La Iglesia llama a solucionar las adversidades con serenidad, confianza y diálogo

Así lo afirmó el monseñor Ricardo Centellas en una homilía días después de que la Conferencia Episcopal de Bolivia presentó una memoria de su mediación en el diálogo para pacificar el país en 2019

Fuente: El Deber
Luis Marcelo Tedesqui Vargas

 



El arzobispo de Sucre, monseñor Ricardo Centellas, durante su homilía luego de que la Iglesia Católica presentó una memoria de las negociaciones que promovieron la pacificación del país entre octubre y diciembre de 2019, dijo que el país debe mostrar serenidad y confianza en Dios para dar solución a las adversidades, y que el camino para solucionar los problemas es el diálogo.

El documento de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB), presentado esta semana menciona que la Iglesia fue convocada por el gobierno de Evo Morales el 8 de noviembre de 2019 para viabilizar el diálogo y pacificar el país. Relata lo ocurrido en las negociaciones tras la renuncia y salida del país del expresidente Evo Morales, como las conversaciones para pacificar el país hasta enero de 2020. El documento ofrece datos reveladores.

El monseñor Centellas dijo que en la vida cotidiana «tenemos pequeñas y grandes dificultades. La madurez humana se manifiesta en cómo uno asume un error, una situación adversa. Cuando no somos capaces de afrontarla con serenidad, objetividad y realismo, entonces inventamos cualquier cosa o reaccionamos con violencia para atacar, y para dañar«.

El arzobispo de Chuquisaca señaló que las situaciones adversas en la vida personal y en la vida social, “no se afrontan con violencia, no se afrontan evadiendo, sino con confianza. Eso quiere decir con seguridad en uno mismo, en lo que uno puede hacer, con la seguridad de que encontraremos alguna solución, alguna alternativa para superar una adversidad”.

Por ello manifestó que no hay mal que dure 100 años, así que ante las cosas negativas que puedan pasar a nivel personal, nacional o eclesial, “debemos reaccionar con confianza, con serenidad, no quedarnos quietos, avanzar en la vida, pero sin desesperarnos. Este es el desafío que Jesús nos presenta para la vida cotidiana, para la vida de la Iglesia, que antes, ahora y posteriormente, tiene tantas responsabilidades, pero la respuesta no es asustarse, sino enfrentarlo con adhesión a Dios, multiplicando nuestra oración para que podamos asumir la adversidad en el espíritu del Señor, tomar las cosas con calma”.

En ese momento detalló que ese camino implica “reunirnos, encontrar alguna solución, algún camino. No hay nada que no tenga solución. Todo lo tiene, todo pecado se perdona, todo se puede sanar, todo se puede salvar, todo se puede liberar, que Jesús nos alimente controlando el miedo”.