en lugar de algún país de Europa. Es más, Bolivia jugó un rol importante para que el castellano sea una de las lenguas utilizadas en la ONU.

A diferencia de 50 países del mundo que nunca llegaron a formar parte del Consejo de Seguridad, Bolivia sí lo hizo en al menos tres ocasiones.

El Consejo de Seguridad está conformado por 15 países, cinco de ellos como miembros permanentes (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China, países que ganaron la Segunda Guerra Mundial) y con derecho a veto, y 10 países como miembros no permanentes, elegidos de cinco en cinco por un periodo de dos años.

Desde su creación, según un recuento de Aliaga, Bolivia mantuvo un perfil relativamente bajo. Durante las dictaduras, los votos del país eran alineados a EEUU y Brasil. En los periodos de la democracia, sus votos fueron cambiando cuando ya había mayor coordinación entre los países latinoamericanos votar de manera conjunta.

A decir de Aliaga, con la llegada del Gobierno del MAS Bolivia tuvo una participación más activa en el plano internacional.
Los tres logros de  Morales en la ONU

Para el experto en política exterior, el diputado Gustavo Aliaga (CC), al margen del siempre cuestionado alineamiento de Bolivia con los gobiernos que más violan los derechos humanos, probablemente el gobierno de Evo Morales logró en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo que ningún otro gobierno pudo hacerlo.

En esa línea, un documento denominado “La política exterior de Bolivia en tiempos de Evo Morales Ayma”, realizado por la Universidad Nacional de Rosario, de Argentina, destaca lo conseguido por Morales en el plano internacional.

Entre esos logros están la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas (13 de septiembre de 2007), el reconocimiento del acceso al agua potable y al saneamiento como un derecho humano (28 de julio de 2010) y la despenalización del masticado —akulliku— de la hoja de coca (11 de enero de 2013), que estaba contemplado en la Convención sobre Estupefacientes de 1961.

“El expresidente Evo Morales hizo campaña internacional en defensa del consumo de la hoja de coca como parte de la idiosincrasia de los países andinos”, resalta ese documento.

Hasta entonces, la hoja de coca estaba penalizada en la Convención de Estupefacientes de 1961. Quizá fue uno de los mayores logros del país en las Naciones Unidas.

Punto de vista

Gustavo Aliaga Diputado

 MAS aprovechó el sistema de  la  ONU

El 26 de junio de 1945 se firmó el ingreso de Bolivia a las Naciones Unidas. Vamos a cumplir 76 años de permanencia en la organización. Fue uno de los países que más ayudó y estuvo en la comisión de siete embajadores para la decisión de la sede y de los idiomas.

Bolivia ha sido uno de los países que ha permitido que se apruebe la posibilidad de la creación de la ONU. Habíamos pasado de la Liga de Naciones, porque la Liga terminó cayéndose. Obviamente con la Primera Guerra Mundial termina desapareciendo la Liga de las Naciones, y ya al finalizar la Segunda Guerra Mundial se crea las Naciones Unidas.

La carta de la cual Bolivia es signatario fundador fue suscrita por eminentes figuras de la diplomacia boliviana, presidida por el entonces embajador Víctor Andrade, Carlos Salamanca, Eduardo Arce Quiroga y Luis Iturralde Chinel, a quienes acompañaban en la delegación Walter Montenegro, Joaquín Aguirre, Mario Araoz Levy y como agregados Julio Quiroga y Ernesto Quiroga O.

Bolivia siempre ha tenido una participación muy activa en la ONU, pero con la llegada de Evo Morales dimos un giro. Creo que el Gobierno del MAS aprovechó inteligentemente el sistema de las NNUU, que vio con buenos ojos su llegada.

Durante los primeros años de Morales hasta la llegada a la presidencia al Consejo de Seguridad, la participación de Bolivia fue contra el gobierno americano, y siempre favoreciendo la mirada de Rusia.

La llegada a la presidencia del Consejo de Seguridad terminó alineando nuestra posición en contraposición de las políticas del gobierno norteamericano y apoyando dos líneas: la china y rusa. Fue entonces cuando empezamos a cambiar nuestros votos (a favor de la línea rusa y china).