La muerte del capitalismo

 

Con una predicción casi profética, y una alusión clara a Nietzsche con su polémica alegoría de: “Dios ha muerto”. Los deseos de estos críticos del sistema, son instalar una sociedad post capitalista, tal vez como las mismas ideas del superhombre del filósofo prusiano. El fin de este texto no es comparar estos conceptos, más bien, de entender la verdadera concepción del capital y exponer la inconsistencia de que esta ha muerto, o por qué no morirá a muy largo plazo.



Para ello, es importante comprender también quienes son los enemigos del capitalismo, a priori, se puede pensar que exclusivamente son aquellos discípulos de Marx y Engels, para sorpresa de muchos, no son los únicos, y con mucha frecuencia se suman personajes tales como los grandes empresarios, así como decía Milton Friedman: «La mayoría de los empresarios son enemigos del libre mercado». Con esto, se llega a la primera premisa acerca del capitalismo:

 

  1. Solo existe el capitalismo cuando existe libre mercado y competencia.

Podría parecer redundante, pero es necesario especificar que sin un sistema regulado a través de la oferta y demanda, con un sistema de precios libres y una competencia entre oferentes no existen condiciones de etiquetar como capitalismo, habrá otros títulos más pertinentes. Es esta competencia la que aleja a muchos empresarios, que desean con ansias poner barreras de entrada a sus mercados, mientras que el consumidor se beneficia a través de diferentes ofertas de calidad y precio, donde compiten muchos agentes para satisfacer a los individuos con sus bienes y servicios. Los monopolios no son parte del libre mercado.

Por otro lado, gracias a teorías que surgieron posterior al Crack del 29, en la cual el consumo pasaría a ser parte esencial de la macroeconomía a través de la fórmula de la demanda agregada y otras aventuras Keynesianas motivadas por el gasto, y es en este punto donde erróneamente se comienza a relacionar que el fin último de las sociedades capitalistas es el consumo. Lamentablemente para los críticos, esto también es falso. Muy por el contrario, este sistema busca no el gasto de toda la renta de los individuos en consumir, si no, el del ahorro. Ya que esta variable en las cuentas nacionales son un buen indicador, quieren decir que probablemente este ahorro presente significa inversión futura, en otras palabras, es la acumulación del capital, que servirá para generar valor. Aquí, se asienta la segunda premisa:

  1. El capitalismo no tiene como fin el consumo, su objetivo es más cercano el ahorro.

 

Decir también que el único fin del sistema es ahorrar, sería un  tanto falaz, ya que cuando existe libertad para elegir, los fines planificados de facto, no tienen espacio. En las sociedades amigas de la libre elección y decisión, se pueden tener tantos fines como individuos que la conforman. Entonces, consumir no es lo que mantiene vivo al sistema, es parte de las elecciones de cada uno, ya que para regular el consumo de las masas, es necesario tocar los precios, a través de estímulos monetarios y/o controles de máximos y mínimos de los bienes y servicios en el mercado, situación que choca frontalmente con la primer premisa expuesta.

Aún no queda claro el motivo de la sobrevivencia del capitalismo, a continuación lo aterrizo, y es que este sobrevivirá porque la vereda del frente ofrece una alternativa muy poco eficaz para alcanzar el bienestar de las sociedades que eligen la libertad sobre la planificación, se impondrá un ciclo en el cual las naciones experimentarán el dulce del libre mercado, que en algún momento querrán experimentar el amargo de la planificación y el control. Y es en ese punto en el cual, la libertad de elegir será la forma de vivir que adoptarán estas sociedades, ejemplos que ilustran, expaíses soviéticos como Polonia, Estonia o la República Checa, que están sobrepasando en indicadores sociales a los amigos del control económico en Europa, como España.

La mayor lucha del capitalismo no se sostiene en conseguir ejemplos de éxito, pues abundan, el mayor peligro reside en la letargia política que provoca en los pueblos, que cegados por la comodidad de un país desarrollado, abandonan la lucha por la libertad, para dejarse tentar por fantasías de corte planificador, que entiende la economía como fórmulas matemáticas, y no como una ciencia social imposible de predecir. Serán también aquellos políticos que levanten la bandera del capital y la empresa con una mano, y el autoritarismo con la otra, quienes busquen la seguridad por sobre la libertad, y mucho peor, quienes en una enferma búsqueda de igualdad material, terminarán destruyendo todo aquello que querían redistribuir.

Considero que los siguientes 10 años pintan para un deterioro de las instituciones republicanas, aumento del autoritarismo, y disonancia cognitiva en materia económica, y será en el pico de esa crisis moral, que volverá a la palestra ese sistema de ahorro, creación de riqueza y libertad. Es en ese ciclo infinito, que con matices, se repetirá a lo largo de varias generaciones.

El capitalismo no está muerto, tal vez enfermo y desvaneciendo, empero, el caos y las consecuencias de los actos enemigos, traerán una versión renovada del capital, y más compleja.

Marco Tineo es Director Académico – Casa de la Juventud