Hacia el colapso económico

 

Los bolivianos deben saber que la crisis económica se ha acelerado. El gobierno comienza a echar mano de los dineros de los jubilados, ha decidido monetizar las reservas de oro en el BCB para pignorarlas en gasto corriente y pago de crédito externo luego seguirá con los depósitos privados en la Banca. La deuda interna comienza a pesar.  El gobierno está en pánico. Quiere continuar con su modelo de derroche y superexploración de las materias primas gas y minerales. Ignorando que las condiciones han cambiado.



Personal de salud impago, trabajadores de AASANA reclamando lo mismo, luego seguirán los policías, los sectores sociales dependientes de las gobernaciones y alcaldías y la bola irá creciendo.

Se dieron el lujo de devolver un crédito blando al FMI y ahora están tratando de obtener otro en condiciones duras. Lanzaron bonos por 3 mil millones de dólares que no se han colocado como se esperaba, porque el gobierno no goza de la confianza internacional. Están haciendo correr el sombrero de las limosnas para ver si agarran algo. Pero mientras esto sucede los compromisos para sostener la burocracia política que duplicaron en 14 años, la creación de empresas públicas deficitarias y el abandono a la industria privada y el estrangulamiento a las exportaciones comienzan a mostrar los efectos que han tratado de ocultar. La Banca Nacional está en problemas, la mora oculta durante estos meses comienza a golpear a los posibles tomadores de crédito y las empresas obligadas a sostener costos incrementados por políticas salariales artificiales están sintiendo su peso.

Esto explica las decisiones de politizar toda la realidad nacional.

En este contexto está claro que se debe cooptar el mando político de la Policía previniendo los conflictos sociales que se avecinan solo entonces tiene sentido la ley sancionada por la cámara de diputados masista, disfrazada de «carrera policial», con el objetivo de sujetarlas con correa corta y evitar la repetición de los sucesos de octubre y noviembre 2020.

Las Fuerzas Armadas son otra cosa. Su subordinación y constancia es más caro y poco seguro. Sus camaradas han sido encarcelados por Evo Morales acusados de genocidio por los sucesos de octubre 2003, y están judicializados por las acciones militares de noviembre 2020. Esto ha generado una grieta a su interior.

Hay en el horizonte un choque de fuerzas sociales, cuya correlación puede variar dependiendo de la represión que se disponga y la resistencia que se encuentre. Lo que está claro es que el gobierno no está al mando del timón, navega a ciegas.